El despoblamiento paulatino de la meseta patagónica, acompañada de la retracción de la actividad ovina y apuntalado por el aumento exponencial de guanacos y predadores, son algunos de los principales temas que ocupan la mente y la agenda del ruralista santacruceño Miguel O’Byrne, que desde hace un tiempo integra el Instituto Ganadero de Santa Cruz. La razón es que este escenario parecería ser estanco y, por el contrario, marcar una triste tendencia: la desaparición de pequeños y medianos ganaderos sureños.
“Desde el 2006 en Santa Cruz se empezó a decir que había muchos guanacos. Suponíamos que eran unos 500.000 y que sin un plan estratégico entre 2010 y 2015 llegarían al millón. Hoy estamos en 2023 y estimamos que hay 2,5 y 3 millones de guanacos. Se triplicó la población, y también hay guanacos en Chubut, en Río Negro, en Tierra del Fuego, en Chile, y todo está como excesiva y celosamente conservado. El fracaso ha sido que no ha habido una visión integral de largo plazo”, dijo O’Byrne en una charla con Bichos de Campo.
Desde la cronología, en 2015 Santa Cruz logró su primer plan de manejo provincial del guanaco, tomando de referencia el de la provincia de Chubut. En 2019 se logró lanzar el Plan Nacional de Manejo de Guanaco, lo que supuso añadir el aprovechamiento racional de la especie, que hasta ese entonces solo podía ser esquilada en silvestría.
“Las experiencias concretas de esquila en el país habían sido casi nulas, muy pocas desde el punto de vista económico. Así que se veía que la única forma de hacer un mecanismo de control y aprovechamiento integral era tratando de posicionar la carne. Por supuesto que todo desde un punto de vista equilibrado. El control tenía que ser equilibrado”, sostuvo el dirigente.
Sin embargo, la falta de una continuidad en estas políticas y las presiones de algunos investigadores por conservar el guanaco hicieron que el plan no se aplicara conforme a lo esperado. Eso motivó que la población de guanacos aumentara al tiempo que la de ovinos retrocedió, movimiento que es casi irreversible.
“Hay una capacidad pastoril determinada en la Patagonia y a medida que se aumentan la bocas, baja lo que se puede manejar, que son los ovinos. A eso se suman cuatro años de sequía y el aumento de pumas y zorros colorados, que se han multiplicado en forma impresionante en los últimos 15 años en toda la región patagónica. Antes los predadores históricamente se ocupaban del 1% o 2% del stock ovino. Hoy te sacan el 10% por año de mortandad de corderos y animales grandes”, detalló O’Byrne.
¿Y cuál es la consecuencia final de esto? La desaparición de miles de productores patagónicos, fundamentalmente aquellos medianos y pequeños que ya no ven una rentabilidad posible.
-¿Seguís insistiendo con una solución o en algún momentos pensás en flaquear?- le preguntamos.
-Por ahora no, desde ya que no, pero es lo que pasa en el ambiente. Vos ves gente que ha estado 15 o 20 años luchando gremial o productivamente y tarde o temprano termina entregándose, abandonando. No tenemos que llegar a eso, sin ninguna duda. Hay que tratar desde los distintos ámbitos de entrar por un lado o por otro para que se logre hacer algo bien entendido y bien estructurado, desde todo punto de vista, público o privado, para que las cosas funcionen con una vista de largo plazo.
A continuación, agregó: “Un parque nacional o un área protegida son maravillosas pero después tiene que haber un plan, hay que manejarlo. Si los parques promocionan la depredación o la fauna indiscriminadamente sin un plan, la gente que está trabajando productivamente hace 100 años a los cinco o seis se funde porque los predadores lo derribaron. Se ve claramente alrededor de varios parques. En el Parque Monte León en Santa Cruz desde 2002 no tiene ovinos. Vos pasás y están cerrados los establecimiento de los vecinos que no tienen más producción. Está lleno de guanacos, está lleno de pumas, está lleno de zorros. ¿Y cuál es el equilibrio? ¿Cuál es la visión de largo plazo? No la hubo”.
-Pareciera que vamos dejando a la Patagonia librada a su suerte.
-Claro, es como un “dejémosla vacía, total estuvo vacía históricamente, a quién le importa”. Pero a la gente que está allí sí le importa.