Creíamos que el polémico ministro de Seguridad había tomado conciencia y que no volvería a hacerlo, después de varias denuncias públicas que hemos hecho desde aquí; pero lo hizo de nuevo y una vez más se pasó la Ley por cualquier lado: lo que paradójicamente demanda que la ciudadanía cumpla.
Por más ministro que sea, Massoni no puede entrar a una propiedad privada. ¿Para qué lo hace, con qué finalidad?
Este miércoles, por ejemplo, ingresó a un domicilio al que la policía fue a buscar un arma de fuego vinculado –supuestamente a un hecho de violencia de género—y, ¿qué tenía que hacer ahí?¿Oficio de testigo de actuación?¿Había algo en el lugar que le interesaba al Gobierno?
La respuesta es no. La presencia de Massoni solo obedecía a utilizar ese procedimiento judicial para hacer prensa. Una vergüenza que un ministro use un caso así para aparecer en alguna foto y salir en el diario.
Pese a que hay algunos que dicen que no incurre en un delito al ingresar a cualquier domicilio, deberían saber que la única persona en el mundo que puede entrar a una propiedad privada sin orden de allanamiento es un juez. Salvo que la policía deba hacerlo porque descubre a alguien cometiendo un ilícito o porque está en riesgo la vida de una persona.
Massoni sigue haciendo lo que quiere con el aval de sus alcahuetes genuflexos que le dicen a todo que sí. Él, autoritariamente, cree que porque es funcionario y amigo de la infancia del gobernador le está todo permitido y que no tiene obligación de cumplir las leyes, y está equivocado.
Ahora, qué extraño es que nadie lo denuncia, que ningún abogado se haya presentado hasta ahora ante la Justicia, pidiendo la nulidad del procedimiento en el que se lo ha visto a Massoni entrar a una propiedad allanada, sin autorización de un juez.
Encima ahora para peor de males, la policía utiliza a un empleado municipal para llevarlo como testigo a todos los allanamientos que hace y eso; también es ilegal.
O sea, vivimos en una provincia en donde los funcionarios del Estado no cumplen las leyes y lo hacen impunemente, a la vista de todos, porque nadie tiene la valentía de denunciarlo en la Justicia, a partir de que nosotros lo advertimos desde aquí cumpliendo con nuestra función.