Más de la mitad de los 189 países miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) han solicitado ya asistencia financiera al organismo ante la emergencia desatada por la pandemia del coronavirus, advirtió este jueves su directora, Kristalina Georgieva.
«El problema es gigante, tenemos que movernos con rapidez. Es una emergencia como ninguna otra», dijo Georgieva en una rueda de prensa al término de la reunión del Comité Financiero y Monetario del Fondo, que se celebró de manera virtual por la pandemia.
Un centenar de países han acudido ya a la institución financiera, indicó, y se espera que para finales de abril el Directorio Ejecutivo del Fondo apruebe programas de asistencia de rápido desembolso para la mitad de ellos.
Hasta el momento, 15 ya han obtenido la luz verde del organismo, entre ellos, El Salvador, Ecuador, Madagascar, Ruanda o Togo.
«Son tiempos excepcionales, y requieren soluciones excepcionales», apuntó Georgieva, quien con apenas seis meses al frente del organismo encara la mayor crisis económica desde la Gran Depresión de 1930.
La institución conocida por sus llamados a la austeridad se salió del libreto al instar a las autoridades a contener la crisis con ambiciosos programas de estímulos fiscales para proteger a los trabajadores y empresas.
No obstante, recalcó que, si bien es necesario, este gasto extraordinario disparará los déficits fiscal y la deuda de los Gobiernos.
«Gasten lo que sea necesario, pero guarden las facturas», advirtió Vítor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales de la institución.
En sus más de 75 años de historia, el FMI no había lanzado unas proyecciones como las presentadas esta semana: la economía mundial caerá un 3 % en 2020 debido al impacto de la pandemia del coronavirus.
Como comparación, el Fondo precisó que la crisis financiera de 2009 provocó una caída del crecimiento económico global de apenas el 0,1%.
Por países el impacto es dramático: la economía de EE.UU. se espera que se contraiga -5,9 %; la de la zona euro un -7,5 %; Japón, un -5,2 %; la del Reino Unido caerá un 6,5 %; Rusia, un 5,5 %; en Sudáfrica, un 5,8 %; y Turquía retrocederá en un 5 %.
El Fondo prevé una «recuperación parcial» en 2021, aunque «bajo elevados niveles de incertidumbre» y parte de los debates durante la asamblea que se celebró de modo virtual se centró en la forma que adquirirá: en «U», con un retraso en el repunte; «L», un estancamiento de la recesión; o en «V», con un fuerte repunte tras tocar suelo.
«Sabemos que la mayoría de los Gobiernos suelen responder bastante bien en estos casos, así que las crisis suelen tener forma de V», explicó Indermit Gill, el investigador del centro de estudios Brookings y exfuncionario del Banco Mundial, en un artículo.
«Lo que quiere decir que las respuestas políticas rápidamente devuelven a los países a la producción y nivel de vida previos -agregó Gill-. Las economías de EE.UU. y China lo estaban haciendo mejor que la zona euro, y probablemente será lo mismo en 2021».
Pese a que el golpe es generalizado, Georgieva ya ha advertido de que los países en desarrollo lo recibirán con mayor dureza.
De hecho, remarcó que «en los últimos dos meses han salido flujos de capital de los mercados emergentes por valor de 100.000 millones de dólares, un volumen más de tres veces mayor que en el mismo periodo de la crisis financiera global.
Por eso, una de las medidas concretas y más contundente adoptadas en el marco de la reunión es el respaldo del G20 a la suspensión temporal del los servicios de pago de deuda de los países pobres.
La decisión se suma a la tomada por el Directorio Ejecutivo del FMI, que aprobó un alivio inmediato de la deuda para algunos de los 25 países más pobres del mundo, la mayoría en África, aunque también están incluidos Haití, Afganistán, Nepal o Yemen.
«Las desigualdades existentes dictan el impacto económico de esta crisis. Los trabajadores de menos recurso en países ricos y pobres tienen menos probabilidad de estar en empleos formales, disfrutar de protecciones laborales como baja por enfermedad o poder trabajar desde casa», alertó José María Vera, director interino de la ONG Oxfam.
Alfonso Fernández