El nuevo fracaso de Boca agravó la crisis. El principal responsable es Riqueme y el descontento es cada vez más grande. Si no hay una autocrítica real y un cambio de conducción es difícil saber hasta dónde se puede llegar. Por el bien del club, ojalá que de una vez por todas escuchen la voz del pueblo.
Lo aclaro de antemano para evitar cualquier tipo de duda o suspicacia. Para mí, Riquelme es el mejor jugador que vi en mi vida. Sí, el mejor. Y lo repito porque esto incluso me pasa cuando lo hablo con mis amigos. “¿Más que Maradona o Messi?”, me suelen responder.
Y… si dije el mejor, la respuesta es sí. Es que además de las maravillas que le vi hacer a Román, mi apreciación está condicionada por cómo su juego me afectó en lo personal: como hincha de Boca me dio todo y esto es algo que sin dudas influye en mi elección. Seguramente también sea el máximo ídolo en la historia del club y por lejos, el más influyente.
Un nuevo capitulo devastador de Riqueme: Momentos oscuros vive el Boca
De acuerdo con tycsports. Ahora bien, una cosa no quita la otra. Si bien su leyenda como futbolista está inmortalizada, este nuevo capítulo como dirigente forma parte del mismo libro y tendrá sus consecuencias. Como lo fue por ejemplo la polémica salida de Tevez a China que afectó su relación con el simpatizante.
El amor por Carlitos también será eterno, pero no está mal reconocer que algo de esa rajadura forma parte de la foto final. Le sucedió a River con Passarella y un catastrófico desenlace. El riesgo es creerse más que el resto y lo más peligroso es cuando el resto avala.
No por nada la definición de fanatismo en el diccionario habla de una adhesión ferviente y extrema a ciertas ideas, a menudo acompañada de intolerancia hacia opiniones contrarias.
En Boca se le dio el poder a alguien que desde muy chico está acostumbrado a que quienes lo rodean le digan que sí. Esto sin dudas puede confundir a cualquiera, pero hay un punto en el que depende de uno elegir dónde ubicarse.
No sé si se acuerdan de aquella tarde del 10 de noviembre de 1996, el día que empezó la película más linda de su vida, como él mismo suele contar. Una vez terminado el partido, Fernando Pasini le preguntó qué sintió por haber jugado por primera vez en la Bombonera. “No es la primera, ya jugué en Reserva…”, respondió el joven de 18 años con un tono un tanto soberbio que quizá no fue detectado y por eso tampoco llamó tanto la atención.
Hoy, con el diario del lunes, esa frase y esa manera tienen una connotación muy diferente. Era su otra carta de presentación. La primera había sido en la cancha y esta tenía que ver con lo que sería del otro lado de las líneas.
Lo cierto es que todas las decisiones del fútbol en el club desde hace seis años pasan por Román, con el riesgo que conlleva darle el mando a un ídolo. Más aún si es alguien sin autocrítica y que está empecinado en tener razón a cualquier costo.
Quizá no utilice al club por intereses electorales -como hicieron otros-, pero su guerra contra ellos lo enceguece y los egos personales parecen haberlo metido en un laberinto sin salida. Los que están a su lado no tienen voz ni voto y lo grave es que no cumple con aquello de que lo más importante es el escudo. Parece más empecinado en tener razón que en hacer bien las cosas.
La opinión de los hinchas
Del otro lado hay muchos hinchas que antes apoyaban y hoy muestran un claro descontento, aunque todavía existe una porción importante que le hace honor a la definición de fanatismo antes mencionada. Todo esto abre una triste grieta interna (mezclada con la política nacional) que provoca aún más daño. Hay otros que rezamos por la aparición de una tercera alternativa que defienda de verdad a Boca.
Lo llamativo de muchas decisiones de Riquelme es que no tienen absolutamente nada que ver con todo lo que pudo haber aprendido de sus mejores maestros. ¿O acaso Bianchi alguna vez pidió reforzarse con jugadores de renombre y/o selección? Priorizar el pasado por encima del presente, dejando de lado incluso la máxima del Virrey sobre la importancia de tener futbolistas inteligentes, no deja de sorprender.
Con el paso de los añosel plantel bajó su nivelde manera considerable y hoy tiene a varios integrantes que no están a la altura del club. Algunos de ellos ni juegan y se atornillan a sus contratos porque cobran una fortuna.
En el medio hubo papelones administrativos del Consejo de Fútbol, condicionamiento a entrenadoresen el armado del equipo, insólitas y provocadoras determinaciones -como volver a apostar por Fabra-, destrato a otros -como a Milton Delgado-, operaciones sospechosas -como la de Retegui- y un sinfín de ejemplos en cada uno de estos ítems que agudizan la gravedad de la situación.
Me pregunto qué le diría este Román a aquel que salía por televisión antes de 2019 cada vez que Boca tenía una derrota importante. El equipo no solo no gana sino que tampoco compite, como tanto le gusta decir. Lleva dos años sin clasificar a la Copa Libertadores (un papelón con la cantidad de plazas que hay) y no es campeón desde 2022 (casi que habría que decir 2021).
Se contrató a Russo como escudo -después de haberlo echado- y en un momento en el que no estaba para asumir. Se demoró seis meses la llegada de Paredes, quien con justa razónpudo haberse ofendido por la falta de respeto recibida en enero. Y se desaprovechó un nuevo mercado de pases.
El club se volvió autodestructivo. Se perdió la ilusión y la razón. El hincha entra a la cancha sin ese fuego que lo caracteriza. Va a ver qué pasa y con el presentimiento de que seguramente las cosas no irán bien. Si nada cambia, es probable que todo siga igual.
Y el que se vayan todos es solo una expresión de hastío, porque se debe respetar la voluntad del socio que fue a votar y eligió. Pero Riquelme debe cambiar la manera de conducir, con gente capacitada y no con amigos que le festejen los chistes. Por favor, Agustín. Pedíselo vos a ver si te hace caso. La paciencia se agota y siguen tirando de la soga. Escuchen de una vez. ¡Así no va más!