El mercado de criptomonedas enfrenta una turbulencia significativa, con Bitcoin liderando las pérdidas al descender por debajo de la marca de los $85.000.
Este retroceso se atribuye a una combinación de factores, incluyendo un hackeo sin precedentes a la plataforma Bybit y crecientes tensiones económicas globales.
El 21 de febrero de 2025, Bybit, uno de los principales intercambios de criptomonedas con sede en Dubai, sufrió un ciberataque que resultó en el robo de aproximadamente $1,5 mil millones en Ethereum.
Este incidente, considerado el mayor robo en la historia de las criptomonedas, fue atribuido al grupo de hackers norcoreano conocido como Lazarus. Según el FBI, los actores maliciosos comenzaron a convertir los activos robados en Bitcoin y otras monedas virtuales, dispersándolos a través de miles de direcciones en múltiples blockchains.
Además del impacto del hackeo, las políticas económicas recientes influyeron en la confianza de los inversores, señaló NA.
La administración del presidente Donald Trump anunció la imposición de aranceles del 25% a las importaciones provenientes de Canadá y México, generando preocupaciones sobre una posible guerra comercial y sus efectos en la economía global.
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Esta incertidumbre llevó a los inversores a alejarse de activos de mayor riesgo, como las criptomonedas.
Como resultado de estos eventos, Bitcoin experimentó una caída del 20% desde su máximo histórico de $107.180 en enero de 2025, cotizando actualmente en torno a los $84.184.
Esta tendencia bajista arrastró a otras criptomonedas, con Ethereum y Solana registrando pérdidas significativas en las últimas semanas.
A pesar de la magnitud del hackeo, Bybit aseguró a sus usuarios que la empresa mantiene su solvencia y que todos los activos de los clientes están respaldados en una proporción de 1 a 1.
La plataforma está colaborando con expertos en análisis de blockchain para rastrear los fondos robados y lanzó un programa de recompensas para incentivar la recuperación de los activos sustraídos.
Este episodio pone de manifiesto los desafíos persistentes en materia de seguridad dentro del ecosistema de las criptomonedas y subraya la necesidad de medidas más robustas para proteger los activos digitales de los inversores.