El túnel de hielo del cerro La Torta volvió a formarse este fin de semana pasado y quedó habilitado para la visita guiada a turistas.
Los turistas podrán recorrer el lugar durante un mes, a unos 1.900 metros sobre el nivel del mar y a 50 kilómetros de la ciudad chubutense de Esquel.
El tunel mide 100 metros de largo y es un regalo único de la naturaleza en la zona, que solo puede contemplarse una vez al año, en verano hasta que el calor lo derrita.
Las condiciones climáticas y geográficas de esa región cordillerana generan acumulación de nieve durante el año en una ladera, que por estar al reparo del sol es luego objeto de un descongelamiento inverso, de adentro hacia fuera, y en ella se forman conductos de hielo, por lo que suele haber más de un túnel o ramificaciones.
Al ingresar al túnel se tiene la impresión de estar metido en un freezer gigante.
Desde afuera, la entrada se ve como una grieta entre la piedra y la pared de hielo, pero apenas se la cruza, aparece a la vista un cielorraso curiosamente luminoso.
Cada paso en la marcha hacia el interior de la formación invita a descubrir algo que se puede apreciar en muy pocos lugares del mundo, con una luz que atraviesa el hielo y aparece con trazos azules sobre la cabeza de los visitantes como un techo con tubos fluorecentes.
Ese cielorraso natural no es plano, sino escamado y cóncavo, con piezas circulares continuas de casi un metro cuadrado de superficie y cordones más oscuros debido a un mayor grosor del hielo.
Además de esos juegos de luces, son llamativos los sonidos interiores, que generan ecos, ya que las voces se mezclan con el rumor del arroyo Irigoyen, que corre entre las piedras, y también con el ruido de las gotas del lento deshielo de las paredes del túnel.
La excursión la realizan las agencias de turismo autorizadas de Esquel, con guías y salida en vehículos 4×4 que recorren los 50 kilómetros de distancia hasta La Torta.
Durante este recorrido, se pueden observar atractivos paisajes de la cordillera patagónica y sus valles, hasta llegar al punto más alto del bosque, donde comienza el trekking.
Luego de bordear el arroyo Irigoyen se llega a una cascada en la base del cerro y allí se encuentra la puerta de entrada a los corredores de hielo.
Después del recorrido en el vehículo todo terreno y la caminata cuesta arriba, el visitante llega acalorado y las gotas que la cascada esparce en el aire generan una especie de lluvia refrigerante.