La propuesta se desarrolló junto al Ministerio de Educación del Chubut y forma parte del proyecto Scholas Occurrentes impulsado por el Papa Francisco, con la finalidad de fomentar la cultura del encuentro y la integración social en jóvenes de escuelas. El árbol es el cierre simbólico de un año de trabajo e intercambio entre jóvenes de todas las provincias argentinas.
Enviado desde el Vaticano, un olivo que simbólicamente cierra un año de trabajo, desde el último martes ocupa un sitio destacado en el patio de la Escuela N° 83 de Comodoro. De la actividad participaron el ministro de Educación del Chubut, Rubén Zárate, el obispo de la Diócesis de Comodoro Rivadavia, Joaquín Gimeno Lahoz, docentes y alumnos del programa de distintas escuelas de la ciudad.
El ministro Zárate señaló que “este es un programa que fue impulsado por el propio Papa Francisco cuando residía en Argentina y no era Papa, y tiene que ver con crear todo un espacio de escuelas de la vecindad -scholas occurrentes-, donde los jóvenes generan una serie de temáticas a trabajar, no solo desde los valores, sino desde las acciones que las políticas públicas y las acciones comunitarias tienen que llevar adelante para una mejor convivencia”.
“Para esta oportunidad el Papa envió un olivo, que tiene número de registro, y está bendecido por él para ser plantado en la provincia”, expresó Zárate, y señaló que el lugar fue seleccionado en el encuentro de estudiantes que se llevó a cabo en septiembre en Trelew, y del que participaron alumnos de escuelas secundarias de todo Chubut que se unieron en videoconferencia a jóvenes de otras 6 provincias argentinas para compartir sus apreciaciones, análisis y realidades.
El ministro señaló que la iniciativa “se trabaja desde los jóvenes, ellos son los protagonistas con sus propia voz y generan la agenda de temas”, apuntando que “no solo sintetizan valores sino que enuncian una serie de acciones que la política pública debe tener, y las acciones comunitarias en su conjunto, para la mejor convivencia entre los jóvenes y para los jóvenes”.
En definitiva, “es un mensaje de paz, de convivencia, y donde hay que mantener sobre toda otra situación la protección de los niños”, sintetizó Zárate.
Símbolo de paz y de fortaleza
“El olivo es el símbolo de la paz en todo el mundo”, expresó el obispo Lahoz, y recordó que de él se obtienen aceites que a lo largo de las historia han tenido usos que van más allá del culinario, ya que fue usado en aquellos que luchaban, en guerreros, para mitigar el dolor de los golpes y permitirles continuar.
Por eso remarcó que “este olivo es también símbolo de esa fuerza que como chicos y jóvenes tienen que tener presente para luchar en este mundo por todos los buenos valores, por la solidaridad, por la paz, por la justicia”, y agregó que “nunca olvidarse que ser joven es luchar por cosas grandes y nobles”.