Salar de Atacama (pozos de potasio y litio) de la empresa chilena SQM |
El aumento del precio del mineral resucita a la empresa SQM, casi hundida por el desplome del yodo y potasio y por un escándalo de financiación política.
En las aguas subterráneas del desierto de Atacama, el lugar más seco de la Tierra, en el norte de Chile, la mayor minera no metálica del país, SQM (Sociedad Química y Minera de Chile), encontró un salvavidas cuando más lo necesitaba. Allí están las salmueras que se extraen para obtener el litio, un mineral que, con la creciente demanda por parte de la industria de los coches eléctricos y dispositivos electrónicos, aumentó su precio un 80% en 2016 y ayudó a recuperar el negocio de la compañía tras un lustro marcado por golpes en varios frentes. Con el antecedente de tener al exyerno del dictador Augusto Pinochet como accionista mayoritario, en 2015 la sacudió con fuerza un escándalo por la financiación irregular de políticos chilenos. La crisis forzó la salida del consejero delegado en plena etapa de fuerte caída de los precios internacionales del yodo y el potasio, dos de sus principales líneas de negocio. La acción de la empresa se desplomó en Nueva York de 63 dólares en septiembre de 2012 hasta los 13 dólares en el peor momento de la tormenta política. Pero en los últimos dos años, con el impulso del mineral más liviano, el valor de los títulos ha subido más de un 100%.
El Salar de Atacama, donde SQM tiene derechos de explotación sobre 196.000 hectáreas, es la punta de mayor producción del llamado “triángulo del litio”, un área geográfica que conforma con el sur de Bolivia y el noroeste de Argentina y que representa el 70% de las reservas mundiales de ese mineral y las de mayor calidad. Su riqueza, sin embargo, tiene una notoriedad muy reciente. “El negocio de SQM en el Salar de Atacama en los últimos 20 años ha sido en primer lugar la explotación del potasio, mientras que la producción de sales de litio era algo secundario”, afirma Leonidas Osses, especialista en minería no metálica y presidente de la Comisión de Litio del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile.
Los últimos resultados presentados por la empresa muestran que las cosas están cambiando. Los ingresos por ventas de carbonato de litio y derivados pasaron de 223 millones de dólares en 2015 a más de 514 millones en 2016, y superaron así a los del potasio, que en ese último año fueron de 403 millones de dólares, según los últimos resultados presentados. En SQM estiman que en 2016 la empresa realizó el 27% de las ventas mundiales de químicos de litio en términos de volumen.
La explotación de las salmueras representa el 47% de los ingresos de la minera, pero es una actividad tardía en la historia de la empresa. Fundada en 1968 como una compañía mixta público-privada, se dedicó desde su origen a la explotación de los yacimientos del mineral caliche, ricos en nitratos, yodo y potasio. Esa industria salitrera comenzó en el norte de Chile en la década de 1830, cuando el nitrato de sodio era extraído del mineral para la elaboración de explosivos y fertilizantes. A fines del Siglo XIX, el salitre era el principal motor de la economía chilena. Cuando nació SQM, sin embargo, esa época dorada ya era historia. La explotación del caliche era una industria en decadencia como resultado del desarrollo de los nitratos sintéticos varias décadas antes.
Una nueva mancha
El escándalo de 2015 por supuestos pagos irregulares efectuados con fondos de SQM a firmas y personas vinculadas a diferentes partidos políticos fue una nueva mancha para una firma que tiene un estigma de larga data. En 1971 el 100% de las acciones quedaron en manos del Estado chileno, pero en los años 80, durante la dictadura de Pinochet, la empresa fue privatizada. El entonces yerno del presidente, Julio Ponce Lerou, ocupó la presidencia de SQM tanto antes como después de su venta, y en la actualidad, a través de varias sociedades, es parte del grupo de accionistas que tiene el control de la compañía, que el año pasado facturó 1.939 millones de dólares.
Los ingresos por ventas de litio aumentaron un 131% en 2016 y representaron el 27% de la facturación total. Pero esa unidad de negocio en ascenso también tiene algunos nubarrones en el horizonte. La explotación del Salar de Atacama por parte de SQM está regida por un contrato de arrendamiento con la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), un ente estatal que es dueño de los recursos. En 2014, Corfo inició un proceso arbitral en contra de SQM, a la que acusa, entre otras cosas, de aplicar incorrectamente la fórmula para determinar los pagos de las rentas. En su demanda, la entidad estatal pide un resarcimiento de varios millones de dólares y el término anticipado del contrato, que expira en 2030.
La resolución del conflicto es crucial para la empresa por su necesidad de negociar un aumento de la cuota total de litio que tiene permitido extraer. Al ritmo de producción actual, los analistas estiman llegará al límite en cinco años. El otro gran operador en la extracción del litio del desierto de Atacama, la estadounidense Albemarle, ya negoció con Corfo un contrato por el que pagará un royalty muy superior al de su competidor chileno. El vicepresidente de la entidad estatal, Eduardo Bitrán, afirma que SQM ya ha ofrecido pagar los mismos royalties que Albemarle. Pero sus exigencias para aumentar la cuota son otras. “Se requiere un cambio del gobierno corporativo de SQM y de su estructura de propiedad”, afirma Bitrán por correo electrónico. Corfo exige que Ponce Lerou pierda el control de la compañía. El ex yerno de Pinochet, cuestionado por el escándalo político de 2015, fue asimismo denunciado en 2013 por la agencia de control del mercado de valores de Chile (SVS) por realizar operaciones de compra y venta de acciones de la minera en beneficio de sus empresas particulares y en perjuicio del resto de los accionistas de SQM.
Recientes inversiones de la minera en Argentina le ayudarán a diversificar el riesgo político. En 2016, SQM compró el 50% de la minera Exar, subsidiaria de Lithium Americas Corporation, una empresa que cotiza en la Bolsa de Toronto. El proyecto para explotar el salar Cauchari en la provincia de Jujuy tiene un potencial de producción de 40.000 toneladas anuales de carbonato de litio. La empresa chilena prevé una inversión de unos 600 millones de dólares para empezar a operar en 2019.
El País