Después de una larga investigación, las autoridades de Nueva York entregaron un ataúd de 2.100 años de antigüedad que había sido robado en 2011 de Egipto. La pieza había sido adquirida por el Museo Metropolitano de la ciudad (Met).
Conocido como el «Ataúd Dorado de Nedjemankh», los especialistas lo valuaron en 4 millones de dólares. Según detallaron, contuvo los restos momificados del sacerdote que llevó ese nombre y fue descubierto hace ocho años.

Sin embargo, la pieza fue robada durante la inestabilidad que vivió Egipto en ese momento con la Primavera Árabe. Tras ser sustraída, fue traficada a los Emiratos Árabes Unidos, desde donde la trasladaron a Alemania para su restauración. De ahí pasó a Francia y finalmente fue vendida al Met en julio de 2017.
«No es la protección de nuestra herencia, sino la herencia de la humanidad. No es solo para egipcios», expresó el ministro de Exteriores egipcio, Sameh Hassan Shoukry, en un discurso en el que también agradeció el papel de la Oficina de la Fiscalía de Manhattan y el Departamento de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, sus siglas en inglés).
La entrega del ataúd se realizó este miércoles. El funcionario egipcio describió a la pieza como uno de «los tesoros nacionales» de su país y agradeció la colaboración de Washington y Cairo, que trabajaron en conjunto para la repatriación.

Por su parte, el jefe del HSI en Nueva York, Peter Fitzhugh, subrayó que «el negocio altamente rentable del robo y el tráfico de antigüedades estuvo presente durante décadas», y que «esta actividad es una de las que utilizan grupos terroristas como el Estado Islámico para su financiación».
Para el fiscal general de Manhattan, Cyrus Vance, había numerosos detalles que indicaban que se trataba de una pieza de procedencia sospechosa, como el hecho de que para cuando llegó a París, «nunca en la historia se había documentado su existencia ni fotografiado».
Los documentos que acompañaban al ataúd, además, estaban «claramente falsificados» al contar, entre otros aspectos, con un sello de mayo de 1971 de la «República Árabe de Egipto», nombre que el país no adoptó hasta septiembre de ese año.
Vance se negó a hacer pública la cantidad de dinero que había pagado el Met por la antigüedad, y aunque dio las gracias a la institución estadounidense por su «completa cooperación» en la devolución de la pieza, también señaló que está seguro de que el museo «aprendió valiosas lecciones» de esta situación.