El apoyo brindado por Donald Trump a Israel, a punto tal que dejó de considerar ilegales a los asentamientos israelíes en los territorios palestinos, obliga ahora al presidente estadounidense Joe Biden a impulsar la solución de los «Dos Estados» para reactivar el proceso de paz en Medio Oriente.
La decisión de Biden, anunciada esta semana por el embajador interino de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Richard Mills, fue bien recibida por el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), del presidente Mahmud Abbas.
El diplomático señaló que el Gobierno estadounidense espera revertir también la decisión de Trump que puso fin en 2018 a la ayuda de millones de dólares de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos. Este organismo brinda asistencia a 5,5 millones de personas.
Trump también cerró el mismo año la oficina de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Washington, diciendo que sus líderes habían fracasado en comprometerse con los esfuerzos de paz en la región.
Y a mediados de noviembre de 2019, el Departamento de Estado señaló que los asentamientos hebreos en Cisjordania, conquistados en la Guerra de los Seis Días de 1967, no violan el derecho internacional como sostienen las Naciones Unidas y la Unión Europea (UE).
Con otra mentalidad política, Biden tratará de dialogar con el liderazgo palestino, aunque no modificará el reconocimiento que hizo Trump de Jerusalén como capital de Israel, tras trasladar la embajada estadounidesde desde Tel Aviv a dicha ciudad en mayo de 2018.
«Es casi natural que Biden retorne a las políticas tradicionales del Departamento de Estado, basadas en el avance del proceso de paz en Medio Oriente con la creación de un Estado Palestino que incluya Cisjordania y la Franja de Gaza, para satisfacer las aspiraciones nacionales palestinas, mediante un acuerdo de paz con Israel», señaló a Télam Mario Sznajder, profesor emérito en Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
El analista resaltó que Biden buscar resolver «no sólo el conflicto Palestino-Israelí, sino también el conflicto árabe-Israelí».
«Con respecto a este último, los Acuerdos de Abraham han constituido un serio avance en la región, así como las relaciones de Israel con Egipto y Jordania son mejorables. Pero hay que tener en cuenta el rol de Irán y su presencia en Yemen y Siria, totalmente contraria a todo acuerdo con Israel», señaló.
En enero de 2020, Trump presentó un plan de paz por el cual Israel se anexaba el 30% de Cisjordania y el valle del Río Jordán. La iniciativa contemplaba también la creación de un desarticulado Estado Palestino en los suburbios de Jerusalén Este, entre otras medidas.
En consecuencia, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, decidió romper todos los lazos y acuerdos establecidos con Israel y Estados Unidos.
Pero entre mediados de agosto y septiembre del mismo año, bajo el liderazgo de Trump, se firmaron los Acuerdos de Abraham por medio de los cuales Israel formalizó relaciones diplomáticas con Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin. Como contrapartida, el Gobierno israelí suspendió su anexión de Cisjordania y del Valle del Río Jordán.
Posteriormente a dichos convenios se sumaron también Marruecos y Sudán. Pero Arabia Saudita se negó a participar del pacto regional, hasta tanto no se establezca un Estado palestino.