El embajador Gonzalo Martínez Corbalán rescató a la familia de Allende tras el Golpe de Estado de 1973 y estuvo a punto de sacar del país a Neruda.
A los 89 años ha muerto este domingo en Ciudad de México el hombre que, como embajador de México en Santiago de Chile, rescató a cientos de chilenos y latinoamericanos opositores a Augusto Pinochet tras el golpe militar de 1973. Gonzalo Martínez Corbalán (San Luis de Potosí, 1928) después del 11 de septiembre convirtió la legación diplomática en un lugar seguro para los perseguidos por la recién instaurada dictadura. Se calcula que unas 756 personas llegaron a México gracias a la ayuda del embajador.
«No se le negó la entrada absolutamente a nadie», recordó el diplomático en 2015, en entrevista con EL PAÍS. Desde el día 15 de septiembre y hasta junio de 1974, cinco aviones fletados por el Gobierno mexicano salieron de la capital chilena con exiliados. En la primera de las aeronaves viajó la viuda y dos de las hijas del presidente Salvador Allende, que se había quitado la vida en medio del bombardeo a La Moneda. Fue el inicio de un largo exilio de la familia en México.
«Adiós, inolvidable y valiente amigo. Gracias por protegernos», escribió esta noche en Twitter la senadora Isabel Allende Bussi, hija del mandatario socialista.
Inspirado en el presidente Lázaro Cárdenas, que abrió las puertas de México a miles de republicanos españoles perseguidos por la dictadura de Franco, Martínez Corbalán ofreció asilo a familias completas de perseguidos que con el pasar de los días se fueron hacinando en la embajada y hasta en su propia residencia. La tensión era máxima: el edificio estaba rodeado por militares y los perseguidos intentaban burlar la vigilancia de formas insólitas. Saltando las murallas y escondidos detrás de los camiones de basura o en los maleteros de coches diplomáticos.
En Chile se le considera un héroe. En 1992, en los primeros años de la democracia, el país sudamericano le concedió la Orden al Mérito. Porque Martínez Corbalán salvó muchas vidas, entre ellas las de 36 niños y 12 mujeres embarazadas. No todos lo lograron: dos jóvenes que intentaban ingresar a la embajada fueron asesinados por los militares y sus cuerpos, abandonados en la acera. «Quizá como escarmiento para otras personas que quisieran asilarse», escribió en su libro de memorias, Instantes de decisión.
El diplomático estuvo a punto de sacar a Pablo Neruda del país. Ingresado en una clínica por un cáncer avanzado de próstata, el embajador convenció al Premio Nobel de que aceptara el ofrecimiento del Gobierno mexicano y se exiliara. Juntos acordaron que el viaje sería el 22 de septiembre, pero el poeta comunista de 69 años lo pospuso a última hora. Finalmente, nunca se concretó: Neruda murió el 23 de septiembre de 1973.
En medio del caos y el horror, el embajador tuvo incluso que rescatar 164 obras de los muralistas Orozco, Rivera y Siqueiros que conformaban una esperada exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes chileno. Sería inaugurada el 13 de septiembre de 1973, pero la historia y la tragedia frustraron la apertura de la muestra. El edificio fue atacado por los militares y la misión diplomática mexicana, encabezada por Martínez Corbalán, logró rescatarlos en un operativo arriesgado. «La ruta a México es: Antofagasta, Lima, Panamá, México y escala técnica en esos lugares. Comuníquenlo al canciller Rabasa y díganle que cruce los dedos», escribió Martínez en un telegrama de la época.
El actual embajador mexicano en Chile, Rubén Beltrán, lamentó profundamente el fallecimiento de Gonzalo Martínez Corbalán. «Su labor como embajador de México en Chile es un gran legado para todos nosotros», escribió en su cuenta de Twitter. Beltrán destacó una ejemplar y valiente ejecución de la política de asilo mexicana y, según manifestó, «es una huella indeleble a honrar».
Desde este lunes al mediodía, la embajada de México en Chile abrirá un libro de condolencias en su memoria.