En diálogo con Télam, la secretaria de Gestión y Empleo Público de la Nación sostuvo que esta revalorización provocó «una embestida de las élites económicas» hacia el Estado, aseguró que «el mundo no va a ser igual» post pandemia y analizó qué lugar ocupará el teletrabajo en la nueva realidad.
Por Laura Capriata
La secretaria de Gestión y Empleo Público de la Nación, Ana Castellani, consideró que, en el marco de la pandemia de coronavirus, el rol del Estado «se puso nuevamente en valor para la mayor parte de la ciudadanía» y pidió visibilizar a todos los trabajadores que hacen que esas políticas «que se piensan desde la cabeza del Gobierno se materialicen y lleguen» a la gente.
En una entrevista con Télam, la socióloga e investigadora del Conicet sostuvo que esta revalorización provocó «una embestida de las élites económicas» hacia el Estado, aseguró que «el mundo no va a ser igual» post pandemia y analizó qué lugar ocupará el teletrabajo en la nueva realidad.
– Télam: ¿Cómo se resignificó el rol del Estado a partir de la pandemia?
– Ana Castellani: El Estado se pudo poner en valor porque en un contexto tan crítico y excepcional se hizo evidente la necesidad de la coordinación desde lo público y el rol de las instituciones públicas. Lo hizo desde el punto de vista sanitario, donde no hay dudas de que no podía quedar en manos del mercado, pero también desde lo económico y social. El rol del Estado se puso nuevamente en valor para la mayor parte de la ciudadanía, que entiende que el Estado es el que debe dar respuesta. Eso implica una alteración en la relación entre el Estado y las élites económicas, que lo visualiza como una amenaza, y ahí aparece una embestida contra ese propio Estado. En un contexto donde la ciudadanía ve con claridad la necesidad de que existan esas instituciones, el ataque pasa por decir cuán malo es el Estado. Ya no cuestionan que tenga que intervenir sino que se dice que lo hace mal, porque es un estado bobo, ineficiente, o bien -desde una postura más extrema- se dice que está avanzando sobre libertades individuales, y advierten los peligros que encarna esta revalorización.
T: Usted habla en sus ponencias sobre este tema de una paradoja provocada por esta situación. ¿Cuál es?
AC: La gran paradoja es quejarse por la excesiva avanzada estatal y, a la vez, porque están todos los empleados públicos sin hacer nada. No se entiende cómo podría avanzar el Estado sobre la sociedad si sus empleados no están haciendo nada. Se asocia al Estado con ciertas ventanillas de atención al público, que hoy están cerradas para la atención presencial, pero no quiere decir que no funcionen. Muchos de esos trámites se pueden seguir haciendo por vía remota. Pero además es creer que lo único que hace el Estado es esa atención al público. Se piensa que por un lado hay funcionarios arriba, que cambian con cada gobierno, que diseñan políticas públicas y después un montón de empleados que ponen sellos y reciben papeles en las ventanillas, y en el medio un agujero negro. Es clave la visibilización de esa enorme mayoría de empleados, que son los que hacen que esas políticas que se piensan desde la cabeza del gobierno se materialicen y lleguen a la gente. Si no parece que hubiera duendecillos mágicos que convierten los deseos de los funcionarios en respuestas concretas.
T: ¿Una crisis sanitaria puede ser la oportunidad de mejorar?
AC: Esta crisis es la oportunidad de demostrar con claridad que las instituciones públicas son las que debemos dar respuestas a las necesidades de la ciudadanía, que eso es la función pública, y que en esa respuesta interviene un sinnúmero de personas. Dicen que el Estado es una estructura burocrática, anquilosada, sin embargo en una semana logró que el 63% de su personal civil trabajara desde la casa, cuando nunca antes se había instrumentado. Pero esto se oculta. Se presenta como la mayoría del Estado se retira a su casa y no hace nada, y los que quedan hacen todo, incluso avasallando todo.
T:¿Cuáles son las estadísticas sobre cómo trabaja el Estado hoy?
AC: Del total de la administración pública civil -la otra mitad son Fuerzas Armadas y de Seguridad- el 63% está trabajando de manera remota desde su casa, el 14% presencialmente, un 18% está de licencia en su mayoría por cuidado de hijos menores y solo un 5% está en su casa sin poder trabajar porque requiere presencialidad su tarea, como limpieza, cadetería, recepción.
T:¿Cuál fue hasta ahora el resultado del teletrabajo? ¿Es algo que vino para quedarse?
AC: No sé en otros ámbitos. En la administración pública hay que discutirlo en el ámbito paritario, porque no es una decisión unilateral. Tiene que surgir de un diálogo con quienes representan a los trabajadores porque hay un sinfín de situaciones a considerar y no es un fenómeno para tomar livianamente. Además iniciamos una encuesta que busca indagar en esta situación, no solo datos sino también de opinión con preguntas más abiertas, valorativas sobre la experiencia, lo bueno como lo malo. Esperamos cuando esté lista tener un volumen de datos que arrojen resultados sólidos. No hay que eludir ese debate, hay que darlo, pero con datos, evidencias y la participación de todos los actores. Hoy lo hacemos porque no hay otra alternativa. Por otro lado, como socióloga digo que se sale de esta emergencia diferente de como se entró. El mundo no va a ser igual porque no es una experiencia menor, sino que trastoca sociabilidades elementales. Todo lo que antes era normal, lo cotidiano, está puesto en suspenso.
T: Hablamos del rol del Estado en la pandemia. ¿Pero qué viene hacia adelante?
AC: El Estado después de la pandemia va a tener que trabajar sobre una sociedad diferente. Hoy nos estamos acostumbrado, por ejemplo, a que millones de trabajadores informales resolvían sus necesidades cotidianas sin requerir una política pública concreta. Hoy su sustento está impedido y obliga a pensar políticas para garantizarles ese sustento. Lo mismo con las cuestiones de hábitat. La epidemia hace más evidente que seguir viviendo en condiciones de hacinamiento en las grandes ciudades es inviable. Y el transporte público como estaba funcionando también es inviable. El desafío que le imprime a la acción estatal es ver cómo aquellas cosas que ya estaban cristalizadas, que formaban parte de la agenda de problemas, pero uno tenía tiempos más largos para resolver, hoy requieren una respuesta más urgente, señaló Télam.