Pero se escandaliza e indigna con los automovilistas que conducen alcoholizados y que “violan una infinidad de normas”, según dijo este miércoles ante varios comunicadores que nunca le preguntan nada, haciéndose el conmovido al hablar del lamentable caso del joven que en Playa Unión murió el lunes, al ser atropellado por un médico que andaba manejando alcoholizado.
A Massoni –como todo charlatán—le gusta decir lo que todos quieren escuchar y repite obviedades tratando de quedar bien, haciendo política miserable hasta con la muerte de una persona.
¿Por qué nunca habló de lo que hizo su “hombre de confianza” el año pasado en Comodoro, cuando destruyó un auto oficial estrellándolo contra un muro divisor de una avenida, conduciendo a excesiva velocidad y presuntamente borracho y drogado? ¿Qué pasó con ese caso? ¿Pagó el subsecretario de Seguridad Informática Federico Pérez Mariani el arreglo del auto? ¿Le hicieron sumario? ¿Investigaron cómo fue el hecho?
¿Por qué Massoni amenazó a los policías que intervinieron en el siniestro que iban a ser sancionados si divulgaban información de ese hecho? ¿Por qué él, a los pocos días, fue a Comodoro a aparentemente modificar las actas que comprometían a Pérez Mariani? ¿Por qué nunca dijo quiénes más iban en el vehículo?
Ese hecho que fue “tapado” por Massoni y su gente pudo haber terminado en una tragedia si en vez de impactar contra un divisor de transito el auto oficial hubiera chocado con otro vehículo o peor hubiese atropellado a alguien. En ese momento, Massoni no se indignó, no habló de las normas que violó su “hombre de confianza” y Pérez Mariani continúa hoy manejando vehículos oficiales. Total, el Estado paga.
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