A poco más de tres días del gran terremoto que sacudió el sur de México, las autoridades siguen encontrando muertos entre los escombros. Hasta este lunes, el número oficial de víctimas mortales había ascendido a 96, aunque podría seguir haciéndolo. La mayoría son de Oaxaca, 76, luego, Chiapas, con 16 y Tabasco, con cuatro.
Hay cientos de miles de afectados en los tres estados, sobre todo en Chiapas y Oaxaca. Este domingo, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, informaba de que sólo en el istmo de Tehuantepec, la zona más castigada por el temblor, había 800.000 damnificados. 12.000 viviendas se han caído o han sufrido desperfectos en Oaxaca y más de 40.000 en Chiapas. En muchas ciudades del país, organismos públicos, asociaciones de vecinos, sindicatos y particulares han organizado centros de acopio para recoger agua, comida, colchonetas y otros víveres y llevarlos al sur.
Protección Civil ha informado de que hasta el momento han repartido 29.510 despensas entre la población. Esto es, paquetes de alimento y bebida, agua, leche, café, arroz, frijoles… También han repartido miles de colchonetas y mantas.
Durante el fin de semana, altos cargos del Gobierno federal y de los estados afectados han visitado la zona. El presidente, Enrique Peña Nieto, ha llegado este lunes a Chiapas y su segundo, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, lo ha hecho a Oaxaca.
Algunas visitas han provocado el enfado y las críticas de la población por su falta de sensibilidad. El caso más sonado ha sido el de la actriz Anahí Puente, esposa del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, del Partido Verde. Anahí ha colgado un video en sus redes en el que dice: «Muy despeinada, muy mal arreglada, muy fea y no me importa nada. Lo que me importa ahora es ayudar a la gente. Yo sé que ustedes quieren que cante y yo sé que ustedes me quieren ver haciendo conciertos pero la verdad ahorita eso no importa».
El país sigue volcado en tareas de prevención y recuento de daños. Hasta este lunes, el sur de México había sufrido ya más de 1.000 réplicas del temblor y las casas se siguen cayendo. En Juchitán, el pueblo más afectado, en Oaxaca, la mayoría de viviendas sufrieron desperfectos. Cientos de personas viven y duermen en la calle desde el jueves. Hay familias que se han marchado a alguno de los albergues habilitado por las autoridades, pero muchos han elegido quedarse junto a su casa -los restos de su casa-, en una colchoneta, en una silla, incluso en el suelo, para evitar los saqueos.
Las autoridades han tomado Juchitán como zona cero. Es cierto que es el pueblo más afectado, pero en Oaxaca y Chiapas hay decenas de comunidades con el mismo problema. Y están aisladas. Las ayudas llegan con lentitud y a algunos sitios de momento no lo han hecho.
EL PAÍS visitó el sábado la población de San Mateo del Mar, a media hora de Salina Cruz, la ciudad más importante de la zona. San Mateo es un pequeño poblado que yace sobre una barra de arena, entre el océano atlántico y la laguna superior. El día del temblor, muchas paredes se cayeron. La arena del piso se levantó y desbarató decenas de viviendas. Salvador Palacios, un pescador de 23 años que comparte cuarto con su esposa, su mamá y tres hermanos, mostró la pared, medio caída, a centímetros de vencer la gravedad. Salvador y su familia duermen en el patio.
Ninguna autoridad había llegado hasta el sábado. Nadie había llevado víveres, ni agua, ni mantas, ni cobijas.
El sismo ha golpeado una de las zonas más pobres de México. Chiapas y Oaxaca ocupan año tras año las dos primeras posiciones en los índices de pobreza del país. Según la Comisión Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social, Coneval, en Oaxaca, el 70% de la población está en situación de pobreza, tres puntos porcentuales más que en 2010. En Chiapas, el 77%, un punto menos que en 2010.
El País