El proyecto de rezonificación minera promovido por el gobierno provincial de Mariano Arcioni (Frente de Todos), que habilitaría la megaminería contaminante en más del 70 % del territorio provincial, sigue sumando rechazos y críticas por parte de la comunidad científica. A la Carta de las becarias y los becarios de ciencia y técnica de la Provincia del Chubut, publicada esta semana, la del CCT CENPAT y el de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, se suma ahora el Pronunciamiento de trabajadores científicos de la Facultad Regional Chubut de la Universidad Tecnológica Nacional.
“[E]ste proyecto plantea falacias que impiden el desarrollo sustentable que supuestamente persigue”, comienza el pronunciamiento que tiene a la Dra. Virginia Alonso Roldán, docente-investigadora y directora del Grupo de Investigación en Gestión, Desarrollo Territorial y Ambiente, y a la docente-investigadora Dra. Pía Rius, como primeras firmantes entre otrxs investigadorxs, que convocan a difundir y sumar adhesiones (ver formulario abajo).
El texto apunta a desarmar las “falacias del planteo extractivista apoyándose en investigaciones científicas propias en el territorio. “En primer lugar, –sostiene– ninguna explotación de megaminería puede ser ambientalmente sostenible porque es una actividad extractiva sobre un recurso no renovable, que deteriora aceleradamente los recursos naturales y las condiciones ambientales de vida en un corto plazo. Por ende, la minería metalífera a gran escala vulnera el bienestar de las personas y el desarrollo del territorio a largo plazo. En segundo lugar, una zonificación para una única actividad (megaminería) es un error en sí al planificar el desarrollo del territorio pues contempla un único sector, cuando lo pertinente es abordar una evaluación y planificación integral teniendo en cuenta las múltiples facetas socioambientales del territorio. Una zonificación sectorial únicamente para minería fragmentará el territorio y perjudicará a otras actividades por incompatibilidades y competencia en el uso del suelo y, fundamentalmente, expondrá a procesos degradativos la calidad del agua del Río Chubut, que abastece a numerosas actividades productivas y al 50 % de la población.”
A su vez, plantean el gran movimiento de suelos implicaría exponer al territorio a una alta tasa de erosión intensificando el proceso de desertificación con la consiguiente pérdida del suelo y de hábitat para la biodiversidad nativa, las especies ganaderas y la población humana, impactando directamente en actividades productivas actuales y potenciales. En particular apuntan a la erosión hídrica de las áreas desmontadas, que “genera sedimentos que disminuyen la calidad del agua y la disminución en la capacidad de infiltración incrementa las escorrentías”, abonando inundaciones.
El pronunciamiento también denuncia que “la expansión del capital a través del despliegue de megaminería de empresas transnacionales homogeniza la matriz productiva, tiene un bajo eslabonamiento productivo y genera dependencia de materias primas, un modelo que ha demostrado un fracaso rotundo en términos de desarrollo territorial sustentable.”
Frente a esto, señalan que la comunidad científica “ha reclamado un diálogo profundo para analizar integralmente la situación de la meseta y no ha sido escuchada”, en un marco más general en el que «no se implementaron procesos participativos ni se establecieron los mecanismos e instituciones que lo garanticen».
Fuente: La Izquierda Diario