Ni las bajas temperaturas ni la lluvia desalentaron a los cientos de vecinos que se acercaron a una cafetería céntrica para quedarse con el puesto de ayudante de cocina.
La búsqueda de un ayudante de cocina en una cafetería céntrica generó una gran convocatoria para quedarse con el puesto. El llamado estaba dirigido a personas con y sin experiencia en el rubro, pero con predisposición para tareas de cocina y elaboración de productos. Postulantes de diversas edades se acercaron a dejar su currículum al local ubicado en Pellegrini, entre San Martín y Rivadavia.
El café ubicado en Pellegrini al 800 publicó un aviso de búsqueda de personal. “Se solicita ayudante de cocina (ni chef, ni cocinero). Buena predisposición para tareas de cocina, para cafetería. Horario cortado: de lunes a sábado. Elaboración básica de productos. Presentarse con CV el miércoles de 15:30 a 16:30 (pasado el horario no se recibirán más CV). Pellegrini 850”, fue el anuncio que publicó el comercio y generó que ya varias horas antes se formara una fila de alrededor de una cuadra y media.
Como la edad ni la experiencia eran requisitos, numerosas personas llegaron con la esperanza de encontrar una salida a la crisis económica. Una de ellas fue Claudia de 45 años, ama de casa, que llegó con una carpeta con su CV. “Vine con la esperanza de encontrar trabajo. Desde hace dos años que estoy buscando trabajo porque mi marido trabajaba en el petróleo y lo echaron. Ahora hacemos changas y tratamos de salir adelante pero es cada vez más duro”, lamentó en diálogo con El Patagónico.
“Todos los locales buscan gente con experiencia o menores de 30 años para trabajar. Lo que no saben es que las ganas de trabajar las tenemos todos, no es algo de edad. Ojalá que más empresas sigan este ejemplo porque de alguna manera te dan una esperanza de que algo podes conseguir”, destacó a El Patagónico.
Mabel, de 24 años, se enteró de la búsqueda a través de las redes sociales. “Me avisó una amiga hoy (por ayer) y como pude me vine”, contó. La joven estudiaba la carrera de Contador Público en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco pero tuvo que dejar sus estudios para ayudar a su familia.
“Me falta un año y medio y me recibo, pero las cosas en mi casa comenzaron a ponerse difícil y decidí darles una mano. Es difícil dejar los libros cuando te falta tan poco, pero el contexto del país nos hace elegir entre trabajar y estudiar”, contrastó.
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