Absolvieron a Di Zeo. La primera herida grave que puso la causa en situación de absoluto riesgo fue una deficiente investigación preparatoria policial y judicial. La segunda, ya una herida de muerte, fue un juicio donde los careos, las repreguntas clave y las pruebas concretas decidieron no pasar por Tribunales.
Y ayer se dio finalmente lo que se imaginaba, el cierre completo y sin culpables de uno de los hechos luctuosos de violencia en el fútbol más impactante de la historia Argentina: la Sala II de la Cámara de Casación Penal ratificó la absolución de Rafael Di Zeo, Cristian “Fido” De Vaux y Walter Coronel por la acusación que los involucraba en la guerra interna de la barra brava de Boca que el 21 de julio de 2013 dejó dos muertos en un enfrentamiento a balazos en la previa de un partido amistoso contra San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro.
Hecho que además fue el certificado de defunción para el regreso del público visitante en la Argentina: aquel triangular llamado Torneo de Invierno del que también participaba Estudiantes de La Plata se había creado como prueba piloto para ver si el fútbol, como debe ser, podía jugarse con dos hinchadas. A las 14.45 de ese día, todos supimos que no.
Para entender el final de la historia hay que remontarse a lo que sucedía por aquellos días. Mauro Martín había caído preso a comienzos de año por el crimen de Ernesto Cirino, un vecino de su cuñado, y Maximiliano Mazzaro, su número dos, estaba prófugo por ese mismo caso. Por eso la barra había quedado en manos de Fido De Vaux.
Los hermanos Di Zeo y su grupo, que habían salido de prisión tiempo atrás, creyendo que la ausencia de los dos líderes debilitaba a la facción oficial, armaron un ejército para intentar el retorno. Se fueron sucediendo varios hechos menores hasta llegar a aquel día luctuoso.
Había varias alertas que la Policía desoyó casi como si fuera a propósito: la semana anterior, en La Plata, en el amistoso que dio inicio al Torneo de Invierno, en la previa del encuentro que Boca le ganó a Estudiantes dos a uno hubo varias escaramuzas en los alrededores y la Bonaerense logró cercar a la facción disidente cuando se acercaba al estadio y echarlos de la zona sin que se produzca el choque imaginado.
Por eso todo podía trasladarse al fin de semana siguiente. Un día antes del partido, agentes civiles de la Subsecretaría de Seguridad al mando de Sergio Berni recibieron un informe con detalles precisos de lo que podría suceder. El funcionario habló con los jefes policiales y éstos desestimaron la información. Por eso tras el hecho Berni descabezó a la cúpula de la división de seguridad en el Deporte. Y después, el día del suceso, la Policía se retiró cuando la facción disidente que se referenciaba en Di Zeo llegó y sacó armas largas para empezar la batalla.
“Me dijeron: ‘Gordo, con vos no es la cosa, sacá a tu gente y no les va a pasar nada, yo los retiré para preservarlos y empezó el tiroteo”, contó insólitamente en el juicio el comisario Gustavo De La Sota, alias Chupetín, a cargo del operativo que obviamente no identificó a nadie. Y además en ese mismo testimonio aseveró: “Con Di Zeo presente esto no pasaba, porque uno habla con los líderes y ellos ordenan”. Lo que terminó por convencer a los jueces que aún cuando había otros testimonios controversiales, la situación del popular Rafa estaba agotada.
Tan mala fue la instrucción del juicio que la fiscalía ni siquiera utilizó los informes periodísticos del diario Olé que había identificado a varios participantes y varios autos de los que salían las armas, de los cuales uno pertenecería a Walter Coronel.
Entonces, con policías que no pudieron reconocer a ninguno de los que estuvieron en la batalla y sin muchos ánimos de todos de buscar la verdad, el fiscal Aldo de la Fuente decidió no acusar a Di Zeo y De Vaux como instigadores del hecho y en cambio pidió penas de entre tres años y medio y cuatro años de prisión por el artículo cinco de la ley del deporte que pena a aquellos que instigaran ya no a un hecho en particular sino a la formación de un grupo violento.
l Tribunal Oral 13 decidió que no había pruebas suficientes para determinar que Di Zeo y De Vaux eran líderes de las facciones, hasta se habló que los grupos estaban formados antes de su propia llegada a esas supuestas posiciones y entonces por el beneficio de la duda absolvió a ambos. Sí, eso que cualquier hincha sabía con sólo mirar un paravalanchas, para los jueces no estaba claro.