El DNI por sí sólo no es un mérito, pero es imposible obviar que el electorado respaldó a un joven de 33 años para llegar a la Cámara Alta, históricamente reservada a figuras de larga trayectoria.
El triunfo de Ignacio Torres este domingo, no sólo marca un cambio en el voto de los chubutenses que no se daba hace 20 años, tal como ya hemos analizado. También es un cambio en el perfil del legislador nacional, que había comenzado con el mismo Torres en 2019, cuando fue electo como diputado con apenas 31 años.
El dato de su llegada a la Cámara Alta no deja de llamar la atención, porque a diferencia de la Cámara Baja, el Senado históricamente estuvo reservado para figuras de larga trayectoria. En esta oportunidad, cuando asuma el 10 de diciembre, Torres se convertirá en el senador más joven del país.
Si se pretende rigor periodístico, hay que decir que no será Torres el senador más joven de la historia, dato que incluso algunos le atribuían erróneamente a Fernando De La Rúa, que tenía 36 años cuando asumió en 1973. En realidad, la senadora más joven en asumir fue Anabel Fernández Sagasti, una abogada, martillera pública y corredora de comercio, egresada de la Universidad Nacional de Cuyo, que asumió por la provincia de Mendoza dentro del Frente de Todos en 2015, con apenas 31 años, es decir, dos menos que Torres.
De todos modos, esto no quita mérito al joven oriundo de Trelew que nació el 4 de mayo de 1988, y que es licenciado en Administración de Empresas. Y no es para dejar de lado el dato de que el electorado eligió primero en 2019, luego en las PASO, y ahora ratificó en las generales, a una figura muy joven, a la que incluso en la campaña el candidato del Pich, César Treffinger, criticó entendiendo como una debilidad que “nunca tuvo que mantener una familia”.