Asediado por los escándalos sucesivos de masivos abusos sexuales de menores por curas pederastas, cubiertos en sus crimines por obispos y otros superiores en varios países, el Papa afrontó este lunes la peor crisis de sus más de cinco años de Pontificado con una carta abierta “al Pueblo de Dios” en la que admite que el dolor de las víctimas “durante mucho tiempo fue ignorado callado o silenciado”.
“No mostramos ningún cuidado por los más pequeños, los abandonamos”, agregó dramáticamente el Pontífice, seriamente golpeado en una Iglesia de 1300 millones de bautizados, cada vez más desprestigiada por la continua reiteración de estos escándalos desde hace años.
“Con vergüenza y arrepentimiento como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y gravedad del daño que se estaba causando con tantas víctimas”.
La carta abierta de Francisco se hizo necesaria ante el estallido delpeor escándalo en Estados Unidos, donde ya hubo varios, por la cadena de horrores revelados en un informe en el estado de Pensilvania, donde se estableció que en décadas, 300 sacerdotes abusaron de más de mil niños y adolescentes.
«El tiempo se acaba para todos nosotros, líderes de la Iglesia. Los católicos han perdido la paciencia en nosotros”, dijo el Papa. “Tanto los católicos como la sociedad civil han perdido además la confianza en los obispos de la Iglesia de Estados Unidos”, afirma en otra carta abierta el cardenal Sean O’ Malley, arzobispo de Boston, quien sustituyó en 2002 en el cargo al cardenal Bernard Law, quién protegió a numerosos curas pederastas y debió refugiarse en el Vaticano para salvarse de la cárcel en Estados Unidos.
La contemporaneidad de las cartas del Papa y O’Malley describe la amplitud y gravedad de la crisis, pues el arzobispo de Boston es el presidente de la Pontificia Comisión de Defensa de los Menores que Francisco nombró en el Vaticano.
“Hay momentos en que las palabras nos fallan, cuando no captan la profundidad de las situaciones abrumadoras que enfrentamos en la vida”, escribió O’Malley, de gran prestigio pues limpió la arquidiócesis de Boston de curas pederastas y obispos que los protegían.
La cobertura de las jerarquías eclesiásticas es actualmente el aspecto más deplorable y agudo que sufre la Iglesia, pues prácticamente ningún obispo o cardenal ha sido juzgado por el Vaticano y condenado por ocultar o ser directamente cómplice de los curas abusadores sexuales.
Que el Papa haya elegido la carta abierta al Pueblo de Dios, un mensaje que raramente emplea el Pontífice, dramatiza aún más la situación.
Jorge Bergoglio viajará este fin de semana a Irlanda para presidir los actos finales de la fiesta mundial de las Familias. Irlanda convalece con dificultad con una devastadora crisis por la acción durante décadas de sacerdotes depredadores de niños y adolescentes. También por el espantoso mal trato que sufrieron miles de muchachas pobres, madres solteras internadas en escuelas católicas donde eran cruelmente tratadas. Tras el estallido del escándalo, el catolicismo irlandés ha sufrido un notable desprestigio, con millones de fieles que abandonaron la Iglesia. En un reciente referéndum, los irlandeses votaron en favor del aborto.
En su carta abierta a los católicos del mundo, el Papa destaca también la relevancia de admitir y condenar los hechos. Francisco escribió que “los católicos laicos deben implicarse en los esfuerzos para eliminar abusos y encubrimientos”.
Jorge Bergoglio criticó la cultura clerical, “mediante la cual los líderes de la Iglesia se preocupan más por su reputación que por la seguridad de los menores”.
“El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado», expresó el Papa.
En las tres páginas de la misiva el Papa argentino critica que hubo “decisiones que aumentaron la gravedad, cayendo en la complicidad”.
Señala que en varias partes del mundo se está trabajando para proteger la integridad de niños y adultos, aplicando la “tolerancia cero”, pero reconoce la Iglesia se demoró “en aplicar estas acciones y sanciones tan necesaria” aunque confía e que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado”.
El Papa invita también a los miembros de la Iglesia a la oración y el ayuno, para que “despierte nuestra conciencia, solidaridad y compromiso con el ‘nunca más’ a todo tipo y forma de abuso”.
“Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de cuidar a los más vulnerables”.
El Papa insta a impulsar “caminar en la verdad apoyando todas las mediaciones judiciales que sean necesarias”.
“Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos”, concluye la carta abierta.
Es inevitable que el próximo fin de semana el tema de la crisis de la Iglesia, por su deficitaria acción en la lucha contra los curas abusadores y las jerarquías eclesiásticas que los protegen, esté presente con el Pontífice en la reunión mundial de las familias en Dublín.
Por pedido de la Pontificia Comisión de defensa de los menores que preside el cardenal O’Malley, el Papa creó hace más de dos años un tribunal pontificio para juzgar a los obispos negligentes o cómplices de los pederastas, que no aplican la “tolerancia cero”. El tribunal recibió fondos y todo lo necesario para comenzar a funcionar pero pasó el tiempo y de este importante organismo no se dio más información. Al final se supo que había sido suprimido porque dicasterios como la Doctrina de la Fe y la Congregación para los Obispos “tenían los poderes para juzgar estos eventos”.
Hasta ahora no se sabe de ningún obispo que la Iglesia haya procesado. Un obispo australiano fue hallado culpable y condenado a prisión en su país. Como el Vaticano no se movía, el premier australiano pidió al Papa que destituyera al obispo, que recién un mes después aceptó renunciar. Pero no se sabe si la Iglesia ha decidido echarlo de sus filas.
En general, todas las causas canónicas se llevan adelante sin dar ninguna información en el caso de los curas abusadores. El silencio es hermético cuando se trata de un obispo o cualquier otra autoridad eclesiástica.
Muchos se preguntan como hará la Iglesia para salir de entre las cuerdas. El Papa, obispo de Roma, pidió a los episcopales italianos que denuncien a la justicia penal del país a los curas abusadores. Pero muchos obispos respondieron que de acuerdo al concordato entre Italia y el Vaticanos, están excluidos de esa obligación.
Clarín