Las autoridades sanitarias de Brasil reportaron hasta este jueves 77 muertes, veinte más que en la víspera, mientras que el número de casos confirmados por coronavirus se elevó un 20% en 24 horas hasta los 2.915, cuando se cumple el primer mes de pandemia en el país.
“La previsión es que vamos a tener 30 días muy difíciles”, dijo el secretario ejecutivo del Ministerio de Salud, Joao Gabbardo dos Reis, en una rueda de prensa en Brasilia.
El estado de Sao Paulo, el más poblado y rico del país, con unos 46 millones de habitantes, es la región más golpeada de Brasil al concentrar 1.052 contagios y 58 fallecimientos.
Por detrás se sitúan Río de Janeiro (421 casos confirmados y 9 óbitos), Ceará (235 infectados y 3 óbitos) y el Distrito Federal de Brasilia (200 casos).
Según el Ministerio de Salud, hay 391 personas hospitalizadas por COVID-19, de las casi el 90% se encuentran en estado “grave”.
Cuando se cumple el primer mes desde que se notificó el primer caso de COVID-19 en Brasil, que marcó además la llegada del patógeno a Latinoamérica, Gabbardo indicó que la expectativa es no llegar al mismo número de muertes proporcional con respecto a Italia, el país del mundo con mayor número de fallecidos.
Asimismo, señaló que la proyección inicial de crecimiento diario en el número de casos era del 33% y que en los últimos días ese porcentaje ha sido inferior al previsto, aunque reconoció desconocer cuál será la evolución en el próximo mes.
Ello dependerá de cómo circule el coronavirus en el país, lo que según especialistas de la Universidad de Sao Paulo (USP) está ocurriendo de forma muy rápida en algunas capitales regionales, y de la cantidad de pruebas que se realicen a la población.
Por su parte, el secretario de vigilancia sanitaria del Ministerio de Salud, Wanderson de Oliveira, alertó de que el crecimiento de la curva de casos de coronavirus coincidirá en las próximas semanas con el inicio de la temporada de influenza estacional y el pico de dengue.
“Vamos a tener la tempestad perfecta (…) Tendremos tres epidemias simultáneas: coronavirus, que es la novedad; influenza, que ocurre todos los años; y el pico de dengue”, advirtió.
En la víspera, el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, anunció que, sólo en hospitales y únicamente para aquellos pacientes considerados “críticos”, utilizarán la cloroquina, un medicamento usado contra la malaria y otros males, cuya real eficacia contra el coronavirus aún no ha sido totalmente comprobada.
Desde la llegada de la pandemia, hace un mes, los gobernadores de los 27 estados de Brasil han ido adoptando medidas de aislamiento total o parcial para intentar contener la expansión del coronavirus.
Sin embargo, el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha criticado duramente el confinamiento “en masa” por causa del COVID-19, una enfermedad que ha llegado a calificar de “gripecita” y “resfriadito”.
El mandatario, que ha menospreciado en diversas ocasiones la gravedad de la pandemia, defiende la reapertura de los colegios y el aislamiento sólo para personas de más de 60 años y de personas con enfermedades previas, contrariando las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La gestión de Bolsonaro para hacer frente el coronavirus ha provocado las protestas de brasileños desde sus casas por medio de “cacerolazos” en algunas de las principales ciudades del país, como Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte o Brasilia.