Después de la crisis más larga e intrincada de la historia republicana de Italia, finalmente pasó a ser hoy realidad el primer gobierno transversal y populista no sólo de este país, sino de Europa Occidental.
En una ceremonia solemne en el Palacio del Quirinal -sede de la presidencia y en los últimos días de pasión política, epicentro de un psicodrama-, el desconocido jurista Giuseppe Conte, primer ministro de un gobierno nacido de un sufrido acuerdo entre el antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y la xenófoba Liga, juró junto a sus ministros y asumió el poder. En una jornada en la que los mercados brindaron por el fin de la incertidumbre -con las bolsas en alza y el spread en baja-, vio así la luz el 65° ejecutivo de la República de Italia en 70 años.
Conte, de 54 años, será un jefe de gobierno anómalo. Débil, sin experiencia política ni autonomía, este profesor de derecho privado -hasta ahora desconocido-, será el «ejecutor» de la voluntad de la diarquía formada por el líder del M5E, Lugi Di Maio, de 31 años y de Matteo Salvini, líder de la Liga, de 45. Ellos fueron los ganadores de las elecciones del 4 de marzo pasado, que significaron un terremoto para la tradicional política de Italia. Y fueron los protagonistas de casi tres meses de extenuantes e incomprensibles negociaciones, cruces, vetos, marchas y contramarchas, parecidos a una telenovela.
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