El deshielo siberiano está revelando muchas sorpresas: potros de hace 42.000 años con sangre líquida en sus venas, gusanos prehistóricos o mamuts lanudos, el hielo esconde vestigios de la vida en la Tierra hace miles de décadas.
El último descubrimiento ocurrió a orillas del río Tirekhtyakh, en Yakutia, cuando un lugareño paseaba tranquilo y halló una cabeza de lobo gigante de 40 centímetros de largo.
Al imaginarse que se trataba de un espécimen valioso para la ciencia, contactó con investigadores rusos, quienes han datado la cabeza en unos 40.000 años. Y, lo más sorprendente de todo: conserva intacto el cerebro.
El descubrimiento se acaba de hacer público en una exposición en Japón sobre criaturas congeladas de la Edad del Hielo, incluidos otros especímenes, ya que ha sido el equipo japonés el encargado de realizar el estudio preliminar de la cabeza, junto con un equipo de la Academia de la República de Sakha en Rusia y otros científicos suecos.