Seis jóvenes con Síndrome de Down que tenían muchas ganas de trabajar pero no encontraban un espacio laboral que los contenga, acaban de lanzarse al mercado con un pequeño emprendimiento productivo de «pizza party» que en sólo dos meses ya fue contratado en 24 eventos.
«Los Perejiles» es el nombre que los chicos eligieron para este catering de pizza para fiestas ubicado en San Isidro; un proyecto de pequeña empresa del que también forman parte dos profesionales del taller de salidas recreativas para personas con síndrome de Down «Sumando», al que todos asisten. Y a juzgar por los comentarios elogiosos que sus clientes les dejan en las redes sociales, el proyecto va más que bien.
«Los Perejiles se comenzó a gestar cuando les planteamos a las madres el problema del trabajo, porque los chicos estaban yendo a un colegio especial donde los forman (en oficios) supuestamente con salida laboral, pero luego queda todo ahí», dijo a Télam Leandro López, profesor de educación física, psicomotricista y coordinador del proyecto junto a Kevin Degirmenci.
Y como, por otra parte, ellos vienen aprendiendo en el Taller Sumando a desenvolverse solos «tanto en la vida pública como dentro de su casa», un emprendimiento laboral como «Los Perejiles» fue la manera que encontraron para seguir trabajando la autonomía al tiempo que apuntaban a otra necesidad de todos ellos: la de alcanzar una ocupación laboral real y sostenida en el tiempo.
«Acá tenemos chicos que no sabían hacerse ni un sandwichito para merendar, cruzar la calle o hacer los quehaceres domésticos; o que recién a los 20 años tuvieron una llave de su casa», contó López.
Y si no disponían de todos estos conocimientos no fue porque se los impidiera la discapacidad intelectual en sí, «sino porque nunca se les dio la posibilidad» de adquirirlos.
Desde el Taller Sumando se propusieron subsanarlo a través de iniciativas como «Vacaciones con Amigos», de escapadas de 6 días a la costa con sus pares y sin los padres.
Con el tiempo, surgió la necesidad de «darle una vuelta de tuerca» a lo que desde el taller se les estaba ofreciendo a los chicos.
«Nosotros trabajamos con el deseo de los chicos, es decir, qué tenían ganas de hacer, sin dejar de lado todo lo que es autonomía y haciendo hincapié en que tengan un laburo y se puedan desarrollar como personas», agregó.
Como el otro Leandro del grupo, su tocayo con síndrome de down, «se había recibido el año pasado» de maestro pastelero, y varios de ellos habían participado de eventos como «La pizza más grande de Buenos Aires», la cosa fue por el lado gastronómico.
A cada evento para el que los contratan, los Perejiles llegan con su propio horno y utensilios; y las tareas ya distribuidas entre quienes oficiarán de cocineros o de mozos. En las fiestas en las que trabajan, se trata de no hacer ninguna alusión especial al proyecto si nadie pregunta, o concesiones en la disciplina que deben seguir los mozos porque «tratamos de normalizar» su participación desde ese lugar.
A los tres chicos con síndrome de Down con los que se inició el proyecto -Mauricio Roldán (22 años), Franco Noseda (19) y Leandro López Padros (24)-, luego se sumaría un cuarto, Mateo Kawaguchi (22), quien «se recibió hace muy poquito» de maestro pizzero en la escuela de la Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas (Appyce).
Completan el grupo Pablo Gómez (42), Tomy Noé y Sebastián Heincke; este último es el encargado de preparar pizzas y empanadas aptas para celíacos cuando los clientes lo solicitan.