Si se refinancia la deuda pública, aun cuando se logren los dos años de ‘gracia’, haría falta atravesar todo el año 2021, para lograr el ‘ahorro’ de las casi tres masas salariales que menciona el gobierno en sus cálculos más optimistas.
Dos certezas se ciernen en torno a quienes conocen de cerca el proceso si se refinancia la deuda en el que intenta avanzar la provincia de Chubut frente a sus acreedores externos. Ambas están vinculadas. La primera, ya anticipada por esta columna, parece imposible evitar el vencimiento de octubre, por casi 40 millones de dólares.
La segunda da paso a una segunda desazón: aun cuando se lograra llegar a un acuerdo en el final de este año, en el mejor escenario posible para el gobierno, es decir logrando una prórroga de pagos hasta el año 2023, la reducción del déficit provincial no será inmediata, ni mucho menos.
¿Cuál sería la incidencia sobre los salarios públicos, que hoy se pagan con dos meses de atraso y sin aguinaldo a la vista?
En 2021 hay vencimientos por 170 millones de dólares. Si se refinancia, las arcas provinciales podrían liberar unos 16.000 millones de pesos, casi tres masas salariales juntas, considerando que hoy representa unos 5.200 millones de pesos mensuales.
Sin embargo, no se trata de recursos que podrá contar a comienzos de año, sino que será producto del hipotético ahorro que surgiría de aquella renegociación, que hoy todavía no se vislumbra.
Octubre está perdido
En ámbitos vinculados a discusión sobre las condiciones de la deuda, se admite que aun cuando el gobierno lograra convencer a los diputados para que autoricen la renegociación con los acreedores externos, ésta no podría darse antes del final de este año.
“Los tenedores de títulos ya saben que van a cobrar en octubre, ¿cuál es el incentivo para aceptar antes de esa fecha una prórroga de los vencimientos?”, comenta una fuente que conoce de cerca las discusiones y el entramado en el que se dirime el delicado tablero de Chubut.
El mismo observador apunta otro dato inquietante: “No hay caridad en el mercado. La mitad de los tenedores de títulos públicos de la provincia son también los que están negociando con Martín Guzmán por el canje grande. ¿Alguien se imagina a esta gente diciendo ‘bueno, dejo lo de Guzmán por un rato y me siento con Antonena?’. Olvidate”.
Tal como se indicó en informes anteriores, en octubre las arcas chubtenses deben afrontar un vencimiento de casi 40 millones de dólares, pero el fondeo previo comienza en agosto y septiembre, por lo que la provincia prácticamente no contará con las regalías de los próximos meses, ya que esos fondos se reservan de forma automática, hasta el momento del pago. Además de los 13 millones de dólares mensuales para la reserva de octubre, se suman vencimientos por otros 3 en agosto y 5,8 en septiembre.
Incluso, el escenario se torna más grave. Es probable que la provincia, aun pagando ese vencimiento de octubre, si las regalías no tienen un repunte importante, esos ingresos podrían no alcanzar para completar el pago. Es un detalle técnico, pero que a los acreedores podría no pasarles inadvertido: un incumplimiento de los términos legales del título de deuda (que exige tener fondos disponibles por anticipado, una especie de ‘garantía dentro de la garantía’) abre otras perspectivas de complicaciones futuras.
Al mismo tiempo, hay quienes creen que ese mismo riesgo, en el que los bolsillos del deudor quedan vacíos y ya no tiene más que sangre para entregar, puede al menos llevar a los acreedores a plantearse la posibilidad de que les convenga pactar una refinanciación.
Los dólares que se siguen yendo y los pesos que no entran
Nada de lo anterior debería servir de argumento para que la Legislatura siga sin abocarse a tratar de forma urgente la autorización para que el Ejecutivo intente la renegociación. El problema, además de económico, financiero y político, comienza a transformarse en un desafío moral: mientras las arcas provinciales sigan drenando dólares para pagar a los acreedores externos, la gravedad de los salarios impagos (afectando a sectores vulnerables como jubilados y trabajadores que ganan menos de la canasta básica) se transformará en una olla a presión que no podrá ser contenida con más cuarentena, por más grave que resulten los efectos del coronavirus.
Lo más descorazonador es que aun cuando se lograrse la extraña alquimia se refinancia en un plazo cercano, es que el déficit provincial no se explica sólo por el impacto de la deuda, sino por una caída de ingresos en todos los rubros y un crecimiento del gasto público en el que no está exento el peso de la corrupción en el Estado. A todo nivel, desde arriba y también desde abajo, las cuentas públicas han servido para enriquecimientos grotescos o para goteos inexplicables. Hay más responsabilidad en la punta de la pirámide, pero ello no exime a la base.
Si se refinancia la deuda, el conflicto sigue a la vuelta de la esquina. No se vislumbra tampoco que el gobierno nacional vaya a disponer una asistencia directa para al menos poner al día los salarios en salud y educación, por citar los casos más sensibles, pero no excluyentes. “¿Y al mes siguiente, qué?”, preguntan quienes evalúan esa hipotética y lejana posibilidad.
Visto desde el centro del país, Chubut es una provincia con riquezas petroleras y otros recursos: resulta inexplicable la situación en que se encuentra. Y con un clima político de consensos imposibles, con un gobierno literalmente partido en dos, no parece posible aguardar una priorización a las penurias en esta parte del sur del mundo.
Hay quienes se aventuran a esperar una devaluación fuerte y el impacto “positivo”, muy entre comillas, de la diferencia de regalías que no se vayan en deuda. Una esperanza que sólo cabría entender en quienes viven muy fuera de la realidad, o que caminen a ciegas en un cuarto oscuro, al que entraron con promesas imposibles de cumplir.