El cálculo corresponde al período 2018-2021. Desde el vamos, hay que sumar para 2022 las 6.000 hectáreas que se devoró el fuego en la zona del lago Steffen. No obstante, la zona más comprometida del país es el norte.
Entre 2018 y 2021, la provincia de Río Negro perdió 11.020 hectáreas de bosque andino patagónico y monte a raíz de incendios forestales, los que en su 95 por ciento son intencionales o producto de negligencias. La contabilidad excluye los daños que produjo el incendio del lago Steffen, que arrasó con la forestación natural de otras 6.000 hectáreas, pero se incluirán en el racconto de 2022.
Compartió la información con El Cordillerano Hernán Giardini, vecino de Bariloche que es coordinador de la campaña Bosques de Greenpeace en el país. La organización hizo público el documento «Deforestación en el norte de Argentina – Informe anual 2022» y El Cordillerano aprovechó la oportunidad para centrar la mirada en el noroeste de la Patagonia. La magnitud que adquiere el desastre en las latitudes más norteñas, a veces hace olvidar la situación regional.
El recorrido va sensiblemente de menor a mayor. En 2018, los bosques rionegrinos perdieron 126 hectáreas, en 2019 unas 616 ha y en 2020 «sólo» 573 ha, para trepar escandalosamente en 2021 a las 9.705 hectáreas. En esa oportunidad, incidió la recordada y trágica debacle en Cuesta del Ternero. Las pérdidas neuquinas fueron sensiblemente menores: 280 ha en 2018; 186 en 2019; 793 al año siguiente y 2.886 en 2021, es decir, un cómputo total de 4.145 hectáreas.
En los últimos años del período, la evolución chubutense se pareció a la rionegrina, con apenas 31 hectáreas en 2018; 599 al año siguiente; 156 en 2020 y las patéticas 9.266 de 2021, es decir, un total de 10.052 hectáreas. Quiere decir que para la zona boscosa y de monte del norte de la Patagonia, las pérdidas más allá de las jurisdicciones provinciales -inexistentes para la naturaleza- alcanzaron 25.217 hectáreas.
Para aportar contexto, Giardini recordó que «los bosques concentran más de la mitad de la biodiversidad terrestre del planeta. Nos brindan bienes y servicios indispensables: alimentos, maderas y medicinas. Son territorio y sustento de indígenas y campesinos. Y cumplen un rol clave en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua, y la conservación de los suelos».
Como contrapartida lógica, «la deforestación provoca cambio climático, inundaciones, sequías, desertificación, enfermedades, desalojos de indígenas y campesinos, pérdida de alimentos, maderas y medicinas, y desaparición de especies. Es un ecocidio que debe terminar urgentemente», demandó. El récord nacional es particularmente triste: «entre 1998 y 2022 la pérdida de bosques nativos en Argentina fue de 7 millones de hectáreas, una superficie similar a la de la provincia de Formosa», comparó.
Como vecinos y vecinas de una ciudad patagónica, pueden alarmar los números regionales, pero «aproximadamente el 80 por ciento de los desmontes se concentran en cuatro provincias del norte: Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa, sobre todo en los bosques del Gran Chaco», puntualizó Giardini. Se trata del «segundo ecosistema forestal más grande de Sudamérica, territorio de varios pueblos originarios y una de las áreas más ricas en biodiversidad del mundo, con 3.400 especies de plantas, 500 aves, 150 mamíferos, 120 reptiles y 100 anfibios».
Recordó el ecologista que según estimaciones, «en la región chaqueña existen unas 25 especies de mamíferos amenazadas, como el yaguareté, el tatú carreta, el tapir, el oso hormiguero, el aguará guazú, el ciervo de los pantanos, el lobito de río y el chancho quimilero; como consecuencia de la constante destrucción y fragmentación de su hábitat y la caza indiscriminada».
«La sanción, a fines de 2007, de la Ley de Bosques (26.331) fue un logro sin precedentes y un ejemplo de la importancia de la participación de la sociedad civil, que presionó al Congreso Nacional mediante un millón y medio de firmas. Si bien desde el año 2014 se evidencia una disminución de la deforestación (comparado a antes de la implementación de la normativa), aún la mitad de los desmontes se realizan donde no está permitido. Por otra parte, en los últimos tres años aumentaron significativamente los incendios forestales, siendo la sequía un factor determinante», estableció Giardini.
Si lector o lectora se preocuparon ante el retroceso de los bosques patagónicos, repase estos números: «la comparación de imágenes satelitales revela que durante el año pasado la deforestación en Santiago del Estero fue de 38.492 hectáreas, en Chaco 36.159 hectáreas, en Formosa 22.664 hectáreas y en Salta 15.230 hectáreas; totalizando 112.545 hectáreas en el norte del país».
Giardini consideró «evidente que las multas no son suficientes para desalentar desmontes ilegales e incendios forestales; y los responsables rara vez son obligados a reforestar. En muchos casos es clara la complicidad de funcionarios», añadió. Entonces, «si destruir bosques es un crimen, penalizar su destrucción resulta necesario», reclamó. En el norte, acá en el sur o donde sea.
Fuente: El Cordillerano