Cerca del andén se concentra la zona que nuclea al museo y a los talleres.
En Chubut, más precisamente en la Comarca Andina, existe una localidad que parece detenida en el tiempo. En su tranquilo andar cotidiano, sus 3.500 habitantes siempre tienen alguna historia que contar en torno a «La Trochita», la joya histórica que los propios trabajadores supieron resguardar y transformar en atractivo turístico mundial.
El Maitén es una de las localidades que integran la Comarca del Paralelo 42. Este encantador pueblo combina cordillera, estepa, bosques, y chacras, ya que tiene la particularidad de ser un punto medio entre el Bosque Andino Patagónico y la Estepa. Cuenta con alrededor de 3.500 pobladores, lo que lo hace un lugar ideal para el descanso gracias a la tranquilidad que en sus calles se vive.
Si bien la variedad de paisajes le brinda una jugosa cantidad de atractivos, no hay lugar a dudas que tal como lo definen los propios pobladores, El Maitén es un pueblo «de puro corazón ferroviario» por su pertenencia con el ramal que le dio vida desde la década del ’40 y fuera declarado «Patrimonio de la humanidad» por sus características que lo han transformado en un atractivo turístico mundial único.
Lo cierto es que en cada esquina de El Maitén hay algún vecino dispuesto a contar alguna historia de «La Trochita», que dio vida a muchos pueblos entre Ingeniero Jacobacci y Esquel. Con sus 71 años de vida, el Viejo Expreso Patagónico, parece una postal del siglo pasado y distintivo del pueblo. Su incalculable valor histórico-cultural la convirtió en una de las reliquias vivientes del patrimonio ferroviario del mundo. El silbido de la locomotora y la nube de vapor, dan inicio a una experiencia turística de las más bellas de Sudamérica.
En ocasiones, algunas personas que disfrutaron del mágico paseo al pasado, se refieren a ella como «un museo sobre rieles único en el mundo», y no se equivocan, ya que mantiene su formación original que se remonta hacia mediados del siglo pasado, durante el apogeo del desarrollo ferroviario de la Argentina; sus singulares características, los pequeños vagoncitos, la locomotora a vapor, y su particular y estrecha trocha de 0.75 cm, la convirtieron en una excursión que despierta emociones muy fuertes en la Patagonia Argentina.
El paseo en «La Trochita» se puede hacer desde Esquel o El Maitén. Desde la localidad de El Maitén se puede realizar un recorrido de ida y vuelta hasta el Desvío Bruno Thomae, una Estación intermedia a 26 km., con una duración de dos horas y media. El tren se detiene en el puente sobre el Río Chubut, donde los pasajeros pueden descender para tomar fotografías de la postal típica de la localidad.
El servicio cuenta con guiados donde se describe la historia, datos técnicos y distintos tipos de consultas sobre este tren. Además, mientras se disfruta del entretenido recorrido, se puede acceder al servicio de Coche comedor, donde podrá disfrutar de cafetería y pastelería casera. Las tarifas para la salida desde El Maitén, según informaron a Viajes & Turismo para este verano son: para mayores, $350; menores de 6 a 12 años, $150; jubilados y universitarios, $220; y menores hasta 5 años sin derecho a asiento, sin Cargo.
Más allá del mítico paseo en tren, en El Maitén uno de los atractivos es una visita guiada a los talleres del Viejo Expreso Patagónico, donde las maquinarias y herramientas de reparación son únicas. Con ellas se realizan artesanalmente todas las piezas que ya no tienen fabricación industrial y es por este motivo que a sus operarios se los denomina «los artesanos del tren».
Al salir, frente al andén, está el Museo Ferroviario que conserva piezas, indumentaria y herramientas utilizadas en los primeros años de funcionamiento. Relatos directos de los protagonistas, trajes, fotografías, antiguas farolas y hasta una zorrita ferroviaria, completan la muestra «con toda su nostalgia a cuestas».
UN POCO DE HISTORIA
Finalizada la Primera Guerra Mundial, el gobierno argentino decidió encarar un extenso proyecto de tendido ferroviario de trocha súper económica, aprovechando los rezagos de la guerra, y aunque el proyecto original incluía varios ramales, solo se concretó el de Ing. Jacobacci (Río Negro) a Esquel (Chubut), pero si bien los trabajos del tendido comenzaron en el año 1922, no fue hasta 1945 que el tren arribó por primera vez a Esquel. La particular trocha de 0.75 cm entre riel y riel, le dio origen al nombre romántico que le otorgaron los pobladores locales al tren: «La Trochita».
En un principio «La Trochita» marchaba como tren de carga para trasladar lana, harina y maderas de los bosques patagónicos, y a partir de 1950 comenzó a funcionar como tren de pasajeros.
El viaje completo del ramal Esquel – Ingeniero Jacobacci duraba aproximadamente 14 horas, siendo el único medio de transporte ágil y económico para la época. Así era que con frecuencia los pasajeros debían cocinarse utilizando las salamandras que estaban ubicadas en cada vagón, que además de calentar el agua para los mates, cocinaban huevos fritos, bifes, y con alambres instalaban hasta tiras de asado, según relatan las historias de «La Trochita». Es por ello que se consideraban a estas salamandras el centro de reunión de los pasajeros, que en reiteradas oportunidades debían bajar de la formación con el tren en marcha para recolectar leña.
En la actualidad las Salamandras siguen funcionando para calefaccionar los vagones durante el invierno, e incluso esporádicamente se organizan viajes especiales con servicios de comidas a bordo, utilizando las mismas, un broche gastronómico en algunos viajes.
En 1978 un giro trascendental marcará la vida de este particular tren, el escritor Paul Theroux publicó la novela «El Viejo Expreso Patagónico», en el que narró su viaje en tren desde la ciudad de Boston (Estados Unidos) hasta Esquel, su viaje justamente culminaba arriba de «La Trochita», o como él mismo lo denominó en su libro: «El Viejo Expreso de la Patagonia».
Luego de sortear la difícil situación de la década de los 90´, donde el ramal fue cerrado siguiendo los lineamientos del desarme del sistema ferroviario argentino, y gracias al esfuerzo de sus empleados el ramal pasó a manos del gobierno provincial, y en 1994 inició sus paseos turísticos.
Fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1999, merecido reconocimiento luego de sobrevivir 65 años las vicisitudes del tiempo y el desarrollo tecnológico del siglo XX, recorriendo la estepa patagónica, comunicando poblados y llegando a los valles fértiles de la Cordillera de los Andes.
Actualmente las excursiones se mantienen durante todo el año, aumentando la frecuencia durante la temporada alta de turismo, pero incluso es posible realizar viajes charters recorriendo la mitad del ramal original, o sea 200 kilómetros de vía por la estepa patagónica.
«La Trochita» forma parte del patrimonio histórico y cultural de la Argentina, es un ícono cultural de la región y genera en la comunidad una sensación de pertenencia.