En Comodoro Rivadavia resultó notable el abandono de obras en las escuelas, lo cual contribuyó en gran medida a la pérdida de días de clase. Falta de calefacción, pérdidas de gas, ausencia de transporte y roturas de techo fueron algunas de las evidencias del trato que les dispensaron el gobernador Mariano Arcioni y su ministro de Educación, José María Grazzini. Los temporales de viento del 29 de julio y del 1 de agosto expusieron crudamente la falta de mantenimiento de la infraestructura.
Mariana Glatigny lleva un apellido célebre para el peronismo de Comodoro. Es nieta de Plácido Glatigny, coordinador municipal de asociaciones vecinales en los albores de la restauración democrática. Tiene una calle con su nombre y el orgullo de su descendiente, que hoy ocupa la vicedirección de la escuela 7717, en el barrio Stella Maris.
«Mi responsabilidad es pedagógica, pero esto es desgastante; angustiante, porque es difícil llegar a la comunidad a través de un solo trabajo práctico. La escuela se caracteriza por ser una más de la familia; brinda contención a los chicos. Les damos la copa de leche a la mañana con el desayuno; a la tarde la merienda. Y sabemos que hay situaciones en que ese el único momento en que el estudiante recibe un alimento. Entonces es muy triste estar sin clases», expresó con las lágrimas contenidas ante un grupo de padres movilizados por la falta de clases desde que se rompió la calefacción.
Esta ha sido la causa de la falta de actividad en numerosos establecimientos de la ciudad petrolera, ya desde el inicio del ciclo lectivo en marzo. En esta ocasión, un rasgo común fue que salieran desde las mismas escuelas sus directivos a exponer ante los medios las difíciles situaciones que afrontan, cansados de la falta de respuestas oficiales que en la ciudad tiene la cara y el nombre del responsable de Obras Públicas: Daniel Boudargham.
El funcionario, en todo este año, sistemáticamente apuntó al valle, ya que el mantenimiento de las calderas casi siempre corrió por cuenta de contratistas de Trelew. Sus respuestas fueron nulas y cuando algunos padres más decididos accedieron a responsables de las firmas de mantenimiento, estos les dijeron crudamente que no podían seguir trabajando si no les pagaban, lo cual fue una constante en este 2023, el séptimo año en que el dictado de clases es discontinuo en las escuelas públicas de Comodoro.
En este contexto, los paros docentes fueron una de las causas; no la más importante.
Le faltaban dos tornillos
La falta de atención fue en todos los barrios y zonas de Comodoro; en escuelas del centro y de la periferia; de la zona norte y de la zona sur. Por ejemplo en la 172, ubicada en las avenidas Polonia y Kennedy, el temporal de viento del 29 de julio les llevó el techo y actualmente el Salón de Usos Múltiples (SUM) se encuentra inhabilitado. Allí tenían Educación Física los estudiantes, que ahora deben realizar sus actividades en los pasillos del establecimiento. Además, en ese sitio debería realizarse el acto de colación en diciembre. Por las dudas, sus directivas ya están buscando alternativas.
Según relató la directora Lorena Belmar, todo empezó el año pasado cuando al colocar el nuevo sistema de calefacción, en la salida quedaron sueltos algunos tornillos que paulatinamente llevaron a que dos chapas del techo se fueran levantando.
«Desde el año pasado se reclamaba, pero nunca vino nadie a arreglar. Vinieron a mirar en varias ocasiones, pero no se hizo la reparación. Eso provoco que en el temporal se levantaran todas esas chapas», dijo con respecto a lo que ocurrió el último sábado de julio, hace más de dos meses.
«Esto se deteriora cuando hay viento o lluvia porque el techo se halla al descubierto y se dañan otras instalaciones del espacio. Hemos hecho varios reclamos; enviado notas; mensajes; llamados telefónicos a distintas autoridades y solo una persona de Obras Públicas vino a ver cómo estaba. De ahí solo tuvimos contacto con una secretaria que dijo que esperaban la orden de compra; nada más», añadió la directiva.
Rotación e incertidumbre
Si en los últimos años hay una escuela emblemática en la ciudad petrolera esa es la 738, del barrio San Cayetano. Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar eran las docentes secundarias de esa escuela que fallecieron trágicamente en un accidente en la ruta 3 cuando volvían de una manifestación en Rawson, en septiembre de 2019. Esa noche hubo graves incidentes en establecimientos gubernamentales y por ello fueron condenados dos dirigentes gremiales de ATECh, entre ellos el histórico Santiago Goodman.
Allí, hasta la semana pasada solo estaban habilitadas cuatro aulas porque era el único sector al que llegaba el calor de la única caldera habilitada. Por eso, los estudiantes alternaban quiénes tendrían clases un día y quiénes otro. El resto era una heladera y justo allí se ubica el único baño utilizable para estudiantes, docentes y auxiliares. Es que el resto de instalaciones sanitarias desemboca en las aguas servidas que rodean a la escuela, un problema ambiental por el que exigen soluciones desde 2021.
El tema de la rotación para ir a la escuela también se produce, por ejemplo, en la 798 que no tiene edificio pero que funciona en la 32, ubicada en el barrio Pueyrredón. La paradoja es que sus alumnos, secundarios, asisten a turno vespertino y sin calefacción, razón por la cual los chicos de primero a sexto año no concurren, habiendo encontrado una alternativa en la capilla ubicada enfrente.
En tanto, en la Escuela 745, del barrio José Fuchs desde el temporal del 1 de agosto padecen diversos inconvenientes que llevaron a que actualmente solo cuatro aulas estén habilitadas. «Cuando no es el gas, es por la falta de agua o no vienen los profesores», dijeron los padres que realizaron un abrazo simbólico hace pocos días. Al grito de «queremos solución», exigieron soluciones a Obras Públicas para que repare de una vez la calefacción afectada por el temporal de hace más de dos meses.
«En la pandemia estábamos mejor porque ahora ni clases virtuales hay; por ahí algún profesor acerca un trabajo práctico para hacer en la casa, pero para clases presenciales van rotando en las cuatro aulas disponibles. Les toca una vez por semana», dijo una madre.
Un padre resaltó que «así pierden el entusiasmo por aprender; por ir a la escuela; les sacan ritmo», mientras otra madre se refirió al aspecto psicológico de los menores «que se quedan en la casa sin hacer nada y se deprimen».
Comodoro te ha visto nacer
En el Colegio Perito Moreno funcionan cuatro establecimientos que van desde el nivel Inicial al instituto de formación docente. A lo largo de 2023 han sido al menos tres las oportunidades en que debieron interrumpir su asistencia a clases. Si bien la causa principal fueron las fallas en el sistema de calderas, también los afectó la lluvia de comienzos de septiembre: el edificio se inundó.
«El tema es que nos ponen a los directivos y a los porteros para encender y controlar que anden las calderas cuando desde hace años pedimos que haya una empresa que haga mantenimiento; no alguien que venga de Trelew… Y que se les pague porque los que vienen dicen que no les pagan», sostuvo Liliana Peña, directora de la Escuela 204, que allí funciona.
«Nuestra función es organizar la jornada escolar para que haya clases presenciales y tenemos que poner la cara porque acá no está el secretario de Obras Públicas; ni el de Infraestructura. Y nosotras recibimos los insultos. En abril igual fueron 12 días de suspensión, pero figuran como ‘educación virtual’, que es una mentira. No todos tienen ni un celular. Es una pantalla para resguardar lo que no hacen las autoridades provinciales, que es el mantenimiento de las escuelas», acusó la directiva en julio. Todavía tendría que lidiar con la lluvia posterior.
Curados de espanto
El caso de Biología Marina es peculiar. Históricamente, desde los años 70 del siglo pasado, ese establecimiento careció de un edificio propio. Funcionaba en el Domingo Savio o en otros lugares, a contraturno. Pero jamás perdió su prestigio.
Finalmente, encontraron su lugar en el mundo en Km 3, frente al mar, hasta que comenzaron los problemas de infraestructura y la construcción comenzó a exhibir síntomas de derrumbe.
Para evitar una tragedia, las autoridades educativas resolvieron trasladarse al Centro de Formación Profesional 652, en el barrio Pueyrredón, zona sur, a 6 kilómetros. Para ello contrataron transporte especial que funcionó hasta que colapsó la ruta 3, el pasado 30 de agosto.
A partir de allí todo se desmadró. Los padres y estudiantes ya venían con reclamos porque querían un lugar dentro de su radio. Ahora, con las demoras que causaba el embotellamiento la paciencia tocó el límite. Los estudiantes pasaban en el colectivo casi tanto tiempo como con sus docentes.
Justamente, el transporte fue otro tema presente en la calidad educativa de Comodoro. Aunque resulte extraño, aún hay barrios, como Astra, que dependen de ello para que los estudiantes secundarios puedan asistir a algún establecimiento. El pasado lunes 2 de octubre un grupo de padres denunció que se quedaron sin el mismo porque al transportista no le pagan desde hace bastante tiempo.