La dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983 cometió toda clase de horrores. Entre ellos hay uno con enorme repercusión internacional: el asesinato de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, secuestradas, torturadas y arrojadas vivas al Río de la Plata en uno de los llamados «vuelos de la muerte». Uno de los cuerpos, el de Domon, fue hallado con una fractura ósea flotando cerca de una playa y enterrada en una tumba sin nombre en un ignoto cementerio. Con el regreso de la democracia su cuerpo fue identificado y se le dio sepultura.
Domon y Duquet tenían una compañera: Ivonne Pierron. Ella participaba también en el trabajo religioso que desarrollaban en Argentina hasta que el excapitán de fragata Alfredo Astiz se infiltró como espía en los organismos de Derechos Humanos, que a pocos meses de iniciada la dictadura, ya reclamaban por los desaparecidos. Pierron murió este viernes a los 89 años. Cuando sus compañeras fueron secuestradas, huyó de Argentina hacia Francia disfrazada de anciana y en silla de ruedas.
Cuando se identificaron los restos de Doomon, Pierrron expresó: “Yo nunca perdí las esperanzas. Se sabía que estaban en el mar y el mar siempre trae de vuelta”. “Vinimos para ser uno más del pueblo y luchar con la gente contra los atropellos. Luchadoras. Eso eran”, dijo alguna vez sobre sus compañeras asesinadas, “que hayan encontrado a Léonie es una buena señal. Ahora se sabe lo que les hicieron. Ellos pensaron que nadie se iba a dar cuenta y una vez más se equivocaron”.
A principios de este año, la religiosa había sufrido un accidente cerebro vascular (ACV) y su salud entró en un estado delicado. Vivía hace 30 años en una pequeña localidad de la provincia de Misiones (a 1.000 kilómetros de Buenos Aires), llamado Pueblo Illia. La religiosa levantó en ese lugar un hogar para albergar a los hijos de los productores que viven lejos de la escuela, para que estos no abandonen sus estudios.
El gobernador de la provincia, Hugo Passalacqua, decretó duelo provincial y se hizo presente en la inhumación de los restos. El Consejo de Educación, además, dispuso que las banderas de los colegios permanezcan a media asta. La relación de Pierron con Misiones y su compromiso con los Derechos Humanos la convirtieron en una referente durante décadas. En un libro publicado en mayo de 2009 que se llama “Misioneras bajo la dictadura”, la religiosa dijo que “en toda lucha hay siempre un sobreviviente para contar la verdadera historia”. Ella cumplió con eso en el caso de sus hermanas de fe.
Consultada sobre si alguna vez tuvo miedo de morir, Pierron reconocía que uno «se compromete y sabe que en cualquier momento puede pasar, pero cuando se defiende la verdad, la justicia para sus hermanos, no se puede dejar el trabajo”. La religiosa había nacido en Alsacia en 1928 y también era enfermera. Llamaba “monstruos” y “robots del mal” a los dictadores que gobernaron Argentina con pie de plomo durante la década del 70. Llegó a Argentina en otra dictadura, la de 1955, con la congregación de las Misiones Extranjeras; apenas tenía 17 años.
La ministra de Derechos Humanos de la Provincia, Lilia Marchesini, afirmó que “hoy trascendió a otro plano, atravesando el ámbito de lo tangible, la entrañable luchadora por los Derechos Humanos Hermana Ivonne Pierron. Su obra y trabajo son y serán siempre legado y faro de quienes día a día accionan bajo la bandera de los derechos humanos en Misiones”. Allí, en Pueblo Illia, es donde descansarán sus restos. En el ínfimo caserío donde alguna vez recuperó un albergue de madera que había sido consumido por las llamas para convertirlo en una escuela. El lugar donde su obra quedará inmortalizado de la misma manera que la lucha de sus hermanas.