Familiares de los tripulantes fallecidos, aún desparecidos, del pesquero Rigel marcharon este domingo por las calles del puerto, fecha en que se cumplió un año del hundimiento del barco de Pesca Nueva SA, con la consigna de que bajen los buzos a rescatar a los cuerpos.
El casco fue encontrado por el Guardacostas Tango días posteriores al hundimiento a 93 metros de profundidad en el 44º S y 62º W. El único cuerpo encontrado fue el de Salvador Talliercio, capitán y uno de los tres accionistas de la empresa armadora.
En la placa que los familiares colocaron a metros de la banquina chica, figuran además los nombres de Rodrigo Sanita, Néstor Rodríguez, Cristian Osorio, Rodrigo Blanco, Jonatan Amadeo, Nahuel Navarrete, Carlos Daniel Rodríguez y Pedro Mieres, los trabajadores que habían iniciado la primera marea al langostino y al momento del naufragio se dirigían a zona de pesca, con un temporal grado 5, anticipado por Prefectura desde el martes anterior.
El barco no salió de esa zona el 5 de junio del año pasado pero es el único sector público donde los familiares pueden rendir homenaje a los desaparecidos en el mar. El Consorcio Portuario aún no terminó de conformar el Centro de Asistencia a la Víctima, cuando la semana que viene se cumple el segundo aniversario del naufragio del Repunte, ni autoriza a que se pinte un mural recordatorio en inmediaciones de los accesos a las Terminales 2 y 3.
Acompañados por algunas banderas del colectivo Ningún Hundimiento Más, del SOMU, CTA y movimientos sociales, el grupo de familiares marchó con banderas que recordaron a sus seres queridos desde 12 de Octubre y Avenida Edison hasta el monumento al Pescador sobre Avenida de los Trabajadores en el ingreso al puerto de Mar del Plata.
“Los cuerpos de nuestros hijos no son parte del negocio inescrupuloso, vil y sanguinario de empresarios de la pesca y autoridades que consecuentemente actúan en connivencia con el poder para tener impunidad. Hace casi un año que queremos que bajen los buzos a buscarlos”, expresó el padre de Néstor Rodríguez.
Los familiares exigen que se tramite de forma urgente el certificado de presunción de fallecimiento. “Las familias siguen sin cobrar nada, no tienen pensión ni obra social. Sólo reciben ayuda de los gremios”, remarcó Guillermina Godoy, la madre de Nahuel Navarrete.
Hubo un micro que llegó desde Corrientes con familiares de Pedro Mieres y ollas populares en las que se cocinaba un guiso con calamares. Un grupo de bailarinas hizo una performance en plena calle como tributo a los trabajadores fallecidos al pie del escenario. Había pasado el mediodía y desde lo alto un luminoso sol de otoño acompañaba y abrigaba almas en pena.
Sobre el escenario se vivieron los momentos más desgarradores, cuando familiares de algunos de los tripulantes fallecidos hicieron uso de la palabra para contar sus sensaciones en esta fecha tan especial.
“No son víctimas sino héroes y tienen que ser los últimos”, dijo la mamá de Cristian Osorio, engrasador del Rigel. La mamá de Daniel Rodríguez confesó, “hasta el día de hoy espero que vuelva”, al borde del llanto.
La mamá de Jonathan Amadeo recordó emocionada que siempre le pedía que se quedara y esa última vez no fue la excepción. “Siempre le decía lo mismo y él contestaba lo mismo… que tenía una familia que mantener… me quedé con ganas de verlo… el vacío es muy grande y doloroso.
Diego, el hermano de Luciano Mieres, avisó que van a seguir luchando para que así como se embarcaron y salieron del puerto, los traigan de vuelta; y pidió a las autoridades que tomen la decisión de bajar a buscarlos.
El reclamo de Guillermina Godoy fue en el mismo sentido. “Nuestro pedido es un derecho legítimo… es un pedido de corazón… sé que mucha gente nos ayudará y no voy a parar hasta que te encuentre”.
El papá de Rodríguez confesó “un dolor inmenso de ver a todas estas mamás… daría mi vida para que ellas no pasen este momento. Tengo 57 años y es el año que más cosas me prometieron y acá estamos… los chicos siguen allá abajo y tienen que ir a buscarlos”.
Al final hubo una suelta de globos negros en recuerdo por los ocho tripulantes desaparecidos mientras otra vez se repetían sus nombres acompañado de un sonoro “Presente”. Alguien mostraba una maqueta con un barco de papel y desde el escenario la maestra de ceremonias aseguraba no querer naturalizar que los buques sean los ataúdes de los trabajadores.
A un año del Rigel los familiares insisten en el pedido para que bajen los buzos y rescaten los cuerpos, algo improbable que ocurra dada la complejidad y riesgo que implicaría el operativo. Pero no bajan los brazos en su lucha.