Los últimos resabios de una movida que tenía diversos impulsores, algunos más desembozados, otros soterrados, terminaron de diluirse el lunes en el largo cónclave que los dirigentes del peronismo chubutense mantuvieron con el propio Gobernador, intendentes, legisladores y dirigentes varios, en un escenario impensado: las amplias oficinas de Sergio Massa, en la Avenida del Libertador en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí, el propio Massa, el operador kirchnerista Wado De Pedro, y el revitalizado Diego Bossio (ex Anses de Cristina, ahora con gobernadores), lograron conducir una reunión realmente difícil, apaciguar los ánimos, y conseguir un acuerdo.
Un «blindaje» político que no sólo abarca a Arcioni, sino a la «institución» gobernador. Cualquier gobierno provincial puede tener una crisis financiera. Pero ello no significa que todos, propios y extraños, quieran llevarse puesto a un gobernador, cualquiera sea.
En esa reunión confluyeron personas que en «la diaria» chubutense se recelan, desconfían, o incluso se desprecian. Pero lograron poner por encima dos valores: el más importante, el gobierno de Chubut. Y otro que no es menor: todos están en el «proyecto nacional» que impulsa a Alberto Fernández a la presidencia. Arcioni fue -de hecho- uno de los invitados ayer en Mendoza, donde Fernández lanzó su idea de «federalizar» el gobierno nacional (ver página 24). El nuevo presidente, una vez electo, será un socio fundamental de Chubut.
Mariano Arcioni salió fortalecido. Su gobierno venía sufriendo embates y conspiraciones, pero la cordura primó. El apoyo de Ricardo Sastre, Adrián Maderna, gremios «amigos», el del propio Sergio Massa, y el compromiso del PJ de ayudar, terminaron generando un «blindaje» útil, que permitirá al gobierno afrontar las próximas batallas: los gremios, y la situación financiera.
«Lo único que me importa es que los chicos vuelvan a clases», dice Arcioni. Ahora, con «la política» peronista unida, puede afrontar ese tramo con la Atech y los autoconvocados. Para lo otro habrá que trabajar más duro, aunque ahora tendrá una red que comenzó a tejerse en Chubut, con unos cuantos «negociadores», y que terminó sus puntadas finales en las oficinas de Massa. Será ahora virtud del Gobierno aprovechar la paz política, para avanzar en la solución de los problemas de fondo.