Uno de los personajes más temidos por los soldados en la Segunda Guerra Mundial era una mujer. Despiadada e inteligente, te presentamos la historia de Violette Morris.
Violette Morris nació el 18 de abril 1893 en París y pasó su infancia y adolescencia estudiando en el convento de la Asunción en la ciudad de Huy. Unos días después de que comenzara la Primera Guerra Mundial se casó. En tiempos de la guerra aprendió a conducir y fue responsable de la ambulancia durante las batallas más largas de la guerra: la batalla del Somme y la batalla de Verdún.
Antes de que finalizara la guerra se empezó a dedicar al deporte. Lanzaba peso y disco, tiraba con arco, realizaba clavados en el agua, levantaba pesas, jugaba al tenis y montaba a caballo. Además jugaba al waterpolo aunque no existía ningún equipo femenino en este deporte. Jugaba en dos diferentes equipos de fútbol y en el equipo nacional. Hacía lucha grecorromana y existen fotografías en las que se la ve boxeando contra hombres.
La verdad es que su pasión eran las carreras de motocicletas y de coches. Comenzó a participar en carreras automovilísticas en 1922 y llegó a ganar la carrera de 24 horas Bol d’Or en 1927. Incluso se hizo una mastectomía (extirpación de las mamas) para caber mejor en los pequeños coches de carreras.
Se divorció de su marido 1923. Desde entonces comenzó a vestirse como un hombre y a no esconder su bisexualidad. Según testimonios de la época, fumaba tres paquetes de tabaco al día y su lenguaje no era el que la sociedad del momento esperaba de una mujer.
Su relevancia como deportista comenzó a verse en la Federación Olímpica Francesa, pero se le prohibió participar en los primeros Juegos Olímpicos (1928) en los que participaban mujeres porque «atentaba contra la moral pública».
Luego del golpe de los Juegos Olímpicos, una nueva ruptura sentimental debido a la mastectomía y la ruina de su negocio que era un taller de coches, la moral de Violette quedó totalmente devastada.
En diciembre de 1935, la Sicherheitsdienst, la agencia de inteligencia de las SS nazis, la contactó. Querían que fuese invitada de honor en la Olimpiada de Berlín del 36, que Hitler utilizaría como máquina de propaganda mundial.
Allí fue cuando ella cayó ante los pies del nazismo.
La hiena de la Gestapo
Cuando Violette regresó a Francia, ya estaba convertida en una espía infiltrada del partido y dio información clave que permitió a Hitler invadir el país en mayo de 1940.
Una de sus principales responsabilidades fue hacer caer al escuadrón Ejecutivo de Operaciones Especiales Inglés. Violette también entregó mapas del territorio parisino, del tanque Somua 35 e información sobre la frontera territorial llamada Línea Maginot, la misma que fue sobrepasada por el ejército nazi en junio de 1940.
Gracias a su eficacia y sus brutales métodos de interrogación, Violette recibió el apodo de “La hiena de la Gestapo”. Tanto los aliados como la resistencia conocían quién era, y caer en sus manos fue motivo del miedo más profundo de muchos solados.
Colaboró con la SS y la Gestapo. Tenía gran importancia en las acusaciones, detenciones, interrogatorios y torturas a sus compatriotas. Más de una decena fueron cruelmente torturados en la calle Lauriston. Se encontraba bajo las órdenes de Helmut Knochen y a partir de 1942 y hasta 1944 fue responsable de los organigramas de la Gestapo
Francia e Inglaterra tenían un objetivo prioritario: destruir y asesinar a Violette Morris. Londres mandó la orden y un grupo de resistencia francés, debía cumplirla.
El 26 de abril de 1944 se intentó el primer ataque a la hiena, pero sin éxito. Los policías esperaron su regreso y después de una intensa guardia, dispararon a su vehículo intensamente durante varios minutos. Su cuerpo frío fue arrojado a una fosa común, puesto que nadie lo reclamó. Después de este suceso, cuatro meses después París fuera liberada de la invasión nazi.
Fuente: culturizando.com