China ha invertido miles de millones de euros en flamantes estadios, con la ambición de hacer del gigante asiático una superpotencia del fútbol y la de albergar la Copa del Mundo, a partir de 2030. El ritmo de construcción frenético es poco sensible a la situación generada por la pandemia de Covid-19, que paraliza buena parte del mundo, provoca estragos en la economía y ha obligado a suspender una gran mayoría de competencias internacionales. Pero con la mejora de la situación sanitaria en China, el campeón, Guangzhou Evergrande, inició la semana pasada la construcción de un estadio con un presupuesto de 12.000 millones de yuanes, es decir, 1600 millones de euros.
Con capacidad para 100.000 espectadores, el escenario en forma de flor de loto se convertirá, cuando a fines de 2022 acaben las obras, en el estadio específicamente de fútbol más grande del mundo, superando al Camp Nou, de Barcelona, donde caben hoy 99.354 personas.
El promotor inmobiliario Evergrande, fundado por uno de los hombres más ricos de China, anunció además su voluntad de levantar otros dos estadios, de 80.000 plazas. Por consiguiente, el país de la segunda economía del planeta dispondría de al menos 12 nuevos estadios de fútbol en un plazo de dos años, según las cuentas del diario oficial Southern Metropolis Daily , que vaticinó «una nueva era» para el fútbol chino.
La mayoría de estos recintos será utilizada para el por ahora suspendido Mundial de Clubes de 2021 y la Copa de Asia de Naciones de 2023, pero la ambición de fondo del presidente Xi Jinping es organizar competencias mayores. «Creo que la voluntad de China de presentar la candidatura para la Copa del Mundo está clara», asegura Ji Yuyang, periodista de Oriental Sports Daily , para quien la duda no está en si el país asiático se postulará para un proceso de atribución de sede mundialista sino cuándo.
El presidente de FIFA, Gianni Infantino, declaró en junio que estaría encantado de que hubiera una candidatura china para el Mundial de 2030, el próximo que será atribuido (ya están asignados Qatar 2022 y Canadá/México/Estados Unidos 2026). Para entonces, cuando se cumplirá un siglo de la primera disputa de la Copa del Mundo, la Argentina y Uruguay presentaron una precandidatura, a la que luego sumaron a Paraguay y Chile. Además, hay interesados en Europa: Reino Unido, con sus cuatro países (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) y España-Portugal. Son los precandidatos más fuertes para una disputa que puede incluir también a la coalición africana Marruecos-Argelia-Túnez, a la europea Bulgaria-Grecia-Rumania-Serbia y a la sudamericana Ecuador-Colombia-Perú. El proceso de selección será abierto en 2022 y concluirá en 2024, con la atribución del torneo de 2030 a la opción más votada en un congreso de FIFA.
Incluso se menciona que los chinos se unirían con las dos Corea y con Japón para conseguir la organización. Como sea, el futuro estadio de Guangzhou Evergrande ha acaparado títulos de la prensa extranjera por su inmensa capacidad y su arquitectura poco heterodoxa. Además, el anuncio de su construcción sorprende por cuanto el mundo del deporte se encuentra prácticamente paralizado y las economía de numerosos países, incluida la de China, sufren como consecuencia del coronavirus.
Muchos se preguntan por qué un club cuya afluencia media es de 50.000 espectadores necesita un estadio gigantesco. «Creo que Evergrande tiene dos cosas en mente: por un lado, un estadio de 100.000 espectadores podría serle útil si China organiza una final o una ceremonia de apertura de un mundial. Por otro, enorgullecerse de tener el estadio más grande del fútbol profesional
Mayoritariamente, los estadios empleados por los clubes chinos son multidisciplinarios y poseen una pista de atletismo entre la cancha y las gradas. Sustituir esos recintos, a menudo vetustos, por otros dedicados exclusivamente al fútbol responde a la voluntad de Xi Jinping de hacer del balompié una prioridad deportiva nacional.
En tanto, en Shanghái, que aspira a organizar Juegos Olímpicos, se construirá para 2021 un estadio para 33.000 espectadores que usará el club SIPG, en el que juegan los brasileños Oscar y Hulk. El grupo Evergrande pagará la construcción de aquellos tres estadios (el de 100.000 y los dos de 80.000), pero en general los escenarios son solventados con cofinanciamientos público-privados.
Para Simon Chadwick, director de Deportes Euroasiáticos en la Escuela de Dirección de Lyon, China quiere, mediante estas nuevas construcciones, mostrar que «se desarrolla» y «es cada vez más fuerte». «El estadio de Guangzhou Evergrande será inmenso y se destacará por su increíble arquitectura. Las fotos han sido vistas en todo el mundo y provocan discusiones», destaca, mencionando el ««soft power» de los estadios». El «poder blando» es la capacidad de los países de ejercer supremacía sobre otros por vías no militares, políticas ni económicas, sino culturales, como el cine, la televisión y el deporte.
«China trata de utilizar estos estadios de diseño muy particular para atraer a la gente y la atención, y también para hacer comprender que China, finalmente, desea tener lo mismo que otros países», considera Chadwick, en una frase que bien podría ser aplicada a la organización del Mundial de 2030, al que aspiran la Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.
Fuente: La Nación