Flores fósiles de 101 millones de años revelan un ecosistema oculto en Chubut.
Un equipo de investigadores descubrió en la Formación Cerro Barcino una nueva especie de diminutas flores fósiles que convivieron con los dinosaurios más grandes del planeta. La información surge según informó Radio 3.
Un tesoro microscópico del Cretácico
El hallazgo corresponde a Patagoflora minima, una especie de menos de 10 milímetros de diámetro que permaneció preservada durante 101 millones de años en sedimentos del Albiano Superior. Sus características —pistiladas, pentámeras y actinomorfas— la convierten en una pieza clave para comprender la evolución temprana de las plantas con flor.
La investigación, publicada en Cretaceous Research, detalla que estas flores aparecieron en el mismo yacimiento donde se encontró la famosa manada de Patagotitan mayorum, el dinosaurio más grande descubierto hasta ahora. La coincidencia de ambos tipos de fósiles permite reconstruir, por primera vez con esta precisión, parte del paisaje que compartieron flora y fauna en la Patagonia prehistórica.
Un registro único en Sudamérica
Los especialistas remarcan que el registro de flores fósiles del Cretácico temprano y medio en el hemisferio sur es extremadamente escaso, en parte por las dificultades de preservación. Por eso, la presencia de Patagoflora minima representa un aporte excepcional: es el primer registro de flores del Albiano para el sur del continente.
El material incluye numerosas muestras, aunque muchas están incompletas o deformadas, lo que plantea desafíos para interpretar con exactitud todos sus rasgos. Aun así, la diversidad de piezas recuperadas permitió confirmar su pertenencia a un grupo temprano de angiospermas que comenzaba a expandirse con rapidez por Gondwana.
Cómo era el entorno que rodeó al Patagotitan
La asociación de las flores con hojas, semillas, maderas fósiles y restos de titanosaurs permite elaborar una reconstrucción más completa de los ecosistemas que habitaron los gigantes patagónicos. Según los autores del estudio, este tipo de hallazgos directos —plantas fósiles preservadas junto a animales de gran tamaño— es extremadamente inusual y amplía la comprensión de cómo interactuaban ambos componentes del ambiente.
El descubrimiento abre nuevas líneas de investigación sobre la diversidad vegetal del Cretácico en Patagonia y sobre los factores que impulsaron la expansión de las plantas con flor, consideradas uno de los mayores misterios evolutivos.
Con Patagoflora minima, la Patagonia vuelve a posicionarse como una de las regiones más relevantes para entender la vida del pasado. Este pequeño fósil, casi imperceptible a simple vista, suma una pieza esencial al rompecabezas de los ecosistemas que acompañaron al imponente Patagotitan mayorum hace más de 100 millones de años.




