La Plaza 1° de Mayo, ubicada en el barrio Juan XXIII, fue uno de los espacios públicos que más daños registró tras la catástrofe. Se estima que acumuló más de 12 mil metros cúbicos de barro y su total puesta en funcionamiento demandó casi 6 meses de trabajo.
Los mismos estuvieron a cargo del área de Servicios a la Comunidad, que conduce Rubén Palomeque. Sobre las intervenciones que se realizaron, habló Alejandro Herk, el coordinador de los equipos de trabajo de la zona sur de la mencionada secretaría; y detalló que «las tareas comenzaron el 8 de abril con una plaza que registraba barro hasta la altura de los postes de luz, porque funcionaba como lugar de acopio de lo que se retiraba de las calles de la zona». En ese marco, comentó que «primero se intervino con maquinaria pesada, en su mayoría retroexcavadoras, para sacar el barro acumulado.
Posteriormente –continuó- se instalaron cuadrillas de trabajo con equipos chicos, para llevar a cabo las tareas de reacondicionamiento general, que contemplaron el relleno del terreno con piedras, la refacción y limpieza de los juegos, y la colocación de un nuevo sistema de iluminación».
«Hoy los vecinos cuentan con una plaza 100% renovada, producto de un continuo trabajo en el sector», manifestó el coordinador; y en ese tenor, invitó a la comunidad a apropiarse del espacio público para el disfrute familiar.
Al respecto, Herk expresó que «desde el Municipio, por decisión del intendente Carlos Linares, se fijó entre las prioridades la recuperación de esta plaza, porque entendemos que la gente de este sector, que resultó tan afectado, necesita volver a contar con este lugar significativo».
Por último, instó a quienes hacen uso de este espacio de recreación a cuidarlo, al señalar que «es fundamental que los vecinos contribuyan al mantenimiento de esta plaza y de todos los espacios verdes que hay en la ciudad, para que los trabajos concretados perduren en el tiempo».
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