Ayer se reunieron más de diez directores secundarios en la Escuela Nº 747, ex Colegio Nacional. Salieron a la luz más casos alarmantes de alumnos secundarios que no tienen para comer en las escuelas del valle. La crisis se venía palpando a comienzos de este año, pero se acentuó en los últimos meses.
Hay casos de padres que se han presentado llorando en las escuelas porque no pueden darle de comer a sus hijos. De hecho, en alguna situación puntual le plantearon con crudeza a funcionarios del Gobierno que hay chicos que «se fuman un porrito antes de entrar» y necesitan una taza de leche para reponerse.
Hacer rendir el dinero
El intercambio de experiencias permitió a los directores concluir que a fuerza de voluntad se puede dar respuesta a estos chicos y sortear los obstáculos burocráticos. Ahora están reclamando una «respuesta al problema de fondo» de las autoridades provinciales, porque realmente se ven «desbordados». «No alcanza con el voluntarismo», repiten. Harán circular un documento por todas las escuelas del Valle para sumar apoyos.
Algunas escuelas secundarias perciben ayuda de la Provincia, mientras que a otras se la negaron esgrimiendo problemas «edilicios» y otras cuestiones burocráticas. Los directores que perciben ayuda provincial destacaron que los mecanismos de control «son rigurosos» y el asesoramiento de los nutricionistas también es excelente.
Yendo a los números, una escuela con 320 alumnos percibe más de 100.000 pesos mensuales para asegurarle el desayuno y el almuerzo a los alumnos. Las partidas para una copa de leche rondan los 47 mil pesos en una escuela de 480 alumnos. El ex Colegio Nacional, que no recibe fondos alimentarios y los está reclamando, tiene una matrícula de 750 alumnos.
Si bien las partidas quedaron por debajo de la inflación, todos se las ingenian para que el dinero alcance y ningún chico se quede sin comida. Los directores se encargan de buscar los mejores precios para que rindan los alimentos.
Para salir de la emergencia muchos directores que no reciben partidas asumieron la responsabilidad de alimentar a los chicos con la ayuda de los vecinos. La comunidad les donó ollas y demás elementos para que ellos puedan cocinar. Se dan casos particulares en los que supuestamente la cocina de la escuela no reúne los requisitos para cocinar. El punto es que la necesidad de comida está y en todo caso creen que el Estado tendría que hacerse cargo de mejorar las instalaciones. Comentaron que por ejemplo se dio una situación en la que Provincia no dejaba cocinar porque la escuela «no tenía tazas de acero inoxidable». Frente a esto, los padres firmaron un documento «aceptando que les sirvan el desayuno a sus hijos en tazas de plástico», comentaron.
El Chubut