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Así lo confirmó un grupo de científicos del CONICET. Se trata de un Inawentu oslatus, un titanosaurio que vivió hace 86 millones de años y los investigadores determinaron que -a este dinosaurio- «sólo le faltaban las extremidades». El resto del cuerpo estaba completo.

Después de una investigación que se inició hace nueve años, un grupo de científicos del CONICET y especialistas de otras instituciones, confirmaron el hallazgo de un nuevo dinosaurio saurópodo titanosaurio en la Patagonia.

Cabe destacar que este ejemplar se lo encontró “casi completo”, y su origen responde al Cretácico Superior de la Patagonia. Se trata del Inawentu oslatus, un dinosaurio encontrado en el área conocida como La Invernada, ubicada en Rincón de los Sauces, provincia de Neuquén, y que vivió hace aproximadamente unos 86 millones de años.

En ese marco, Leonardo Filippi, investigador del CONICET en el Museo Municipal “Argentino Urquiza” y autor principal del trabajo publicado por la revista Cretaceous Research, valoró que se “es un hallazgo increíble porque no solamente estaba el cráneo, sino que éste estaba articulado al cuello completo, a todas las vértebras dorsales y al sacro con los iliones» y explicó asombrado que «lo único que le falta son las extremidades, algunos huesos de la pelvis y la cola, el resto está todo entero, incluso tenía algunas costillas dorsales articuladas”.

De este extenso trabajo de investigación participaron también especialistas del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP, CONICET); del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (CONICET-UNSL); la Secretaría de Cultura de la provincia de Río Negro, la Fundación Félix de Azara -Universidad Maimónides, y el Museo Provincial de Ciencias Naturales “Prof. Dr. Juan Olsacher”.

Cómo comenzó la búsqueda 

El descubrimiento de los fósiles ocurrió en el año 2014, y según afirmaron “de forma involuntaria”. Por ese entonces, los científicos se encontraban desenterrando restos de un abelisáurido y a pocos metros encontraron un hueso que asomaba desde la tierra. “Cuando comenzaron a trabajar, los especialistas encontraron el cráneo completo y articulado con el cuello. Pero como la campaña se terminaba a los pocos días, recién al año siguiente pudieron volver para continuar con los trabajos”, señaló el informe de CENPAT.

“Cuando el material estuvo preparado nos dimos cuenta de que este cráneo tenía características particulares, fundamentalmente en su mandíbula. Podemos decir que el maxilar es bastante ancho transversalmente, y el dentario es cuadrangular en su parte anterior, algo que le confería un hocico notablemente ancho. Esa es una característica registrada en otros titanosaurios, aunque en especímenes muy fragmentarios, pero principalmente en un grupo de saurópodos mucho más antiguo, los rebaquisáurios. Esta característica estaba vinculada con sus hábitos alimenticios, ya que eran animales que comían vegetación que estaba más bien al ras del suelo, en lugar de la parte alta de los árboles”, describió Filippi.

Y continuó, “en el caso de este animal, el cráneo es totalmente alargado y ha habido muchas modificaciones en los huesos que han permitido ese alargamiento. Se encuentra en un solo plano horizontal, por lo que no presenta el cambio de ángulo que se observa en otros titanosaurios conocidos como Sarmientosaurus o Tapuiasaurus. Y otra cosa, que es lo más distintivo, es su mandíbula cuadrangular, ancha y su hocico ancho y espatulado”, argumentó Filippi.

Nuevas especies del pasado 

Tal cómo explicó el último investigador, “en esta nueva especie se observan rasgos anatómicos convergentes con saurópodos rebaquisáuridos, extinguidos durante el Turoniano”, ejemplificó el artículo durante el análisis de este ejemplar.

Inawentu significa imitador en lengua mapuche. “Los rebaquisáuridos tenían la función de alimentarse de la vegetación baja un par de millones de años antes, pero habían desaparecido y no teníamos evidencia de quiénes, en esta zona, eran los que ocupaban ese lugar. Hoy sabemos que estaba este tipo de titanosaurios, con estas características que ocupaban ese rol ecológico, y que compartían el espacio y el tiempo con otros tipos de saurópodos titanosaurios, que tenían otras características y que, posiblemente, se encargaran de alimentarse de la vegetación de altura”, detalló Ariel Méndez, investigador del CONICET en el IPGP de Puerto Madryn.

Por último, el investigador del IPGP explicó que este tipo de descubrimientos “nos permite entender un poco cómo eran aquellos ecosistemas. Empezamos con los saurópodos que comían la vegetación más alta, después encontramos los dinosaurios carnívoros que posiblemente predaran sobre ellos. Encontramos otros tipos de dinosaurios herbívoros, bípedos más pequeños, corredores, que son los ornitópodos, también tortugas y cocodrilos, todo en la misma zona. A eso le sumamos que estamos haciendo análisis palinológicos para tratar de entender también cómo estaba compuesta la vegetación en ese momento, en ese lugar. Los estudios geológicos nos dicen que era una zona de ríos y meandros y eso nos permite ir armando de a poco todo este rompecabezas. En definitiva, lo que queremos saber es cómo estaban formados esos ecosistemas del pasado, quiénes eran los actores y qué rol cumplía cada uno”.

Es de los dinosaurios más grandes registrados y uno de los carnívoros más antiguos que se conocen. Es primo hermano del Gigantosaurus Carolinii. Los restos encontrados son un cráneo casi completo de 127 centímetros, la escápula, la pelvis, vértebras, patas, tibia y peroné, tobillos y brazos.

El museo Ernesto Bachmann de Villa El Chocón presentó ayer un nuevo hallazgo paleontológico, de alto valor para las investigaciones que se vienen realizando. Se trata del gigante reptil prehistórico: Meraxes Gigas, gran devorador de dinosaurios.

El evento se llevó a cabo a las 12 en el auditorio del edificio y se desarrolló en simultáneo vía Zoom, desde la tierra de los gigantes, Buenos Aires y Estados Unidos. Además del equipo de investigación, estuvieron presentes el intendente de la localidad, Nicolás Di Fonzo y el ministro de Turismo de la Provincia, Sandro Badilla.

El descubrimiento de este ejemplar se realizó a partir de un convenio entre el equipo paleontológico del Museo “Ernesto Bachmann” de El Chocón, el área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y The Field Museum.

El intendente Di Fonzo y el ministro Badilla. Agradecieron al equipo y revalorizaron la región paleontológica. “De la mano del esfuerzo del trabajo de la ciencia, de los proyectos y realizaciones, es cómo hoy tenemos la posibilidad de vivir este gran momento”, exclamó con orgullo el jefe comunal.

El hallazgo de los fósiles se remonta al 2012, en un campo situado a poca distancia de la costa norte del embalse Exequiel Ramos Mexía, llamado el Cañón de las Campanas. “Es un lugar que hemos visitado desde el 2007 y que nos ha dado muy buenos resultados, con muchos afloramientos que están llenos de fósiles”, manifestó el paleontólogo investigador del Conicet que lideró el estudio, Juan Canale. La extracción de los grandes huesos de Meraxes Gigas tomó cuatro campañas anuales de dos a cuatro semanas cada una.

Luego del trabajo de campo que demandó la utilización de diferentes técnicas de extracción, se dedicaron a la preparación en el laboratorio, donde los técnicos del museo se dedicaron a separar, artesanalmente y con paciencia, los fósiles de las rocas. Se pudo notar que los huesos se encontraban en una posición relativa entre sí.

Se trata de un dinosaurio carnívoro dentro del grupo de los terópodos y se caracteriza por ser de la familia de los carcarodontosauridos. Los restos encontrados son un cráneo prácticamente completo de 127 centímetros, la escápula, la pelvis, vértebras, patas, tibia y peroné, tobillos y brazos. Solo le falta la mandíbula. “El estado de preservación del dinosaurio es excelente”, remarcó Canale.

El paleontólogo agregó que la garra del dedo interno del pie es muy grande. “Se desconoce el uso de la garra para estos dinosaurios. Eso está en materia de discusión pero es un detalle muy novedoso”, dijo.

Meraxes Gigas es de los dinosaurios más grandes registrados y se halla entre los carnívoros más antiguos que se conocen. Además, es el esqueleto más completo conocido para un carcarodontosáurido sudamericano. Este detalle no es menor ya que encontrar restos casi completos permite tener un conocimiento mucho más acabado de su morfología, hábitat, era histórica en la que vivió, condiciones de vida y causales de muerte, entre otras cuestiones científicas.

Hay muchos registros en Sudamérica y África y un representante de esta familia es el Gigantosaurus Carolinii. De todos esos especímenes nunca se había encontrado uno que tenga brazos y piernas completos y un cráneo casi íntegro.

“Las últimas especies que aparecieron llegaron a tamaños gigantescos”, informó Canale. Son animales con cabezas mucho más grandes con respecto al cuerpo y tienen brazos pequeños. El paleontólogo aseguró que todo lo que necesitaban hacer para depredar lo hacían con la cabeza.

El espécimen alcanzaba unos 11 metros de longitud y pesaba 4.200 kilos. Murió aproximadamente a los 45 años de edad, convirtiéndose en uno de los dinosaurios más viejos encontrados en el mundo. Estos tenían la peculiaridad de crecer de a poco, pero durante toda su vida.

En cuanto al nombre del dinosaurio, Meraxes refiere al nombre de un dragón creado en la serie de libros “Canción de Hielo y Fuego” del escritor George R.R. Martin, los cuales fueron llevados a la televisión con la mundialmente conocida serie ”Game of Thrones”.

Meraxes Gigas incrementa la diversidad de terópodos conocidos para la Formación Huincul y agrega una nueva especie de depredador gigante para el Cretácico de América del Sur. Representa también el primer carcarodontosáurido con cráneo, brazos y pies muy completos. Además, Meraxes Gigas brinda información acerca de la relación entre los cráneos enormes y los brazos diminutos en los mayores dinosaurios carnívoros del mundo.

Varios ejemplares encontrados a unos 200 kilómetros de al oeste de la ciudad de Trelew permitieron revelar las profundas diferencias entre machos y hembras del Kawanectes lafquenianum, un reptil marino de 70 millones de años de antigüedad.

Lo confirmó un investigador de paleontología de vertebrados del Museo de La Plata y del Conicet. Se trata del del Kawanectes lafquenianum, un reptil marino del grupo de los plesiosaurios que vivió a fines de la era cretácica.

El hallazgo del ejemplar más completo de la especie Kawanectes lafquenianum permitió revelar la existencia de diferencias corporales entre las hembras y los machos, comparando este espécimen con otros ejemplares encontrados en las provincias de Río Negro y Chubut en los últimos años, explicó José Patricio O’Gorman, investigador de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata y del Conicet.

“Se encontraron varios ejemplares de Kawanectes lafquenianum en los últimos años en Río Negro y Chubut y, conforme aparecían nuevos ejemplares, se empezó a observar que había diferencias muy llamativas en las proporciones corporales”, precisó O’Gorman, que lideró la investigación, a la Agencia CTyS-Unlam.

Los elasmosáuridos fueron un grupo de plesiosaurios que se irradiaron por los mares de todo el mundo antes de la gran extinción que ocurrió hace 65 millones de años.

De este elasmosáurido, que en vida habría superado los cuatro metros de largo, se encontró parte de su cráneo, cuello, tronco, pelvis, de sus miembros anteriores y posteriores, y su cola completa.

“Había unas diferencias entre los especímenes que no terminaban de ser comprensibles, por lo que la investigación se enfocó en tratar de encontrar la posible explicación a estas diferencias y la conclusión es que se podía tratar de dimorfismo sexual”, agregó el autor del estudio.

Varios ejemplares encontrados a unos 200 kilómetros de al oeste de la ciudad de Trelew fueron clave en la investigación.
Varios ejemplares encontrados a unos 200 kilómetros de al oeste de la ciudad de Trelew fueron clave en la investigación.

El dimorfismo sexual es un fenómeno bastante común dentro de los vertebrados, es decir, que hembras y machos de la misma especie tengan caracteres diferentes.

“En el caso de Kawanectes lafquenianum, se observan tanto diferencias de tamaño como en las proporciones de los miembros anteriores y posteriores”, aseveró O’Gorman, y agregó que “estos animales medían entre tres y cuatro metros, y las hembras eran más grandes que los machos”.

Investigadores del CONICET hallaron el cráneo de un abelisáurido al norte de la provincia de Neuquén. Este animal habitó el lugar hace aproximadamente unos 85 millones de años, y se trata de un carnívoro. «Llukalkan aliocranianus» es el nombre otorgado al animal proviene del término mapuche Llukalkan, que significa ‘el que causa miedo’, y del latino aliocraniaus, que es ‘cráneo diferente’.

Descubrieron una nueva especie de d un «temible» dinosaurio en la Patagonia. Se trata de fósiles de una nueva especie de dinosaurio en la Patagonia argentina, que corresponden probablemente a uno de los principales depredadores de la región durante el Cretácico Superior

Vivió hace unos 85 millones de años, y sus restos denotan un formidable tamaño (hasta cinco metros de largo), mordida extremadamente poderosa, dientes muy afilados, enormes garras en sus patas, y agudo sentido del olfato.

“Lo nombramos Llukalkan aliocranianus. La primera palabra es un vocablo mapuche que significa el que asusta o causa temor y la segunda, en latín, hace referencia a un cráneo distinto. Las diferencias que presentaba en el cráneo, en comparación con el de otras especies de abelisáuridos, permitieron en definitiva darnos cuenta que estábamos ante una especie nueva”, comenta Federico Gianechini, investigador del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (IMIBIO-SL, CONICET-UNSL) y primer autor del trabajo.

Tenía un extraño cráneo corto con huesos ásperos, por lo que en vida su cabeza presentaba protuberancias y prominencias como algunos reptiles actuales como el monstruo de Gila o algunas iguanas. Su audición también era diferente a la de otros abelisáuridos. La composición de su cráneo sugiere que esto era mejor que la mayoría de los otros abelisáuridos y similar al de los cocodrilos de hoy en día.

Los restos fósiles de Llukalkan y Viavenator se encontraron a solo 700 metros de distancia en la Formación Bajo de la Carpa, cerca del mismo sitio famoso de fósiles en La Invernada, en Argentina.

«Este es un descubrimiento particularmente importante porque sugiere que la diversidad y abundancia de abelisáuridos fueron notables, no solo en la Patagonia, sino también en áreas más locales durante el período crepuscular de los dinosaurios», dice el autor principal, el doctor Federico Gianechini, paleontólogo.

Los abelisáuridos eran una llamativa familia de dinosaurios terópodos con un promedio de cinco a nueve metros de largo que merodeaban principalmente en la Patagonia y otras áreas del antiguo subcontinente sur de Gondwana, reconocido hoy como África, India, Antártida, Australia y América del Sur. Hasta la fecha, se han desenterrado casi 10 especies de este temible depredador en la Patagonia. Si bien los abelisáuridos se parecían a T-Rex en apariencia general con pequeños brazos rechonchos, tenían cráneos inusualmente cortos y profundos que a menudo tenían crestas, protuberancias y cuernos, y eran únicos.

Moviéndose erguido sobre sus extremidades traseras con enormes garras que pueden haber usado para apuñalar a su presa, Llukalkan tenía mordidas extremadamente poderosas y dientes muy afilados con los que derribar a su presa mientras se movía rápido gracias a sus poderosas patas traseras.

Los restos fosilizados de Llukalkan incluyen un cráneo magníficamente conservado y sin triturar. Teniendo en cuenta que el endocráneo estaba muy bien preservado, se convocó a la especialista en paleo-neurología e investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCOMA), Ariana Paulina-Carabajal, quién pudo reconstruir el encéfalo y el oído interno en forma digital en 3D, utilizando tomografías computadas, y reflejar en forma relativa la forma y tamaño del encéfalo y órganos de los sentidos.

EL HALLAZGO

Los restos del dinosaurio fueron encontrados en el noroeste de la Patagonia (Provincia de Neuquén) a unos 50 kilómetros al sur de la localidad de Rincón de los Sauces, se localiza el área conocida como La invernada. Allí es donde se encontraron los restos de LLukalkan aliocranianus y uno de los lugares con mayor abundancia de abelisáuridos en el mundo. Hasta el momento se han encontrado cinco especímenes diferentes en un radio menor a un kilómetro cuadrado.

El paleontólogo, Leonardo Filippi, del Museo Municipal “Argentino Urquiza” contó que “fuimos por primera vez al sitio en el año 2012 para realizar un relevamiento de impacto paleontológico para una empresa petrolera, y debido a la importancia paleontológica registrada por la abundancia de fósiles, iniciamos proyectos de investigación con campañas que se continúan hasta el presente, a las cuales se sumaron varios colegas, algunos de los cuales forman parte de este trabajo”.

El impacto del meteorito de Chicxulub provocó hace 66 millones de años la extinción del 75% de las especies, incluidos los dinosaurios, y cambió para siempre la historia de la Tierra.

¿De dónde vino y cómo llegó a nuestro planeta? En busca de esa respuesta expertos de la Universidad de Harvard desarrollaron una nueva teoría que podría arrojar luz sobre un evento catastrófico que aún plantea muchas dudas.

La investigación fue realizada por Avi Loeb y Amir Siraj. Su trabajo aparece publicado este lunes en Scientific Reports.

Los investigadores de la prestigiosa universidad de Estados Unidos explican que el impacto de aquel «asteroide o cometa» dejó un cráter en el Golfo de México de más de 180 kilómetros de diámetro y casi 20 de profundidad. Sobre el modo en que llegó a la Tierra sostienen, a través de análisis estadístico y simulaciones gravitacionales, que una fracción significativa de un tipo de cometa originado en la nube de Oort -una esfera de deshecho espacial situada en los márgenes del Sistema Solar- se desvió de su ruta orbitacional debido al campo gravitacional de Júpiter.

Según su teoría, esa fuerza desplazó el cometa hacia el Sol, que a su vez lo rompió en más fragmentos, un fenómeno que aumenta el número de cuerpos que, como Chicxulub, pueden entrar en la órbita terrestre y caer en la Tierra una vez entre 250 y 750 millones de años, aproximadamente.

El papel de Júpiter
«Básicamente, Júpiter actúa como una máquina de ‘pinball’. Júpiter impulsa estos cometas entrantes (llamados de periodo prolongado) hacia órbitas que les acercan mucho al sol», explica Siraj en el comunicado que da cuenta del estudio.

Dado que estos cometas de periodo prolongado pueden tardar hasta 200 años en orbitar alrededor del sol, los expertos los han denominado como «rumiantes solares».

«Cuando hablamos de estos rumiantes solares -prosigue Siraj-, lo importante no es tanto que se derritan, que afecta relativamente poco a la masa total, sino el hecho de que, al estar tan cerca del sol, la parte más próxima del cometa es sometida a una mayor fuerza de atracción gravitacional que la que está más alejada, lo que genera una fuerza de marea».

El investigador destaca que eso provoca que el gran cometa se rompa en fragmentos más pequeños y, al salir de la órbita, «existe una probabilidad estadística de que éstos impacten con la Tierra».

Los cálculos de Loeb y Siraj sugieren que la probabilidad de que cometas de periodo prolongado impacten en nuestro planeta es de «un factor de en torno a 10». En línea con los estudios de otros astrónomos, indican que hasta el 20% de éstos se convierten en «rumiantes solares,

Asimismo, afirman que el «nuevo ratio de impacto» es consistente con la edad del cráter de Chicxulub, lo que ofrece una explicación satisfactoria sobre su origen y la de otros «cometas de impacto» similares.

«Lo que exponemos es que, si rompes un objeto cuando está cerca del sol, esto puede dar lugar a una serie de eventos apropiados y también el tipo de impacto que acabó con los dinosaurios», subraya Loeb.

Fuente: Página 12.

Una nueva especie de dinosaurio herbívoro de cuello largo del período Jurásico encontrado en la meseta central de Chubut permite «brindar respuestas sobre el período de calentamiento global volcánico», explicó el paleontólogo Diego Pol, quien lideró el equipo multidisciplinario que trabajó en el hallazgo.

El especialista del Conicet que ejerce en el Museo Egidio Feruglio de Trelew donde se analizó el cráneo encontrado junto con otras piezas en medio de un lecho volcánico, aseguró en diálogo con Télam que «hace unos 180 millones de años hubo una serie de eventos volcánicos de enorme magnitud que afectaron a gran parte del hemisferio sur y al dinosaurio».

«Ocurre que hasta ahora había sobre ese espacio de tiempo un gran vacío de conocimiento que comenzamos a llenar con este ejemplar de dinosaurio encontrado», señaló el científico.

El trabajo fue publicado en la revista científica «Proceedings of Royal Society B» que adoptó la denominación de «Bagualia alba» con la que los investigadores locales habían bautizado a la nueva especie de dinosaurio saurópodo.

«Lo de Bagualia es porque fue encontrado en Cañadón Bagual y alba por amanecer, en referencia a la edad temprana de los yacimientos», explicó Pol.

El especialista detalló que «el cráneo del dinosaurio estaba en muy buen estado de conservación y eso nos ayudó mucho para la investigación que es muy importante porque arroja luz sobre un período del que se tenía escaso conocimiento y que creemos crucial para la evolución de los dinosaurios».

Según los investigadores, hace 180 millones de años ocurrieron una serie de eventos volcánicos de enorme magnitud que afectaron a gran parte del hemisferio sur, en el que desaparecieron muchos hervíboros, de distinto tamaño y aptitud, pero no los saurópodos que sobrevivieron con la misma morfología del cuello largo aunque de distinto tamaño.

Para explicarlo, el propio Pol lo comparó con el «Titanosaurus» encontrado también en Chubut que «tenía un porte equivalente a 12 elefantes juntos, en tanto este sería como de 2. El primero con 40 metros de largo y 6 de altura y el Bagualia con 12 metros de largo y 3 y medio de altura».

«Aunque los dos tienen esa misma estructura de cuatro patas bien afirmadas en el suelo y el cuello largo que les permitió alimentarse de coníferas, algo que no pudieron hacer otras especies, y por eso sobrevivieron», reveló.

Por los depósitos de material volcánico en el que fue encontrado el último cráneo y esqueleto, se estima que Bagualia vivió hace 179 millones de años, justo después de estas grandes erupciones volcánicas y son el registro más antiguo de una fauna de herbívoros dominada por saurópodos.

Cañadón «Bagual» es una formación ubicada en proximidades del actual curso del río Chubut, entre Cerro Condor y Paso del Sapo, en plena meseta chubutense, 400 kilómetros al noroeste de Rawson, la capital provincial.

«Los saurópodos no solo eran herbívoros gigantes, de más de 10 toneladas que excedieron en tamaño a cualquier otro animal terrestre, sino que fueron los herbívoros más exitosos durante más de 100 millones de años, es decir durante los períodos Jurásico y Cretácico», de acuerdo al trabajo publicado.

Lo más sorprendente de su éxito es que durante todo este tiempo cambiaron muy poco su aspecto corporal lo cual es bastante atípico en el proceso evolutivo en el cual es complejo ser exitoso, durante tanto tiempo, y sin cambiar demasiado.

«Los saurópodos, cuando aparecieron, no fueron automáticamente los herbívoros dominantes de nuestro planeta, sino que fueron poco comunes y coexistieron por más de 30 millones de años con muchas otras especies de herbívoros de tamaño menor, algunas eran bípedas y tenían dientes mucho más delicados que los de los saurópodos», describió Pol.

En tanto, en algún momento del período Jurásico la situación cambió completamente «porque algo se modifica en los ecosistemas y los saurópodos pasan a ser los herbívoros más numerosos, diversos y exitosos en todos los continentes, a diferencia de otras especies de herbívoros menores que desaparecen», enumeró Pol.

Uno de los mayores problemas para responder esta incógnita era la falta de fósiles del momento en que ocurrió ese cambio, circunstancia que le da valor a «Bagualia alba».

El descubrimiento fue en 2008, pero los trabajos de campo comenzaron a realizarse en 2010 con excursiones al yacimiento, casi 3 años en el rescate del cráneo y cientos de huesos, al menos 5 años de laboratorio y luego la presentación ante el mundo científico que se coronó con la reciente publicación.

Durante las tareas, se recuperaron vértebras, costillas y parte de lo que sería el pecho y la cintura escapular, informó la agencia CTyS-UNLaM.

El paleontólogo Mauro Aranciaga Rolando, becario del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), indicó que encontraron “un ejemplar muy grande de un nuevo megaraptórido” que “eran dinosaurios carnívoros formidables”.

“A diferencia del Tyrannosaurus rex, los megaraptores eran animales más esbeltos, más preparados para la carrera, con colas largas que les permitían mantener el equilibrio, a la vez que tenían patas musculosas, pero alargadas para poder dar pasos largos”, contó Aranciaga Rolando.

Según el becario del Conicet, “las armas principales de los megaraptores estaban en sus brazos, porque eran extremadamente alargados y musculosos, al tiempo que tenían garras a modo de guadaña en sus dedos pulgares, las cuales tenían un borde afilado y alcanzaban los 40 centímetros de largo, por lo que es probable que este animal haya conferido profundos zarpazos contra sus presas”.

El jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada del MACN e investigador del Conicet, Fernando Novas, comentó que este nuevo hallazgo permitirá “conocer cómo fueron estos dinosaurios en este rincón de la Patagonia y conocer sus relaciones de parentesco con los megaraptores encontrados en otras partes del mundo”.

Novas fue quien descubrió el primer ejemplar de este grupo de dinosaurios en el año 1996, en la provincia de Neuquén, y fue quien acuño el nombre Megaraptor (“gran rapaz”) para esta criatura.

Los megaraptores fueron grandes dinosaurios depredadores que prosperaron durante el periodo Cretácico, fundamentalmente en el hemisferio sur, hasta la extinción masiva que se produjo hace unos 65 millones de años.

También, se encontraron megaraptores en Australia y en Asia.

El paleontólogo Sebastián Rozadilla del MACN y Conicet señaló que estos dinosaurios carnívoros se habrían alimentado de “dinosaurios herbívoros de los cuales también se ha encontrado una manada en esta formación Chorrillo, al oeste de Santa Cruz”.

“Estos dinosaurios herbívoros podían alcanzar entre cinco y seis metros de longitud y pertenecían a la especie Isasicursor, los cuales eran animales bípedos y grandes corredores”, aseveró Rozadilla.

El depredador se encuentra cumpliendo debidamente con su cuarentena en el Laboratorio de Anatomía Comparada del MACN, a la espera de que los investigadores puedan continuar con su preparación y estudio.

De ser cierto, este animal, de casi 12 metros de largo y que no había alcanzado la madurez cuando murió, fue una rareza: un dinosaurio que nadaba. “Lo que tenemos aquí es un dinosaurio que no solo vadeaba, sino que era un animal que perseguía a sus presas activamente en la columna de agua”, afirmó Nizar Ibrahim, profesor de Biología de la Universidad de Detroit Misericordia en Míchigan.

En un artículo publicado en la revista Nature, Ibrahim y sus colegas describieron el esqueleto del Spinosaurus aegyptiacus, cuyo nombre significa “reptil espinoso de Egipto”. De los huesos de su cola de 4,5 metros. surgían largas espinas en forma vertical, que formaban una estructura parecida a una aleta que, de acuerdo con las teorías de los científicos, podía moverse de un lado a otro. Pensemos en él como una cruza entre un lagarto y una anguila, con el tamaño del Tyrannosaurus rex.

“Se trata de un animal que en realidad no tiene un equivalente moderno”, dijo Ibrahim. “Estamos trabajando con un extraterrestre del espacio exterior en muchos sentidos”.

En un depósito de agua, los científicos demostraron que un plástico cortado con la forma de la cola generaba una propulsión mayor que las colas de otros dinosaurios.

Dijeron que su empuje y eficiencia se comparaban con las de criaturas acuáticas contemporáneas como los cocodrilos. “Además de que la apariencia de la cola era extraña, también era perfectamente lógica”, comentó Matthew C. Lamanna, paleontólogo del Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, quien fue uno de los revisores del artículo publicado en Nature.

Los restos de un titanosaurio de más de 20 metros de largo fueron encontrados cerca de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz, mientras que los fósiles de un tatanauro que vivió hace más de 170 millones de años fueron descubiertos en el valle medio del río Chubut, informaron hoy investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

El Museo Paleontológico Egifio Feruglio (MEF) informó que se hallaron los «restos completos de un tatanauro, con una antigüedad de entre 170 y 180 millones de años, en la zona conocida como Cerro Cóndor, en el valle medio del río Chubut».

El ejemplar de tatanauro fue bautizado como «Asfaltovenator vialidadi«, y su existencia se ubicó en la etapa del jurásico medio.

Este hallazgo «puede ser clave para entender mejor a los tatanuros» explicó el investigador del Conicet Diego Pol, quien trabaja en el MEF.

Se halló una nueva especie de titanosaurio de más de 20 metros de longitud junto a fósiles de mamíferos, serpientes, caracoles, peces, ranas, tortugas y aves. Este sorprendente yacimiento se encuentra unos 30 kilómetros al sur de El Calafate y corresponde a la época previa a la extinción masiva de los dinosaurios.

Al sudoeste de la provincia de Santa Cruz, más precisamente en una montaña desde la que se puede observar el glaciar Perito Moreno, no sólo se encontraron fósiles de animales sino que también se descubrieron hojas, madera petrificada y abundante polen de plantas prehistóricas durante las campañas realizadas en enero y marzo de 2019.

Los fósiles ayudarán a describir el ecosistema que precedió a la extinción masiva de los dinosaurios. Un equipo de especialistas volverá en marzo al lugar del hallazgo.

El doctor Fernando Novas, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del CONICET, destacó a la Agencia CTyS-UNLaM que «pocas veces un yacimiento ofrece tanta información como éste; tenemos una gran cantidad de información de naturaleza ecológica”. Y agregó que «debido a que el yacimiento queda en lo alto de una montaña de muy difícil acceso, representó un desafío enorme para nosotros, los paleontólogos, realizar dichas campañas”.

«Es poco lo que se sabe en América del Sur y en todo el hemisferio sur acerca de cómo se extinguieron los dinosaurios; la mayor cantidad de información proviene de Norteamérica y de Europa, en tanto que las rocas de este yacimiento van desde los 75 a los 65 millones de años de antigüedad aproximadamente, por lo que nos permitirán ver la secuencia de cómo fueron cambiando las faunas hasta la extinción final de ese grupo”, agregó.

“Seguramente, en los próximos años, podremos comprender cómo fue esa secuencia y, quizás, las causas que aquí, en el extremo sur de Sudamérica, provocaron la extinción de los dinosaurios y otros reptiles que convivían con ellos”, añadió.

Un nuevo yacimiento con mucha historia

El doctor Federico Agnolin, también investigador del MACN y del CONICET, indicó que el geólogo Francisco Nullo, en 1980, fue el primero en divisar fósiles de un dinosaurio cuando recorría estos estratos de rocas. “En aquel entonces, hace ya casi 40 años, Nullo dio aviso a José Bonaparte, un gran paleontólogo argentino, pero como ese lugar es inaccesible con vehículos, encontraron fósiles pero no pudieron extraerlos”, contó.

Según publicó la Agencia CTyS, durante el verano pasado, un equipo liderado por Fernando Novas organizó una campaña a este sitio para ver si lograba redescubrir los restos, pero lo que encontraron fue aun mayor a lo esperado.

Agnolin destacó que “encontramos una infinidad de fósiles de dinosaurios, pero también tuvimos la suerte de hallar granos de polen y animales pequeños, lo cuales vienen a ser figuritas difíciles en cualquier descubrimiento, entre los que hay mamíferos, aves, lagartijas, reptiles e incluso caracoles terrestres, que son hallazgos rarísimos”.

Para estudiar todos estos hallazgos, se reunió un equipo numeroso de paleontólogos especializados en plantas, en invertebrados, en caracoles, como así también de geólogos. “Armamos un trabajo extensísimo en el que le pusimos nombre a varias especies de dinosaurios argentinos: uno de ellos es un animal herbívoro enorme que superaba los 20 metros de longitud, Nullotitan glacialis, en alusión al geólogo Francisco Nullo y a que desde el yacimiento se puede observar el glaciar Perito Moreno”, precisó Agnolín.

El grupo liderado por Novas presentó otra nueva especie de dinosaurio herbívoro, llamado Isasicursor santacrucensis, en referencia a Marcelo Isasi, un explorador y preparador de fósiles del MACN.

En marzo del año de próximo, el equipo liderado por Novas regresará a este yacimiento extraordinario que permitirá, acaso, describir con claridad lo que sucedió en los últimos millones de años de la edad de oro de los dinosaurios en el hemisferio sur.