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Adriana Millaguala, hija del vecino de Gaiman Cipriano Millaguala que se encuentra desaparecido desde el lunes 14 de octubre, denunció que tanto la policía como los brigadistas que desde un primer momento se comprometieron con la búsqueda, abandonaron el rastrillaje y «nos dejaron solos».

La angustiada joven reveló que desde hace algo más de una semana no hay patrullas recorriendo el posible derrotero que siguió Millaguala, quien llegó a su hogar ebrio, se levantó para ir al baño que queda afuera de la vivienda y no se supo más de él.

En un primer momento hubo una gran actividad por parte de la división búsqueda de personas que lidera la subcomisario Valeria Luna, pero esa iniciativa fue perdiendo impulso y hoy solo los familiares siguen con la búsqueda.

Adriana reconoció que recorrieron el canal, el río, los caminos aledaños y el cementerio.

«Hasta revisamos la bolsa de consorcio porque a esta altura esperamos lo peor» dijo la mujer en obvia referencia a que no descartan que Cipriano Millaguala, de 61 años, haya muerto y esté oculto su cuerpo vaya a saber dónde.

La hija del buscado no descarta que su padre haya ido a una «juntada» que se hizo a unos 100 metros de la casa donde ya había estado, lugar al que retornó en búsqueda de alcohol con el peor de los resultados.

Los familiares de los ocho tripulantes de la embarcación pesquera que se hundió el año pasado a la altura de Punta Tombo, marcharon hoy en Rawson para volver pedir la autorización para que un grupo de buzos rescate los cuerpos en las aguas del Mar Argentino.

El único cuerpo encontrado fue el del capitán Salvador Taliercio. Prefectura confirmó el hallazgo del casco a 93 metros de profundidad y aguas adentro del mar Argentino, cerca de Punta Tombo.

Norma fue vista por última caminando en Rada Tilly y su familia no pierde las esperanzas de encontrarla. A 21 meses de su desaparición, su hija sigue firme con la búsqueda y le dedicó una emotiva carta.

 Norma Ester Carrizo está desaparecida desde el 22 de diciembre de 2017, la vieron por  última vez cuando caminaba por la Avenida Moyano, en Rada Tilly.

Ese 22 de diciembre, la mujer tomó un remis desde su casa, ubicada en barrio Pueyrredón, y se bajó sobre la calle Piedrabuena, en la ciudad de Rada Tilly, cerca de las 11 horas. Durante una hora mantuvo contacto con su hija, pero después no contestó más el teléfono.

A un año y nueve meses de su desaparición no hay novedades sobre su paradero, y en el mes de junio el Ministerio de Seguridad de la Nación ofreció una recompensa de 500 mil pesos a quienes brinden datos útiles para poder encontrarla.

La familia la busca sin descanso, y no pierde la esperanza de encontrarla. Ailín, su hija, le escribió una emotiva carta en redes sociales  al recordar un mes más de su desaparición.

“Querida madre: hoy se cumple un año y nueve meses. Nunca deje de buscarte, siempre creí que te vería llegar por esa puerta y todo sería un mal sueño pero no fue así, lastimosamente.A veces me pregunto ¿Por qué a vos? ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué tanto dolor? Como cada fecha, te volví a escribir”, indicó la joven a través de Facebook, así lo informó ADN SUR.

En la carta además aseguró que: “Quisiera decirte tantas cosas pero a la vez sola una lo resume todo: este dolor que traspasa mi alma y no se va. Pido a Dios cada noche que te proteja hasta el día que nos volvamos a reencontrar”.

 

Anoche, al cierre de esta edición, la situación era de una tensa calma, aunque proliferaban las versiones de que -adentro- había habido “represión indiscriminada” a internos de distintos pabellones. Nada se supo de manera oficial de lo ocurrido porque el Servicio Penitenciario Federal no habla con la prensa.

Tampoco se conocía anoche cuál era la situación de quienes siendo las 21.30 aún estaban adentro del centro carcelario de máxima seguridad llevando supuestamente a cabo la toma de la sala de visitas, así lo informó ADN Sur.

“Gendarmería y la Policía Federal están reprimiendo a los internos”, denunció a la tarde la mujer de un preso que se encontraba afuera, en el acceso al establecimiento y después agregó: “Hay visitas adentro, en el salón, familiares de internos y los están reprimiendo también a ellos”.

-¿Serían las personas que están llevando adelante esta supuesta toma de la sala de visitas? Se le consultó. “Sí. Serían tres o cuatro mujeres que están adentro haciendo la huelga, y están reprimiendo a toda la Unidad 6”, insistió. “O sea, la policía está en todos los pabellones; se escuchan gritos de los internos y nosotros nos vinimos para Fiscalía (en el Juzgado Federal que está a un costado del predio de la cárcel), pero está cerrado; no nos pueden aceptar ni un Habeas Corpus porque no hay nadie”, se quejó.

Un nutrido grupo de familiares tenía pensado ya desde hace varios días llevar adelante esta protesta y al parecer decidieron concretarla ayer -a partir de las cuatro de la tarde- cuando algunos accedieron a la visita.

La protesta, según afirman, es por las injusticias que se cometen en el penal, los crímenes y hechos de sangre que han ocurrido y que nunca fueron clarificados. Y el maltrato hacia ellos cuando van a visitar al familiar que tienen detenido. A primera hora, aseguraban que no levantarían la medida hasta que alguna autoridad del Juzgado Federal se hiciera presente.

Este inusual y sorpresivo reclamo obligó a las fuerzas federales a incrementar la seguridad en el penal y en sus alrededores. Los mismos manifestantes hacían alusión a que vieron a personal de Gendarmería y de la Policía Federal pertrechado con armas largas y hasta con perros en el acceso principal y recorriendo el perímetro.

Las primas y tías de Sergio Germán Chapingo, que lamentablemente falleció tras ser baleado por la espalda el pasado viernes en Trelew, se acercaron a la redacción de EL CHUBUT para desmentir que el hecho se produjo por un ajuste de cuentas, «él no tenía problemas con el chico que lo agredió, nada de lo que se dijo es cierto».

Los familiares de Chapingo expresaron a EL CHUBUT que él tenía 20 años, no 30 como se dice y tampoco tenía mujer ni hijos, sino que vivía con sus tías y primos.

«Antes de desvanecerse, Sergio les dijo a los dos policías que estaban con él quién había sido la persona que le había disparado desde arriba de su auto. Ellos se conocían pero no es que tenían problemas o un ajuste de cuentas como se dice y tampoco tiene nada que ver con el hecho que ocurrió el martes pasado», indicaron las primas y tías del joven que fue baleado al referirse al vehículo baleado en pleno centro de la ciudad. Por último, los familiares agregaron que quieren que se haga justicia por la muerte de Sergio ya que no quieren que el caso quede como un ajuste de cuentas porque «no fue así y no estuvo involucrado en nada de eso».

Cabe recordar que Sergio Chapingo fue baleado el pasado viernes a la tarde en una calle del barrio Don Bosco, en la zona norte de la ciudad. Allí, le dispararon a corta distancia con una pistola 9 milímetros.

Antes de desvanecerse, el joven alcanzó a dar el nombre y apellido de quien le había disparado. Luego de varios allanamientos no pudieron dar con el sospechoso, por lo que dictaron el pedido de captura correspondiente.

Lo confirmó el jefe de la Unidad Regional, Ricardo Cerda, quien además afirmó que la víctima presentaba «golpes en el cuerpo».

Dos hombres fueron detenidos a primera hora de la tarde de este viernes por el asesinato del anciano de 82 años, identificado como Sergio Hidalgo, ocurrido en la cale Gastaldi al 600 del barrio Stella Maris de Comodoro. En diálogo con ADNSUR, el jefe de la Unidad Regional, Ricardo Cerda, informó que el fallecido tiene «golpes en su cuerpo». Confirmó que detuvieron a «dos personas (dos hombres familiares de la víctima) en forma preventiva, que están a disposición de la Justicia. Luego veremos cómo avanza la investigación».

«Está la fiscal de turno en el lugar y estamos trabajando para determinar en qué circunstancias ocurrió el deceso, estamos reuniendo todos los elementos en el lugar para tener una hipótesis concreta y reconstruir lo que ha ocurrido», dijo Cerda.

Tal como anticipó ADNSUR, el abuelo murió aparentemente tras una pelea con familiares, con quienes habría compartido bebidas alcohólicas. Lo habrían matado a golpes.

 

ADNSur

Estuvieron presentes integrantes de la Asociación «No más abuso infantil”. El propósito del encuentro fue dialogar sobre la implementación y difusión del Registro de Defensa de la Integridad Sexual (REDIS).

El ministro de Gobierno, Federico Massoni presidió este viernes, junto a la presidente del Concejo Deliberante de Puerto Madryn, Xenia Gabella una reunión con familiares de las víctimas de abuso sexual representados por la Agrupación «No más Abuso Sexual Infantil».

La misma se llevó a cabo en la sala de reuniones del Concejo Deliberante de Puerto Madryn con la participación del jefe de la Unidad Regional de Puerto Madryn Comisario Mayor Víctor Hugo Acosta; concejales; padres y madres de la Asociación «No más Abuso Infantil».

El ministro de Gobierno, Federico Massoni, sostuvo que “los familiares plantearon la problemática que están viviendo y en la cual nosotros como Estado debemos estar presente. No es un dato menor que seamos la tercer provincia que tiene mayor cantidad de este tipo de delitos contra la integridad sexual, entonces tenemos que empezar a activar políticas y no solo buscar la prevención».

«Por instrucciones del gobernador, Mariano Arcioni siempre estaremos del lado de los derechos colectivos y no del lado de los delincuentes. Aquellos que involuntariamente han tomado la decisión de delinquir no van a contar con el respaldo de este gobierno”, manifestó.

En ese sentido, Massoni se refirió a la implementación y difusión del Registro de Defensa de la Integridad Sexual (REDIS), y enfatizó que «la aplicación servirá para saber dónde viven los delincuentes, donde están y cuanto tiempo de condena tienen, y en base a esos datos establecer políticas de contención para las víctimas».

Asimismo, el Ministro agregó que “próximamente nos reuniremos con la Ministro de la Familia, Valeria Saunders, para poder brindarle contención a las victimas desde el Estado. Es hora de que empecemos a cambiar esto y vamos a llegar a las últimas consecuencias».

Testimonios de una jornada inolvidable para 62 familiares de combatientes caídos en la guerra de 1982.

Clic, clac, clic, clac. Los rosarios golpean contra las cruces blancas de Darwin, acariciados por el viento de las Islas.

Trap, trap, trap. Las pisadas sobre las piedras blancas que conducen al cementerio marcan la ansiedad de estas madres, hermanos, hijos, que apuran el paso esta mañana de sol y frío en la verde pradera.

«Ay, ay, ay», exclama una madre mientras, de rodillas, acaricia por primera vez el nombre de su hijo, ahora identificado, grabado en la negra placa de granito.

Malvinas tiene voz. Cada sonido cuenta una historia diferente. Las historias que guardan desde el fin de la guerra cada una de las 230 cruces, cada uno de los 649 nombres escritos en el camposanto argentino.

Hoy son 62 los familiares que llegaron hasta Darwin para homenajear a los nuevos soldados identificados: 112 han recuperado sus nombres desde que se inició el Plan proyecto Humanitario. Solo faltan 10 y ya no habrá Soldados argentinos solo conocidos por Dios en Malvinas.

El vuelo de Andes 682, rentado por Aeropuertos Argentina 2000, partió desde Ezeiza pasadas las cuatro de la mañana. Dos horas y cuarenta minutos más tarde, los pilotos Pablo Linari, Tomás Martin y Federico Serino aterrizaron en Mount Pleasant con los 165 pasajeros que, sin dormir y con las emociones contenidas, sintieron cómo los rayos del sol les daban la bienvenida en la Isla Soledad.

«Hasta esta madrugada llovió», dijo en un difícil y gentil español un asistente que selló los pasaportes y confirmó que la habitual inclemencia del tiempo en el sur había cambiado para recibir a las familias de los héroes.

Los 40 minutos en ómnibus que separan el aeropuerto del cementerio se hicieron en silencio. Las miradas, clavadas en las áridas tierras verdes y amarillas.

Entonces llegó el sonido de los pasos sobre el camino de ripio. Y los rosarios. Y los sollozos de las madres que encontraban a sus hijos después de más de tres décadas.

Ahora son las voces y las lágrimas, los rezos y los abrazos los que quiebran el silencio en esta inmensa soledad. «Su cuerpito esta ahí, ya puedo quedarme tranquila», dice casi susurrando, con las manos juntas, los ojos con lágrimas, Cristina Lera, la mamá del soldado Luis Sevilla. Llora entonces Miriam, quien despidió a su único hermano siendo una adolescente y tres décadas después lo sigue extrañando como el primer día. Y le habla a la cruz blanca. Le cuenta que todos los 28 de mayo, día en que murió, ellas le preparan el locro que tanto le gustaba. «La cartita que enviaste de Malvinas diciéndonos que hacía mucho frío está en un cuadro en casa», le dice.

La congoja le aprieta la garganta cuando explica que él podía no haber hecho el servicio militar porque era el único hijo sostén de madre soltera. Pero pidió ir porque le había tocado la Fuerza Aérea y decía que eso le daba oportunidad de progresar y estudiar. «Él le dijo a mi mama ‘así puedo comprarte una casa y no andamos de aquí para allá sin tener donde vivir’. Y pobrecito le dio la casa, pero la pagó con su vida», recordó con angustia.

De rodillas, Mabel Godoy besa la cruz de Víctor Rodríguez, el joven que la enamoró desde aquella vez que caminaron juntos a Luján para orarle a la virgen cuando ella apenas habíaa cumplido los 17 años. Fue su primer y gran amor. Pero la guerra se lo arrebató.

Junto a ella, Nora, que solo tenía cuatro años cuando Víctor partió hacia la guerra, le rinde homenaje a su hermano mayor al que casi no recuerda. ¿Que imágenes vuelven a esa memoria que apenas alcanza a recordar al joven sonriente que la levantaba en brazos y la mimaba como la princesa de la familia?

Envuelta en una bolsita de plástico y en un sobre, Raquel Folch guardó una carta para Aníbal, su hermano más pequeño que cayó el 14 de junio de 1982, cuando faltaban solo horas para la rendición del general Mario Benjamín Menéndez. «Es la carta que él me había pedido que le mandara a las Islas y en ese momento no escribí porque pensé que Ani ya volvía», se lamenta.

Tuvieron que pasar 37 años hasta que Raquel, quien por primera vez pisa las Islas junto a su hermana, tomara el coraje de escribirle la carta que nunca envió . «Le pido perdón por no haberlo hecho antes, porque era tan jovencita como él y en ese momento no me imaginaba qué era una guerra…nunca pensé que él iba a quedarse acá», llora. «Solo quiero abrazarte hermano mío», repite y envuelve la cruz adornada con flores blancas de tela y sujetas con un precinto para que el viento no se las lleve.

El grito se ahoga con las lágrimas: «¿Por qué tanto dolor?, ¿por qué tuviste tanto frío?, ¿por qué te quedaste acá hermanito?». Apoya su frente en la negra placa de granito y acaricia el nombre de Aníbal Folch.

Una hilera más atrás, Lila Yolanda Aguirre dice que no quiere recordar a su Héctor así, frío como el mármol que descansa debajo de la cruz. Que lo siente tibio y cerca, afirma, y se toca el vientre. A los 82 años cuenta que en su memoria él aparece sonriendo y llamándola»Negra». Recuerda que le gustaba el yudo y lo practicaba por las tardes cerca del canal. «Locura» le decían los amigos a su único hijo, y así ella lo adoró con su amor de madre. «Ahora me quedo más tranquila porque sé que su cuerpo está acá», reflexiona y en sus manos aprieta con fuerza unas piedritas blancas que recogió del cementerio.

Viajó sola y llora abrazada a la cruz de su hermano. Cata Ferrau le habla frente a la tumba ahora identificada. «¿Por qué tuviste que quedarte en estas Islas tan lejos, si yo rogué para que volvieras de cualquier manera? Aun herido o invalido te hubiera cuidado toda mi vida. ¿Por qué no volviste a casa donde te esperé todos estos años?», se emociona la mujer que hoy llegó por primera vez a las islas. «Están tan lejos… cuando me subí al avión, como nunca antes había volado, tuve miedo. Pero si él se animó a venir, yo también tenía que hacerlo», cierra la hermana del soldado Jose Ramón.

Toc, toc, toc, las botas de la Guardia Escocesa suenan en el perímetro del cementerio de Darwin. Vestidos con sus uniformes de gala, siete soldados británicos levantan las armas y rinden honores.

Las largas y tristes notas de una gaita atraviesan las lágrimas y las oraciones frente a las cruces. Dos gaiteros reales interpretan El lamento. Luego, será Omar Tabarez, quien fue cabo músico del Regimiento 25 y por primera vez regresó a las Islas, quien con su trompeta volverá a ponerle sonido a la historia de la guerra y sus héroes.

Llega el momento de la oración. El padre Ponciano Acosta, familiar del gendarme caído en Malvinas Gumersindo Acosta, comienza el responso: «Tu que nos resucitarás…». «Señor ten piedad», se unen las voces para rogar al Señor. Lo acompaña el sacerdote de las Islas, padre Ambrose, quien en un claro español ayuda con la ceremonia.

El religioso argentino habla de tres palabras que marcan el día histórico: Gracias (por estar aquí, por saber donde están nuestros seres queridos), Siembra («la semilla que cae sobre la tierra queda infecunda, solo debajo puede dar frutos: que ellos sean semillas de paz»), y luz («vamos a bendecir estas velas de distintos colores que expresan la diversidad que hay entre nosotros»). La eucaristía marca el silencio profundo solo interrumpido por los «amen» de los familiares.

La cruz de Mario Cisnero tiene en su pie la foto del valiente militar. Su hermana Galdys colocó las rosas de tela con cuidado y amor. Durante muchos años, su familia se negó a la identificación: «Teníamos miedo que se llevaran su cuerpo al continente y lo sacaran de las Islas», explica.

Pero hoy el «Perro» es uno de los 112 soldados identificados. «Esto fue cerrar un duelo, lograr la paz», dice y cuenta que solo mucho después en su Catamarca natal supo que Mario Antonio era un símbolo para sus hombres y para el Ejército.

Hoy tiene un pequeño museo de su hermano en un cuarto de la casa: un maniquí con su uniforme, dos cascos, la última valija que usó con sus camisas y su ropa, su boina… «Siento orgullo y leer su nombre en esta placa también me permitió sentir que es justo e importante que los héroes tengan sus nombres», dice.

Lorna Márquez cumplió la promesa que le hizo a su abuela: llevó las cenizas de Elda para que estén junto a su hijo. «Ella me había pedido que volcara sus cenizas en las Islas, porque mi tío no estaba identificado. Ahora las puse entre las piedritas, as están unidos para siempre», se emociona.

Las 165 personas recorren el cementerio de Darwin en este segundo viaje humanitario organizado por Eduardo Eurnekian –Aeropuertos Argentina 2000-, Roberto Curilovic -director de desarrollo de nuevos negocios de AA2000-, el Embajador del Reino Unido en la Argentina Mark Kent, el gobierno de las islas y la comisión de familiares de caídos en Malvinas. El viaje contó con el apoyo de la secretaria de Derechos Humanos y la Cancillería.

Esta causa humanitaria fue impulsada desde 2008 por el veterano Julio Aro, quien se conmovió frente a las 121 cruces que en ese entonces decían soldado Argentino solo conocido por Dios y comenzó a trabajar por la identificación de sus compañeros. Lo acompañaron en esta tarea el coronel británico Geoffrey Cardozo -a quien le fue encomendada la difícil tarea de recoger los cuerpos de los campos de batalla para darles honorífica sepultura-, y esta periodista de Infobae, que junto a Aro visitaron casi 120 familias. La causa concluyó en el Plan proyecto Humanitario. Los tres nos paramos frente a las 10 cruces aun no identificadas y le prometimos a los caídos: «Los vamos a encontrar».

Suenan ahora las turbinas del vuelo de Andes 682. En dos horas y cuarenta minutos los pilotos aterrizarán en el aeropuerto internacional de Ezeiza. La nave se eleva, deja Mount Pleasant. Las Islas se van haciendo pequeñas. Y una madre llora pegada a la ventana: «Ojalá pueda volver pronto a verte hijo mio».

Infobae

En el acto de redescubrimiento del busto en memoria del suboficial de la Armada Carlos Alberto Valdéz, su hermano Mariano Valdéz agradeció las gestiones realizadas desde el Ejecutivo, a través de la Dirección de Ceremonial y Protocolo, para recordar el compromiso del héroe de Malvinas para con su ciudad y la patria.

Después de la ceremonia, el hermano del fallecido en 1982 en el hundimiento del crucero Belgrano durante la Guerra de Malvinas, valoró el compromiso puesto de manifiesto por personal municipal, para recordar al suboficial Valdéz.
En ese tenor, aseguró que “el sentimiento de reconocimiento de la comunidad a la memoria de mi hermano nos hace ver más allá de lo que nos pasa a nosotros como familiares de un héroe de Malvinas”.

“Fueron muchos los actores necesarios para este redescubrimiento del busto, como el Centro de Veteranos de Guerra, la Armada Argentina y, sobre todo, el personal de la Dirección de Ceremonial y Protocolo del Municipio, que nos acompañó en todos los pasos necesarios para el redescubrimiento de este busto”, subrayó Mariano Valdéz.

En ese tenor, dijo que “en el Municipio nos encontramos con gente que desempeña sus tareas con vocación y un profundo respeto para con aquellos que queríamos y vivíamos con Carlos Alberto Valdéz. Si no fuera por ellos, este monumento no estaría emplazado en este lugar”, concluyó.