Cabellos quemados, depilaciones definitivas que no son tales, y celulitis que no desaparecen lideran las denuncias en las redes sociales y las consultas en los organismos de defensa del consumidor. Cómo reclamar.
La falta de tiempo para el cuidado personal y la necesidad de verse bien han provocado un aumento de la demanda de tratamientos faciales, corporales y capilares. La fórmula que busca el cliente es lograr resultados visibles a corto plazo y a bajo costo.
En el mejor de los casos, el desenlace puede ser un notable rejuvenecimiento. En el peor, cabellos quemados, desembolsar más del doble de lo acordado en sesiones por una depilación que no es definitiva y que la celulitis no desaparezca.
La mayoría de estas situaciones terminan en escraches y reclamos a través de las redes sociales. Lo que muchos no saben es que estos hechos se pueden denunciar en la Dirección de Defensa del Consumidor y también llevarse a la Justicia a través de una demanda por mala praxis, logrando un resarcimiento económico por daños y perjuicios y lucro cesante.
Uno de los episodios más renombrados sucedió en octubre pasado cuando una mujer decidió expresar su enojo en Facebook mostrando fotos de cómo le quedó el cabello luego de ir a una peluquería y pagar $5.000. En su posteo, la clienta asegura que el profesional le quemó el pelo y que a pesar del reclamo no reconocía el problema. Incluso le dijo que sólo «estaba despeinado».
Otro antecedente se dio en 2015 cuando una médica mendocina fue condenada por no lograr, tras el tratamiento, el resultado estético prometido a la paciente que consistía en borrarse las cicatrices del acné.
Qué hacer
Desde Defensa al Consumidor, Adriana Parera indicó que las denuncias que llegan al organismo son pocas. Durante el 2018, dos reclamos fueron referidos al cabellos: una mujer no quedó conforme con la decoloración que se le hizo y en el otro, una joven pidió unas mechitas y no le hicieron lo que pedía, sólo recibió un toque de decoloración.
«Un tercer pedido se dio por publicidad engañosa pero la clienta había confundido la cantidad de sesiones del tratamiento», detalló Parera.
Las sanciones al comercio pueden ir desde el pago directo al consumidor por todo lo que gastó por el tratamiento más lo gastos administrativos y multas desde los $ 1.000.
En todos los casos, lo que se busca es la conciliación de las partes. «Si la empresa tiene una buena política de atención al cliente y éste no quedó conforme, se le ofrece un servicio paralelo o devolver el dinero. De no ser así, se abre un sumario de acuerdo a la prueba, si amerita ser sancionada o no», confió.
Desde el organismo recalcaron que las consultas se pueden hacer al 148 (opción 3) y es importante reunir pruebas. Es fundamental tener el ticket de compra y dejar asentado en el Libro de Quejas del local la situación vivida. Además, de tener la folletería o si fue vista por Internet, hacer un print de pantalla de la promoción para comprobar si no se trata de una publicidad engañosa.
«Hay que hacer hincapié en las pruebas que son difíciles de lograr porque el hecho de peluquerías y este tipo de prácticas sobre el cuerpo son obligaciones de medio que no pueden asegurar un resultado ya que depende de la forma en que reacciona el cuerpo. Pero no hay dificultad en evaluar cuando se trata de una publicidad engañosa, como por ejemplo que en 10 días vas a rebajar 10 kilos o se publica tantas sesiones», dijo.
En tanto cuando no se entregan facturas ni comprobantes se puede hacer una denuncia en el municipio para que controlen y apliquen una multa al negocio por realizar una actividad por la que no está autorizado.
«El consejo es que antes de contratar insista en saber de quién se trata, quién ofrece el servicio y esteticista matriculado», recomendó Parera.
El derecho a la información
Romina Ríos, de la ONG Protectora, señaló que se debe cumplir con el deber de información. «Tienen que informar antes de los productos a utilizar y el tipo de tratamiento. Además de llenar una ficha: si tiene marcapasos, reacciones alérgicas o si toma algún tipo de medicación», dijo.
El problema surge cuando no se utilizan los métodos establecidos y certificados y provocan un daño a la persona que busca verse mejor. Con respecto a los daños físicos, se puede denunciar a la clínica por mala praxis y al profesional en sede judicial.
«Recibimos muchas consultas de este tipo. A veces los clientes piden determinados resultados que no van a lograr, pero si no tenés una persona capacitada que no conoce el riesgo de aplicar determinadas prácticas, el daño puede ser peor», dijo Ríos.
En cuanto a tratamientos como depilaciones, la mayoría de los centros dicen que la eliminación es progresiva y definitiva, cuando en realidad lo que se logra es una reducción de la cantidad de vello.
«Tienen que entregar un plan donde se consigne la cantidad de sesiones y cuanto se pagará. Si pagaste por 6 sesiones y vas por la 5 y no ves resultados evidentemente algo falló y no siempre es el organismo del cliente, puede ser que las máquinas estén viejas o no se aplicó como debía aplicarse», agregó.
El Sol