Así lo confirmó un grupo de científicos del CONICET. Se trata de un Inawentu oslatus, un titanosaurio que vivió hace 86 millones de años y los investigadores determinaron que -a este dinosaurio- «sólo le faltaban las extremidades». El resto del cuerpo estaba completo.
Después de una investigación que se inició hace nueve años, un grupo de científicos del CONICET y especialistas de otras instituciones, confirmaron el hallazgo de un nuevo dinosaurio saurópodo titanosaurio en la Patagonia.
Cabe destacar que este ejemplar se lo encontró “casi completo”, y su origen responde al Cretácico Superior de la Patagonia. Se trata del Inawentu oslatus, un dinosaurio encontrado en el área conocida como La Invernada, ubicada en Rincón de los Sauces, provincia de Neuquén, y que vivió hace aproximadamente unos 86 millones de años.
En ese marco, Leonardo Filippi, investigador del CONICET en el Museo Municipal “Argentino Urquiza” y autor principal del trabajo publicado por la revista Cretaceous Research, valoró que se “es un hallazgo increíble porque no solamente estaba el cráneo, sino que éste estaba articulado al cuello completo, a todas las vértebras dorsales y al sacro con los iliones» y explicó asombrado que «lo único que le falta son las extremidades, algunos huesos de la pelvis y la cola, el resto está todo entero, incluso tenía algunas costillas dorsales articuladas”.
De este extenso trabajo de investigación participaron también especialistas del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP, CONICET); del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (CONICET-UNSL); la Secretaría de Cultura de la provincia de Río Negro, la Fundación Félix de Azara -Universidad Maimónides, y el Museo Provincial de Ciencias Naturales “Prof. Dr. Juan Olsacher”.
Cómo comenzó la búsqueda
El descubrimiento de los fósiles ocurrió en el año 2014, y según afirmaron “de forma involuntaria”. Por ese entonces, los científicos se encontraban desenterrando restos de un abelisáurido y a pocos metros encontraron un hueso que asomaba desde la tierra. “Cuando comenzaron a trabajar, los especialistas encontraron el cráneo completo y articulado con el cuello. Pero como la campaña se terminaba a los pocos días, recién al año siguiente pudieron volver para continuar con los trabajos”, señaló el informe de CENPAT.
“Cuando el material estuvo preparado nos dimos cuenta de que este cráneo tenía características particulares, fundamentalmente en su mandíbula. Podemos decir que el maxilar es bastante ancho transversalmente, y el dentario es cuadrangular en su parte anterior, algo que le confería un hocico notablemente ancho. Esa es una característica registrada en otros titanosaurios, aunque en especímenes muy fragmentarios, pero principalmente en un grupo de saurópodos mucho más antiguo, los rebaquisáurios. Esta característica estaba vinculada con sus hábitos alimenticios, ya que eran animales que comían vegetación que estaba más bien al ras del suelo, en lugar de la parte alta de los árboles”, describió Filippi.
Y continuó, “en el caso de este animal, el cráneo es totalmente alargado y ha habido muchas modificaciones en los huesos que han permitido ese alargamiento. Se encuentra en un solo plano horizontal, por lo que no presenta el cambio de ángulo que se observa en otros titanosaurios conocidos como Sarmientosaurus o Tapuiasaurus. Y otra cosa, que es lo más distintivo, es su mandíbula cuadrangular, ancha y su hocico ancho y espatulado”, argumentó Filippi.
Nuevas especies del pasado
Tal cómo explicó el último investigador, “en esta nueva especie se observan rasgos anatómicos convergentes con saurópodos rebaquisáuridos, extinguidos durante el Turoniano”, ejemplificó el artículo durante el análisis de este ejemplar.
Inawentu significa imitador en lengua mapuche. “Los rebaquisáuridos tenían la función de alimentarse de la vegetación baja un par de millones de años antes, pero habían desaparecido y no teníamos evidencia de quiénes, en esta zona, eran los que ocupaban ese lugar. Hoy sabemos que estaba este tipo de titanosaurios, con estas características que ocupaban ese rol ecológico, y que compartían el espacio y el tiempo con otros tipos de saurópodos titanosaurios, que tenían otras características y que, posiblemente, se encargaran de alimentarse de la vegetación de altura”, detalló Ariel Méndez, investigador del CONICET en el IPGP de Puerto Madryn.
Por último, el investigador del IPGP explicó que este tipo de descubrimientos “nos permite entender un poco cómo eran aquellos ecosistemas. Empezamos con los saurópodos que comían la vegetación más alta, después encontramos los dinosaurios carnívoros que posiblemente predaran sobre ellos. Encontramos otros tipos de dinosaurios herbívoros, bípedos más pequeños, corredores, que son los ornitópodos, también tortugas y cocodrilos, todo en la misma zona. A eso le sumamos que estamos haciendo análisis palinológicos para tratar de entender también cómo estaba compuesta la vegetación en ese momento, en ese lugar. Los estudios geológicos nos dicen que era una zona de ríos y meandros y eso nos permite ir armando de a poco todo este rompecabezas. En definitiva, lo que queremos saber es cómo estaban formados esos ecosistemas del pasado, quiénes eran los actores y qué rol cumplía cada uno”.