Era un coihue esbelto cerca del arroyo del Pasto Miel. De ahí hay una vista espléndida al Cerro Dos Picos. Parador obligado de quienes iban a pescar y buscaban su sombra al mediodía.
Recién regreso del fondo del lago. Traje a los pobladores Coronado y Villalba del parque Nacional Los Alerces que estaban apoyando a Manuel Leal en el campo de Alejo Lipsich. Los muchachos estaban dando su ayuda, pero al ver que el fuego se escapó por el arroyo Nataine, y como conocedores que son hicieron rápidamente la misma lectura que comentaba luego del vuelo con Ariel Rodríguez: si no llueve pronto, el incendio ingresará al PN Los Alerces y bajará justamente por su campo, por el arroyo Coronado al lago Rivadavia. La urgencia de salir tiene que ver con la búsqueda de animales con tiempo suficiente. La velocidad del avance del fuego está sorprendiendo a todos.
Alejandro Lipsich y su hermano tienen tres cabañas en el fondo del lago y su relato es espeluznante. Tiene documentado en videos y fotografías la evolución del incendio desde sus inicios. Está inmerso en un lugar donde hay mucha caña seca y retamo. A fuerza de agua han creado una isla donde aún hay bosque rodeado de áreas quemadas, donde tienen las cabañas y en la que una enorme cantidad de aves encontraron refugio. Se quemaron muchos de los Coihues que enmarcaban el río Tigre.
Las cabañas de Alejandro, Florent y Rosales están en el mismo sector, aún en pie. Cada uno de ellos prestó su ayuda solidaria a su vecino. Están ayudados por una brigada del Plan Nacional de Manejo del Fuego, que al decir de Alejandro tuvo un comportamiento impecable y muy profesional. Manuel Leal me contaba que tuvo un par de situaciones muy complicadas, en las que el fuego superaba la velocidad de ellos corriendo y en ocasiones debieron meterse al río con el agua al pecho para cruzarlo y salir de las zonas peligrosas. Es fundamental la participación de personas baqueanas y conocedoras. A veces el fuego avanza y el lugar de escape no es precisamente por donde están las picadas, y atravesar matorral boscoso con el fuego detrás es peligrosísimo. Ellos conocen las picadas y vías de escape para guiar a los brigadistas.
El río Tigre viene inusualmente blanco. Por lo que estuvimos observando suponemos que es por la presencia de cenizas en el agua. Sin embargo me comentó Alejo que aumentó el caudal, lo que nos hace pensar que el glaciar, por la mayor temperatura aumentó el deshielo, tomando el típico color lechoso del arrastre de limo glaciario. Lo que es notable, es el gusto a humo que tiene el agua. Acostumbrado al sabor del agua de extrema pureza de la montaña, esto produce un fuerte impacto, como si el agua misma gritara lo que esta sucediendo.
Los aviones, los voluntarios y brigadistas no paran de trabajar, pero deben atender muchos frentes. Lo largo de la jornada, la noche que no sirve para el descanso por los nervios y el stress de pensar que mientras uno duerme el fuego sigue avanzando, la comida a las apuradas, el agua para tomar que siempre se hace poca, y lo prolongado que esto está siendo, llevan a un nivel de agotamiento que supera la adrenalina del principio. A esto se suman las pérdidas materiales, mangueras que se queman, herramientas y ropa que se pierden o abandonan, vehículos que se rompen en el fragor de subir, bajar, atravesar zonas poceadas, lugares con ramas, meterlos en el agua para cargar bombas. Anoche se nos rompió la lancha y debimos ser rescatados por otra del medio del lago en una oscuridad menguada por las llamas de las márgenes. Por suerte los celulares y las radios están a full. Pero ya tenemos un elemento menos para traslado, inspecciones o escapes.