«Yo tenía el sueño de conseguir una medalla olímpica y haría todo para llegar allí, hasta ocultar quién era. Yo estaba seguro de que si un día salía del armario públicamente, perdería patrocinios y mi carrera sería perjudicial». Esa es una parte de la historia que Diego Hypólito escribió en UOL Esporte, sitio deportivo de Brasil.
El atleta, uno de los más reconocidos dentro del mundo olímpico brasileño, aprovechó para contar cómo resguardo su orientación sexual para que su carrera deportiva no se viera perjudicada.
«Odio mentir. Unos años antes, durante una entrevista, un reportero me había preguntado si era gay. Esta pregunta venía circulando durante algún tiempo en la prensa. Respondí que no. Aquello para mí fue horrible», explicó en su relato.
Nacido en San André, un municipio del estado de San Pablo, en 1986, este deportista especializado en las pruebas de suelo de la gimnasia artística se mostró como un atleta a seguir desde muy joven. Con 19 años, se coronó campeón en el Mundial de la disciplina realizado en Melbourne, en 2005. Dos años después volvió a repetir el título en Stuttgart, y además ayudó a su país a sumar tres medallas doradas (dos individuales y una por equipos) en los Juegos Panamericanos Río 2007.
A pesar de los éxitos deportivos, el crecimiento en el deporte fue muy duro para Hypólito, que explicó los abusos y humillaciones que sufrió de parte de algunos compañeros gimnastas por su forma de ser, y como esos gestos en su contra lo llevaron a necesitar asistencia psicológica.
«Nadie necesita pasar por lo que pasé para ser campeón. No hay victoria a cualquier precio. Sé que habrá gente a la que dejaré de gustar después de conocer mi historia. Nadie está obligado a entender nada, pero sí a respetar. Nunca más voy a dejar de vivir lo que soy. Soy gay», comentó el deportista que se inició en la gimnasia en el club Regatas de Flamengo, un vez que que mudó junto a sus padre y su hermana a Río de Janeiro.
Su capacidad para realizar acrobacias en el aire, además de su prolijidad para completar las rutinas, lo llevaron a ser gran candidato a pelear por una medalla en los Juegos Olímpicos. Su primera experiencia en Beijing 2008 fue fallida: después de una gran demostración en la prueba de suelo, se resbaló luego del salto final, lo que le restó puntos claves para luchar por subirse al podio. Terminó en la sexta colocación.
Cuatro años más tarde, en Londres 2012, otra caída, esta vez en la etapa de clasificación, lo dejó afuera de la final. «Eso afectó mi vida profundamente. Cuando me caí me sentí muy avergonzado», relató Hypólito, que nunca se imaginó que su carrera deportiva le tendría daría la mayor alegría de su vida en los primeros Juegos Olímpicos de la historia en Sudamérica.
Después de terminar en la cuarta posición en la ronda clasificatoria, el domingo 16 de agosto cumplió su cometido en Rio 2016. Logró la medalla de plata, quedando detrás del británico Max Whitlock, y por delante de su compatriota Arthur Mariano.
«Me caí dos veces en dos Juegos, una vez de cara y otra de culo. Tuve que superar el pánico antes de conseguir la plata en Río y realizar mi sueño», recordó el gimnasta, que no paró de llorar desde que se subió al podio en la Arena Olímpica do Rio, el recinto utilizado para la disciplina en la última cita olímpica de verano.
Para Diego Hypólito, anunciar su elección sexual fue una liberación. Tuvieron que pasar 15 años de aquel mensaje que le envió a un compañero de selección, Michel Conceição, un deportista que había pronunciado su homosexualidad sin pensar lo que pensaría el resto, hasta que tomó la decisión de hacerlo público.
«No voy a levantar ninguna bandera, no voy a ostentar nada, pero si alguien me pregunta lo que soy, no necesito mentir más. Ya no tengo vergüenza. Después del rechazo inicial, mi madre me acepta como soy», concluyó en su emocionante relato.