Cada día que pasa es un verdadero suplicio para las empresas. A la caída de ventas y la elevada presión impositiva, se suma ahora el costo astronómico de salir a buscar financiamiento de corto plazo. Descontar en un cheque de una empresa de primerísima línea no baja del 95% anual. Y lo mismo sucede con los adelantos de cuenta corriente. Ante este panorama, el horizonte para hacer planes de un empresario PYME se achicó dramáticamente: «Hay que llegar hasta fin de año y después ver qué pasa», repiten.
El aumento astronómico de las tasas responde a una política deliverada del Banco Central. Es en realidad la consecuencia del plan de «emisión cero» que ya lleva tres años y que consiste básicamente en quitar todos los pesos sobrantes de la economía.
Esa aspiradora está funcionando a todo ritmo, provocando la escasez del crédito y el consiguiente aumento del costo del dinero. Las Lelic que coloca el BCRA tienen tasas del 73% anual y a su vez permiten que los bancos paguen tasas de plazo fijo superiores al 50% anual para captar depositantes.
La aspiradora del Central viene funcionando de acuerdo a lo negociado con el FMI. La consecuencia es una caída del crédito al sector privado y un aumento muy fuerte de las tasas de interés.
Bajar la tasa de interés es imprescindible para sacarle la soga del cuello a las empresas y pensar en algún momento en reactivar la economía. Pero para el titular del Central, Guido Sandleris, no llegó el momento de aflojar ni mucho menos.
Ya la última vez que se intentó bajar la tasa por presión política fue en el polémico 28-D, cuando a fines del año pasado se relajó la meta de inflación, presionando a una reducción por parte del Central. Desde entonces, la tasa pasó del 27% anual (en aquel momento ya se la consideraba alta) al 73% actual.
Las PYMES están atravesando un momento dramático. Descontar un cheque de primera línea en un banco cuesta el 95% anual. Hay algunas opciones que permiten financiarse todavía al 40% pero no es para todas.
Hay dos factores que impiden al BCRA aflojar la tasa de interés. Son los siguientes:
1 . La inflación continúa muy alta. Es el motivo que esgrimió en el Coloquio de IDEA el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Allí continuó con la línea que ya había comentado en reportaje con Infobae, cuando describió a la inflación de septiembre y octubre como un «fenómeno transitorio». La mirada está puesta en lo que pueda suceder en noviembre y diciembre, cuando se espera que la disminución resulte significativa. Con mucho viento a favor, los índices se ubicarían levemente por encima del 3% cada mes. Pero faltan varias semanas para determinar si realmente en noviembre se consolida esta tendencia, en base a los datos que a diario monitorean en al institución.
2 . El dólar viene cayendo, pero rebotó en las últimas jornadas: llegó a tocar los $ 36 en el mayorista el martes, pero luego repuntó y cerró la semana a $ 36,65, mientras que el minorista repuntó a $ 37,50. Aunque no lo digan, la estabilidad del dólar es lo que finalmente permitiría al BCRA empezar con la baja de tasas. En la medida que persista la presión sobre el tipo de cambio, resulta imposible empezar el proceso de reducción de tasas.
El «proceso virtuoso» que permitiría la baja de tasas se produciría cuando el dólar toque el piso inferior de la banda cambiaria, que a fin de mes ya estará en los $ 35 y que a fin de noviembre ya se ubicaría arriba de los $ 36 (se ajusta un 3% mensual hasta fin de año). En ese momento, el Central quedaría habilitado a comprar dólares y al mismo tiempo inyectar pesos sin necesidad de absorberlos. Ése fue el pacto negociado con el FMI, cuyo directorio dará el visto bueno oficial el próximo viernes.
El Central no está dispuesto a dar pasos en falso. Hasta que no se consolide la estabilidad del dólar y haya señales claras de una baja de la inflación no habrá rebaja de las tasas de interés. Es decir no se aflojará el plan monetario.
Por eso resulta clave seguir la evolución del tipo de cambio en las próximas semanas. Por el momento, se volvió a la lógica de ofrecer una tasa super alta en pesos para frenar la fuga al dólar. Se trata de una estrategia siempre riesgosa: en el momento que crece la desconfianza no hay «zanahoria» que alcance para contener la fuga a la divisa, tal como sucedió entre abril y agosto. La diferencia es que ahora el tipo de cambio es más alto y la tasa sensiblemente más alta que en aquel período.
En el Gobierno siguen con atención la complicada situación que atraviesa la mayoría de las empresas, excluyendo a las pocas que exportan regularmente y se benefician con un dólar mucho más alto. Pero la inmensa mayoría presenta serios problemas. El rechazo de cheques se multiplicó, las demoras en los pagos son moneda corriente y crece el número de empresas que opta por el concurso preventivo. De esa manera no sólo dejan de hacer frente a sus deudas, sino que además quedan congeladas en pesos hasta llegar a un acuerdo con sus acreedores. Es la manera de ganar tiempo, aunque en muchos casos se abusa de la crisis para sacar ventaja a costa de los proveedores.
La foto del sistema financiero refleja los efectos de la nueva política implementada por el BCRA. En los últimos 30 días el crédito se contrajo casi 1%, pero si se tiene en cuenta la inflación de casi 7% la merma es mucho mayor en términos reales. Y por el otro lado los plazos fijos del sector privado crecieron 12%, casi $ 100.000 millones en apenas un mes. Por lo tanto, a este nivel de tasas y de dólar, aumentó la cantidad de inversores que optó por quedarse en pesos. También vienen creciendo los plazos UVA, aprovechando el ajuste mensual de 6,5% que viene del último dato de inflación de septiembre.
Mientras tanto, las herramientas que tiene el Gobierno para aliviar la situación de las empresas y en particular de las PYME son muy limitadas. Dujovne decidió no renovar la línea subsidiada que ofrecían los bancos públicos, con descuento de cheques al 29% anual. Fue después de que se agotara el cupo de $ 29.000 millones. Los bancos Ciudad y Provincia, no obstante, mantienen pequeños cupos para descontar al 40%. El BICE y un fondo capitalizado con aportes de aseguradoras con $ 6.000 millones destinan unos 150 millones de pesos diarios para descontar cheques a empresas vía Mercado Argentino de Valores, también a tasas del 40%.
Se trata, de todas formas, de opciones más baratas disponibles para un número limitado de empresas que no llega a cambiar la tendencia del mercado.
Para ver un verdadero alivio en materia de tasas falta mucho. El primer paso es estabilizar al dólar, pero sólo van tres semanas desde que arrancó el nuevo sistema de bandas. Demasiado pronto para cantar victoria. Y también falta para empezar a ver señales más concretas de un alivio en los niveles de inflación.
Lo más relevante será ver si en los próximos meses aumenta la demanda de dinero. En otras palabras, si los argentinos tienen ganas de tener más pesos en vez de seguir corriendo al dólar. Allí estará la respuesta para entender si hay chances de una baja de tasas que le dé un respiro a una economía cada vez más complicada.
infobae