Chubut

Los Massoni: del ministro y senador al hijo perseguidor de docentes

Hasta la irrupción de Federico Massoni en el gobierno de Arcioni, el apellido vinculado con el radicalismo se asociaba con el ex senador que también fue alto funcionario en los gobiernos de Atilio Viglione y Carlos Maestro. Curiosamente, Norberto Massoni fue ministro de Educación, desde donde defendió el trabajo de quienes -como su madre- tenían la dura tarea de educar a las nuevas generaciones. En cambio, su hijo dedicó gran parte de sus 658 días como funcionario a reprimir docentes.

Suele pasar. El hijo quiere también -aunque sea inconscientemente- dejar su impronta en el lugar donde antes estuvo su padre. La historia es pródiga en ejemplos al respecto y sucede en todos los ámbitos, no solo en política.

Como presidente de Argentina, ¿cuál Sáenz Peña es más recordado? ¿Papá Luis o su hijo Roque, el que permitió que por primera vez todos pudieran votar en el país? ¿En el peronismo fue más importante el médico Jorge Taiana o su hijo del mismo nombre que se prepara para asumir como senador tras haber sido canciller? ¿Y en el radicalismo Raúl Ricardo o Ricardito? ¿Alguien recuerda que el actual movilizador Juan Grabois es hijo de Roberto, un combativo activista de los años 60 y 70?

¿En Chubut pudo Roque González (h) tener la misma consideración que el escribano del mismo nombre que fue gobernador? ¿El diputado José Corchuelo Blasco hizo más en su dilatada carrera política que su papá abogado de presos políticos hace 60 años?

Un hombre de diálogo

La célebre maestra sarmientina que fue su madre sin duda lo marcó desde la niñez con una actitud mental abierta, inquieta, de permanente revisión del conocimiento y marcada curiosidad interdisciplinaria.

El abogado Norberto Massoni fue asesor de la Cámara de Comercio casi fundacional, con Antonio Domínguez, Julio César Moreno y otros empresarios de Comodoro que le dieron forma a un genuino Banco Regional Patagónico. Esa entidad sería presa más adelante de la «patria financiera» y de personeros de los lobby vitivinícolas y pesqueros que lo hicieron pasar a la historia.

A principios de los 70 el letrado fue miembro del directorio del Banco Provincia del Chubut; y el último año del contralmirante Jorge Eduardo Costa como gobernador militar lo tuvo de ministro de Economía provincial.

El apellido Massoni empezó entonces su vínculo con la historia institucional chubutense; claro que en medio de una dictadura.

Norberto nunca renegó de su historia y aceptó a mitad del período del radical Atilio Viglione (1983-87) el entonces ministerio de Gobierno, Educación y Justicia. Y desde allí demostró en todo lo que estuvo a su alcance su operatividad como gestor.

Más allá de internas partidarias, «Bubby» Massoni descolló por su pragmatismo, eficiencia y calidad humana. Por su amplio criterio de privilegiar los intereses generales a los partidarios o sectoriales.

Era partidario del diálogo ante todo y no dudaba en dedicar el tiempo que fuera necesario para alcanzar un acuerdo. Fue admirado por propios y ajenos por esa virtud.

Por eso cuando sectores de su partido se encerraban en diatribas sectarias, era capaz de sobrevolarlas y superarlas. Aún en decisiones tan serias como aquella estruendosa renuncia pública a su afiliación a la Unión Cívica Radical.

Algo que el personaje y el propio centenario partido tuvieron la delicadeza de dejar en el olvido cuando del fragor de las emociones se pasó al razonamiento.

Por eso pudo volver a la UCR. Fue ministro durante todo el segundo mandato de Carlos Maestro, e incluso cerró su trayectoria institucional como representante de los chubutenses en el Senado de la Nación, entre 2003 y 2009. Murió un año después en Trelew. Tenía 75 años.

El hijo polémico

Federico Massoni se graduó como abogado en Buenos Aires y al volver a la provincia estaba cantada su militancia dentro de la UCR. Fue anti y luego pro Carlos Maestro. Le tocó defenderlo en la interna de 2003 por la famosa urna 303 que apareció cuando el comicio había concluido y que le dio el triunfo por un estrecho margen a José Lizurume.

Curiosamente, la urna 303 quedará relacionada con la forma de hacer política del principal sostén que tenía Lizurume, que no era otro que Fortunato Rafael Cambareri; hasta ayer un aliado estratégico de Massoni Jr. a la hora de intentar darle algún sustento al gobierno de Mariano Arcioni.

Massoni se radicó en el Valle y fue un feroz crítico de Mario Das Neves. En paralelo mantuvo un estrecho vínculo con Daniel Taito, el hombre que manejó medios, propaganda y pauta del tri-gobernador -que más adelante lo despediría- y de dos más que lo sucedieron: Martín Buzzi y el propio Arcioni.

Según algunas fuentes, fue el propio Taito quien acercó a Massoni al gobierno de Arcioni. Empezó como secretario de Seguridad el 18 de enero de 2018. Su designación desencajó al conjunto de dasnevistas que aún eran parte del gobierno del escribano.

¡Vista derecha!

Sin disimular de qué lado de la vida estaba parado, Massoni tejió buenos vínculos con la ministra Patricia Bullrich Luro Pueyrredón y fue quizás el primero en saludar efusivamente el intento de instrumentar un protocolo de seguridad que no alcanzó a ponerse en práctica.

El mismo era un insulto a la razón y a los derechos ciudadanos, confiriéndoles súper poderes a quienes llevan uniforme. Massoni tenía debilidad por estos temas y si la Provincia no hubiera quebrado seguramente hubiera comprado las pistolas Taser que tanto deseaba y elogiaba. Es conocida la controversia por esas armas que descargan electricidad en los cuerpos y que él creía necesarias para enfrentar movilizaciones. De haber contado con una, seguramente su fiel jefe de Policía la hubiera utilizado contra Santiago Goodman el pasdo jueves 7.

Massoni saltó al ministerio de Gobierno cuando Marcial Paz ascendió a jefe de Gabinete. Ello fue tras la partida del fugaz Sergio Mammarelli, quien venía a darle volumen político a Arcioni y terminó yéndose por una suma de declaraciones imprudentes, su gestión de dudosa eficacia y aquella vulgaridad exhibida a la hora de referirse a las mujeres chubutenses.

Desde aquel mayo de 2018, el «sheriff» aguardó dar el gran salto. Finalmente eso ocurrió el 2 de julio último, casi un mes después de que Arcioni revalidara en las urnas su imagen para seguir gobernando Chubut hasta 2023. La noche de la victoria, Massoni era uno de los más alegres en el gimnasio de la CAI de Comodoro.

Un hombre irritable

Llegar a ministro Coordinador de Gabinete fue el principio del fin para el hijo del senador. «Voy a cumplir con todas las obligaciones, relación con los gremios, con los intendentes y con la ciudadanía. Nuestra función es receptar (sic) todos los requerimientos de los ministerios como para aunarlos en la misma política, que es la que lleva adelante el gobernador para brindarle bienestar a la ciudadanía», decía un satisfecho funcionario.

Cuatro meses después se va por la ventana del gobierno de Arcioni. Cuentan que hasta último momento se negaba a presentar la renuncia, y que solo lo hizo cuando le prometieron que preservaría cierta influencia para lo que vendrá.

Si hay algo de lo que careció el ahora ex ministro fue de tacto, paciencia, de empatía en definitiva. Se peleó con todos. Empezó con sus propios pares.

«Hay muchos ministros que se manejan en estanco, que viven en una isla y creen que lo único que tienen que proteger es su isla. Es una estupidez; es como pensar que mantengo bien mi corazón pero mi hígado está reventado; me voy a morir igual», elucubró.

Massoni terminó peleado hasta con los integrantes del Superior Tribunal de Justicia, luego de hacerlo con jueces ordinarios; sobre todo los que tienen competencia penal y cuyos fallos a él no lo convencían.

Lejos de presumir inocencia, para él hay que demostrarla y para ello lo mejor era tener a los sospechosos detrás de las rejas.

Con la cúpula judicial se enojó en los días previos a su intempestiva salida porque rechazaron implementar los descuentos entre su personal, como él sí hizo indiscriminadamente con los docentes.

Estos fueron su principal foco y buscó criminalizarlos desde que se inició el conflicto por los atrasos en los pagos y los incumplimientos de los aumentos pautados en las paritarias acordadas antes de la elección provincial del 9 de junio.

Resulta difícil entender cómo se mantuvo en el cargo el funcionario que antes del escándalo del jueves en Rawson que motivó el tercer paro nacional de maestros por Chubut ya había dado profusas muestras de incapacidad.

Una fue el 16 de agosto, cuando ordenó detener a dos dirigentes sindicales que participaban de un corte de ruta en Comodoro. Luego de ello, se lo vio esquiando feliz en La Hoya.

Otra mácula en su legajo se produjo el 4 de septiembre, cuando -sabiendo lo que ocurría en la rotonda que lleva a los yacimientos- no ordenó a la Policía impedir el violento desalojo que instrumentó un grupo de encapuchados.

Ambos hechos protagonizados por Massoni generaron sendas movilizaciones masivas en Comodoro y en Sarmiento. Justamente en esta última ciudad, una docente contó aquella anécdota de la maestra de la ciudad de los lagos que daba clases hasta en forma particular para girarle dinero a su hijo a La Plata, donde estudiaba Derecho.

Norberto se llamaba aquel joven que con los años llegaría a ser ministro de Educación y padre de Federico, el que se acaba de ir de un gobierno en descomposición tras 658 días como secretario y ministro de Seguridad, y Jefe de Gabinete.

Será recordado como un amigo de Patricia Bullrich y el más implacable «perseguidor» de docentes.

Fuente: El Extremo Sur

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