Foto: Gustavo Di Benedetto dirigente radical, tres veces intendente de Trelew, diputado provincial y nacional.
El diputado del PJ-FpV Alfredo Di Filippo rindió un homenaje al dirigente radical, Gustavo Di Benedetto y dijo : “Arthur Shopenhauer, de quien Unamuno decía que era un hombre sin esperanza, sostenía que «La vida es un mar lleno de escollos y remolinos, que el hombre solo evita a fuerza de prudencia y de cuidados, por más que sabe que si consigue librarse de ellos con su habilidad y sus esfuerzos, a medida que avanza, no puede sin embargo evitar el grande, el total, el inevitable naufragio, la muerte, que parece correr delante de él. Ese es el fin supremo de esta laboriosa navegación, peor para el hombre infinitamente que todos los escollos de que se ha librado…”.
La muerte, uno de los grandes temas de los filósofos y pensadores de todos los tiempos es el gran enigma, para los creyentes es la esperanza de un destino de gloria posterior y para los no creyentes es la nada. Hago esta introducción porque quiero recordar a Gustavo Di Benedetto en los últimos días de su vida. En los últimos tramos de esa lucha de la que hablaba Shopenhauer, porque en esos últimos días de su vida pude apreciar, la integridad y grandeza de una persona de bien.
Los seres humanos, en nuestro corto derrotero por este mundo, y más en la actividad política siempre tenemos muchos claro oscuros, hechos aceptables, reprobables, y correctos y como tal, también Gustavo los tenía. Pero yo quiero destacar los últimos tiempos de este cálido personaje, que enfrentó la muerte y su destino inevitable con dignidad, coraje y bonhomía.
Borges siempre se preguntaba cómo se comportaría ante lo inevitable, la muerte. Se preguntaba si sería valiente…
Pués quiero recordar al Di Benedetto que terminó sus días sabiendo, con claridad, que su tiempo de vida se estaba agotando, con dignidad, afecto y respeto hacia todos los que lo tratábamos, coincidiéramos o no con él.
«Sin broncas ni rencores»
Di Filippo dijo que Gustavo «no mostraba broncas ni rencores, buscaba el consenso y los acuerdos y siempre tratando de calmar las disputas. Quiero recordar a un hombre joven que tuvo coraje ante la adversidad y diría tranquilidad ante lo inevitable de su destino buscando el afecto y los entendimientos, especialmente en la compleja y revuelta clase política.
El último día que estuvo en esta Casa lo encontré cuando iba a tomar el ascensor y me dijo “Peludo me siento mal, hoy me voy, el lunes charlamos, pero cálmense un poco, tratemos de entendernos….”.
Por supuesto faltó a la cita pero me quedaron esas palabras de un hombre que estaba al borde de la muerte, al inevitable naufragio del que hablaba Shopenhauer, sin odios, resentimientos, ni broncas sino con palabras de afecto que buscaban el entendimiento.
A ese Di Benedetto quiero recordar hoy en este recinto, al que valientemente enfrentó el inexorable destino, en paz y buscando la concordia. En ese momento es cuando se ven los hombres valientes de verdad, cabales e íntegros. Los últimos días de Gustavo fueron un ejemplo que creo debemos tomar.