La mujer que rompió el equilibrio del gabinete de Mariano Arcioni -y puso en duda la autoridad del propio gobernador y de un ministro «pesado»- irrumpió en la política chubutense hace menos de cinco años. Ese corto período le bastó para llamar la atención de la sociedad en primera instancia -incluyendo el episodio de su foto con la camiseta de la selección- y luego del Poder Judicial, que ahora la investiga. Gracias a las redes sociales convirtió su propia vida casi en un reality show, que seguramente ofrecerá nuevos capítulos en los meses por venir.
Tras trabajar varios años como terapista ocupacional, María Cecilia Torres Otarola (Trevelin, 1980) se hizo conocida fuera de Esquel en las elecciones de 2015, cuando se declaraba fervorosamente kirchnerista. En tal condición integró la boleta del Frente Para la Victoria que ganó en la categoría de diputados provinciales.
Si algo no se le puede negar es que tuvo timming para estar siempre en la vereda del sol. Una vez radicada en Rawson comenzó a hacerle llegar mensajes de amistad a quien había criticado hasta pocos meses antes: Mario Das Neves.
El tres veces gobernador había asumido su tercer mandato y carecía de mayoría en la Legislatura. Torres Otarola coqueteó un tiempo con Carlos Linares, pero terminó en los brazos de Das Neves. Algún guiño oportuno del titular de la Cámara de Diputados, Mariano Arcioni, seguramente la ayudó a tomar su decisión. Torres Otarola tenía entonces como asesor a Federico Massoni, quien bien pudo haber sido el nexo con el hoy gobernador.
En paralelo, «la tía Chechu» -como le gustaba que la llamaran los jóvenes a los que reunía en su ciudad para conversar de política- comenzó a trascender los límites de la política a través de algunas acciones pretendidamente naif. Su trend topic fue aquella sugerente imagen casi hot con la camiseta de la Selección. También ganaron links y posteos sus confesiones en Facebook acerca de lo duro que era para una mujer mantener hijos menores sin recibir ayuda de su padre, pese a que éste precisamente no pasaba privaciones. En cuanto a las críticas de su hermano desde Trevelin, prefería ignorarlas.
Un voto hoy, un cargo mañana
En la Legislatura, «Chechu» cotizó su banca en momentos claves de la reciente política, como cuando a fines de 2018 apoyó el llamado anticipado de elecciones a gobernador. Le hubiera gustado ser parte de la boleta de Chubut al Frente que encabezaron Arcioni y Ricardo Sastre, pero en la lista de diputados había muchos compromisos y solo 16 lugares.
Sin embargo, tuvo premio y fue designada ministra de Desarrollo Social, Familia, Mujer y Juventud. Eso ocurrió hace apenas siete meses, tiempo que le bastó para ascender y caer vertiginosamente, siempre haciendo mucho ruido.
Se peleó con intendentes por temas específicos de su cartera, mientras le generaba al gobernador más problemas de los que ya tenía; como cuando su delegado en Esquel fue sorprendido en estado de ebriedad. El funcionario tenía antecedentes penales, pero la ministra adujo que ignoraba que debía pedirles certificado de antecedentes a sus colaboradores.
El primo, la masajista y la niñera
Después llegó el escándalo con su primo Martín Sandoval, la masajista y la niñera que llegó a directora. El contador la denunció por varias irregularidades luego de ser expuesto por la masajista de Esquel. Ya no era el colaborador que la acompañaba desde sus tiempos de diputada. Sandoval se había ido y terminó aportando información en la Justicia sobre contrataciones de Torres Otarola que no serían legales.
Así se llegó a los 24 «ñoquis calientes» que motivaron la intervención del fiscal jefe de la Unidad Anticorrupción, Omar Rodríguez. Fue por ese tema que Arcioni decidió echarla; aunque le encargó la tarea del despido a Andrés Meiszner, tal vez para hacerle pagar el costo político al hombre de Quilmes.
Sin embargo, Torres Otarola nunca se fue, como quedó evidenciado en los allanamientos realizados el pasado miércoles 8. La ex ministra fue sorprendida en su oficina pese a que había renunciado una semana antes, luego de conseguir reunirse con Arcioni y protestar airadamente por tener que dejar un cargo aduciendo que «le cortaron las piernas a un equipo de calidad».
«Torres Otarola estaba en el lugar como si fuera un día normal de trabajo, pero no entorpeció la investigación», le dijo este jueves el fiscal Rodríguez a la radio La Petrolera.
«La ex ministro Torres Otarola hizo ingresar a su niñera haciendo creer que prestaba un servicio para el Estado y en realidad no lo hacía. Solo estaba a cargo de los hijos de ella. Esta persona cobraba un sueldo elevado y no cumplía ningún tipo de función acorde a la función para la que se la había contratado», dijo el funcionario judicial.
Sería uno de los casos. También está el de un ciudadano peruano -con antecedentes de violencia de género- que no tendría residencia en Chubut y que alguna vez habría sido jardinero de la ex funcionaria; el de una mujer que sería madre de un abogado ya involucrado en causas de corrupción; y otros 20 casos por el estilo.
Además -siempre según el fiscal- «le pedía a sus asesores la mitad de su sueldo y lo depositaba en la cuenta de su niñera. Desde allí, la niñera hacía las transferencias a la ex ministro a través de diferentes cuentas. Se depositó más de un millón y medio a las diferentes cuentas de Torres Otarola en los últimos cuatro años».
Durante los allanamientos, «abrimos legajos de estas personas contratadas y no hay ni siquiera una foto del DNI. No se sabe si tienen el secundario completo; si tienen antecedentes penales; si están bien de salud… las carpetas solo tienen nombre y están vacías».