Un megaoperativo policial en las favelas de Río de Janeiro dejó al menos 121 muertos, incluidos cuatro agentes
Mientras el gobierno celebra el resultado como un “éxito”, crecen las denuncias de ejecuciones, torturas y abuso de poder por parte de las fuerzas de seguridad.
Familiares esperan frente a la morgue
Desde la madrugada del jueves, cientos de personas hicieron fila frente a una morgue de Río de Janeiro para reconocer los cuerpos de sus familiares. El operativo, llevado a cabo el martes, se concentró en los complejos de Alemão y Penha, zonas controladas por el Comando Vermelho, una de las mayores organizaciones del narcotráfico en Brasil.
Según informaron las autoridades locales, el objetivo era desarticular parte de la estructura delictiva que domina gran parte del tráfico de drogas en la ciudad. Sin embargo, vecinos denunciaron que muchos cadáveres fueron hallados con signos de tortura y extremidades atadas.
“Hay personas desaparecidas, jóvenes que no tenían antecedentes y fueron ejecutados”, afirmaron familiares de las víctimas en declaraciones a medios locales.
Repercusiones políticas y repudio internacional
El secretario de Seguridad de Río, Víctor Santos, aseguró que “se investigará cualquier conducta indebida”, aunque sostuvo que “no cree que haya ocurrido”. En tanto, el gobernador Cláudio Castro defendió la intervención, calificándola de “éxito” y señalando que “las únicas víctimas reales fueron los policías”.
La versión oficial contrastó con el repudio de organismos de derechos humanos y representantes de Naciones Unidas, quienes exigieron una investigación imparcial ante la magnitud del operativo. “El número de muertos es inaceptable y pone en duda el respeto a los derechos básicos”, expresaron voceros del organismo internacional.
Según datos oficiales, en Brasil la policía mató a más de 6.000 personas en 2024, lo que reaviva el debate sobre el uso excesivo de la fuerza y la violencia institucional.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva llamó a “atacar la raíz del narcotráfico sin poner en riesgo a policías inocentes, niños y familias”, y promulgó una ley que refuerza la protección de los agentes públicos en la lucha contra el crimen organizado.
Un fusil argentino entre el armamento del Comando Vermelho
En medio de los allanamientos, las fuerzas de seguridad brasileñas incautaron armamento de guerra utilizado por las bandas criminales. Entre las armas decomisadas apareció un FAL argentino, cuya procedencia estaría vinculada a arsenales militares de nuestro país, según confirmó el detective Vinicius Domingos, jefe de la Unidad de Inspección de Armas de Río de Janeiro.
Fuentes judiciales deslizaron que el fusil podría pertenecer al lote de 43 armas robadas del Batallón 603 de Fray Luis Beltrán, cerca de Rosario, un caso ocurrido hace más de una década y que sigue sin resolverse.
La aparición de este armamento vuelve a poner bajo la lupa el contrabando de armas en la región y la conexión entre las redes delictivas sudamericanas.
Según Ámbito, el operativo, calificado por el gobierno brasileño como una “victoria contra el crimen”, deja una profunda herida social y política. Mientras las investigaciones avanzan, el país se enfrenta nuevamente al dilema entre seguridad y derechos humanos.




