Cinco personas fueron asesinadas durante una serie de protestas en la ciudad de Masaya, Nicaragua.
De acuerdo con la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), hay 10 fallecidos en total por la serie de protestas que se realizaron en la ciudad ubicada al sur de Nicaragua. Según la organización, de los 5 muertos de la última protesta 4 son civiles y uno era un agente anti motín.
“El ataque fue generalizado, prácticamente fue una invasión a la ciudad con armamento pesado porque se escuchaban ráfagas… No conozco cosas de guerra, pero en varios momentos disparaban seguido: ta,ta,ta en ráfaga” dijo el sacerdote Augusto Gutiérrez al diario La Nación de Costa Rica.
Según las Policía de Masaya, varios manifestantes atacaron la dependencia de la fuerza de seguridad y por eso tuvieron que responder. «Atacan a la Policía y se dedican por otro lado a robar», declaró el subdirector de la Policía, Ramón Avellán.
Por otro lado, los protestantes mantiene barricadas en varias calles de la ciudad. Edwin Román, párroco de la Iglesia San Miguel de Masaya, expresó ante el Nuevo Diario de Nicaragua que hubo 2 personas ejecutadas por la policía el día sábado 2 de mayo.
Nicaragua viene siendo escenario de protestas, represiones y asesinatos desde el 18 de abril a causa del anuncio oficial de reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), entidad responsable del sistema de pensiones, salud y asistencia social. Dichas reformas fueron formuladas con asistencia del Fondo Monetario Internacional para poder reducir el déficit que tenía la INSS.
Las reformas consisten en un aumento a los aportes jubilatorios que deben hacer los trabajadores (6,25 al 7%) y los patrones (19 al 21% y un amuneto gradual hasta el 2020 en un porcentaje que llega al 22.5%). Además, se retienen el 5% a los jubilados en concepto de cobertura de enfermedad. El monto por cónyuge con discapacidad disminuye del 15 al 9%.
Los cambios en la INSS trajeron las críticas del sector privado, estudiantes, campesinos, la Iglesia Católica y de la oposición política. El 22 de abril, Ortega decidió suspender la reforma. No obstante, los asesinatos de protestantes y los numerosos reportes de torturas no detuvieron las movilizaciones.
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