Amenazó con imponer leyes de la dictadura antes posibles protestas de “la izquierda”. Y hasta sus aliados y el Jefe de Estado lo cuestionaron.
El centro político de Brasil, conformado por los partidos tradicionales del país, y la izquierda a la que ese espacio sacó del poder en el 2016 con la destitución de Dilma Rousseff, se unieron el jueves para repudiar lo que consideraron una amenaza al orden democrático del diputado Eduardo Bolsonaro, hijo presidencial 03.
Eduardo, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja y a quien su padre, el presidente Jair Bolsonaro, propuso infructuosamente para ser embajador de Brasil en Washington, dijo en una entrevista al hablar de la situación de Chile que, si la izquierda se radicaliza en su país, sería necesaria la instauración de un régimen de excepción.
“Va a llegar un momento en que la situación va a ser igual a la del final de los años ´60 en Brasil, cuando secuestraban aeronaves, ejecutaban y secuestraban grandes autoridades, cónsules, embajadores, ejecución de policías, de militares. Si la izquierda se radicaliza a ese punto, necesitaremos tener una respuesta”, dijo Eduardo.
“Y la respuesta, puede ser vía un nuevo AI-5, vía legislación aprobada a través de un plebiscito”, agregó.
El AI-5, como se conoce al Acta Institucional 5 de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, fue un decreto firmado por el mariscal Arthur da Costa e Silva en 1968, un año después de asumir la presidencia.
La resolución, que precedió a la etapa represiva más intensa del régimen, permitió cerrar el Congreso, otorgar poderes especiales al jefe del Ejecutivo para anular mandatos de autoridades y suspender derechos políticos y la garantía del hábeas corpus.
La reacción contraria del Congreso, el Supremo Tribunal Federal (STF) y de partidos opositores a Bolsonaro fue inmediata y firme, y el mandatario, enfrentando la indignación que recorrió Brasilia, reaccionó desautorizando a su hijo.
“Quien quiera que sea que hable de AI-5 está soñando. ¡Está soñando!”, dijo Bolsonaro a periodistas, que le preguntaron si exigiría una retractación a su Eduardo. “Exijan eso ustedes a él. Él es independiente. Tiene 35 años, si no me equivoco. Si él dijo eso, que no lo sé, lo lamento. Lo lamento mucho”, respondió.
El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del partido Demócratas, fue lapidario, y dijo que Eduardo Bolsonaro podría ser castigado por su declaración.
“Brasil es una democracia. Manifestaciones como la del señor Eduardo Bolsonaro son repugnantes desde el punto de vista democrático, y tienen que ser rechazadas con toda la indignación posible por las instituciones brasileñas”, dijo Maia.
“La apología reiterada a instrumentos de la dictadura es pasible de castigo por las herramientas que tienen las instituciones brasileñas. Nadie está inmune a eso. Brasil jamás regresará a los años de plomo”, agregó Maia, quien, como la mayoría de los legisladores del país, está identificado con las reformas económicas liberales que promueve el gobierno de Bolsonaro.
Fernando Haddad, ex ministro de Educación, ex alcalde de San pablo y ex candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) dijo que el “único castigo que cabe” para Eduardo Bolsonaro “es el de perder el mandato” de legislador.
El juez del Supremo Tribunal Federal (STF) Marco Aurelio Mello dijo, lacónicamente, que “los vientos, poco a poco, están llevándose los aires democráticos».
Pese a los repudios, a los que se sumaron dirigentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) e incluso legisladores oficialistas, Eduardo reafirmó sus declaraciones usando las redes sociales.
Primero, posteó un video de su padre de 2016, cuando al votar la destitución de Dilma Rousseff en el Congreso hizo un homenaje a la memoria de un torturador, el coronel Ustra, uno de los símbolos de la represión durante la dictadura brasileña.
Luego, tras mencionar varios ex guerrilleros, entre ellos la ex mandataria, que actuaron en la década de 1960 llevando “pánico y terror a Brasil”, denunció que “hoy la estrategia se repite en Chile y la izquierda brasileña está loca para traer eso” al país.
Al final del día, Eduardo ensayó un pedido de disculpas, que dirigió a aquellos que “hayan entendido que estoy estudiando el retorno del AI-5 o que el gobierno estudiaba alguna medida en ese sentido”, informó El Clarín.