Como en la década del 90 cuando un sector social veía con buenos ojos la llegada de los todo por dos pesos con productos chinos a nuestro país, hoy son los mismos que miran las acciones del histriónico funcionario provincial de manera positiva.
En aquella época accedíamos a productos que estéticamente eran impecables, pero comprábamos un destapador que dejaba de funcionar en la primera botella que destapábamos. Hoy con Massoni nos está pasando lo mismo, tenemos a simple vista un funcionario que aparece todo el tiempo y en los lugares apropiados al mejor estilo Das Neves en su primera gestión. Sin embargo ¿Qué pasa cuando se apagan las cámaras?
Nos interesa ir un poco más allá de las luces y los fantasmagóricos operativos policiales que vemos a diario en las calles de las ciudades chubutenses. No podemos quedarnos con eso y dejar de ver los abusos de poder cuando el aparato ideológico del Estado actúa tan siniestramente contra los sectores populares.
Las fuerzas del orden conducidas por un funcionario político preocupado más por su propia imagen, que por el funcionamiento de los controles para evitar la propagación de la pandemia, generan una preocupante situación que atenta y vulnera nuestros derechos.
Además de los abusos de poder que vemos a diario en todo el territorio provincial, cuando se apagan los fuegos artificiales vemos por ejemplo como colectivos y camiones ingresan a la provincia desde el norte del país sin ningún tipo de control. Esto nos cala hondo y nos empieza a preocupar como en la década del noventa nos preocupaba que se aniquilara la industria nacional y despedazara el empleo.
En ese lugar de confort donde se encontraban aquellos que mantenían su empleo y podían viajar al exterior no nos gusta estar, porque convivimos a diario con la sociedad en su conjunto y no solo con ese sector.
Entonces vemos en esta dicotomía un mal endémico, podremos dimensionar el daño social que provoca un funcionario que actúa literalmente para las cámaras o necesitaremos una crisis como la del 2001 para dar cuenta de lo nocivo de este tipo de decisiones políticas.
El gobernador Arcioni tiene una provincia prendida fuego, donde no puede pagar ni siquiera los salarios de los trabajadores y desde Nación llegan ayudas cada vez más a cuenta gotas.
En este marco, la Secretaría de Derechos Humanos de Nación presentó habeas corpus para intentar limitar los excesos de poder ejercidos por las fuerzas de seguridad conducidas por Massoni, sin embargo Arcioni ya tuvo un primer gesto días atrás al ratificar en el cargo a al director de Seguridad, Paulino Gómez, luego de que se filtrara un audio en el que ordenaba “meter gente en cana”.
Bajo esta lógica, no nos queda más que pensar que el gobernador seguirá “bancando” los abusos de Massoni y tendremos que esperar a otra escala que explote la provincia, como explotó el país con la crisis del 2001, para que finalmente haya un giro de timón.