El ministro de Salud, Ginés González García, debió atravesar la pandemia con una sucesión de autocríticas sobre sus pronósticos errados, que comenzaron incluso antes de que la pandemia se abriera paso en la Argentina.
Que el coronavirus no iba a llegar en verano, que el dengue era más preocupante, que el pico iba a llegar en junio, que la cuarentena estricta de julio iba a servir para bajar los contagios.
El dinamismo que la enfermedad imprimió en la realidad sanitaria obligó al funcionario a desdecirse en reiteradas ocasiones desde principios de año. La última vez fue este jueves, cuando admitió que creía que el regreso a la fase 1 dictado a principios de mes iba a aplanar la curva eternamente ascendente de casos.
Es verdad que los diferentes traspiés que enfrentó el ministro están lejos de ser un fenómeno únicamente argentino. La novedad de la enfermedad y la falta de información acerca del nivel de contagiosidad y tratamientos encendió debates que pusieron bajo el foco incluso la credibilidad de la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero Ginés González García protagonizó sus propios equívocos públicos. El ministro tuvo un primer traspié en enero, cuando se multiplicaron las consultas por la eventual llegada del coronavirus a la Argentina mientras en Asia y Europa ya se comenzaban a ver los colapsos de los sistemas de salud. “No hay ninguna posibilidad de que el coronavirus llegue a la Argentina”, había dicho aquel 23 de enero. “Estoy mucho más preocupado por el dengue que por el coronavirus”, agregó diez días después.
Ginés González García incluso reforzó su postura el 6 de febrero, cuando dijo que estábamos “lejos de un contagio por coronavirus en la Argentina”. No tan lejos: el 3 de marzo, cuando todavía faltaban varias semanas para que terminara el verano, se detectó el primer caso importado de la enfermedad y el ministro tuvo que desdecirse. “Yo no creía que el coronavirus iba a llegar tan rápido, nos sorprendió”, admitió en aquel entonces.
A medida que avanzaban los casos y se apilaban las prorrogas de la cuarentena, González García hizo un nuevo pronóstico: el pico llegaría “a fines de junio”. Llegó el final de junio y el ministro volvió a desdecirse. “Aún nos falta para eso, ojalá que no nos falte mucho”, dijo en una entrevista con el canal América en los últimos días de ese mes.
“Me parece que vamos a tener todavía un repunte”, agregó acertadamente esa noche. Pocos días después, el gobierno nacional, el de la provincia de Buenos Aires y el de la Ciudad dictaron un regreso a la cuarentena estricta hasta el 17 de julio, con el objetivo de aplicar el “efecto martillo” a la curva de casos y forzar una baja.
Los datos de los últimos días -que en parte demuestran un arrastre de los contagios de días atrás que no habían sido incorporados al sistema- revelaron un aumento significativo de los contagios que preocupa a las autoridades por la posibilidad de que se convierta en una tendencia. “Creí que iban a empezar a bajar los números por la cuarentena anterior”, dijo Ginés González García.
Algunas declaraciones del ministro incluso generaron eco dentro del Gobierno, que debió salir a desautorizarlo. Así ocurrió cuando González García admitió en abril que la Argentina incorporaría a sus sistemas de salud a unos 200 médicos cubanos para que trabajen contra el nuevo coronavirus en el conurbano bonaerense. La Casa Rosada, la Cancillería y el gobierno bonaerense desmintieron esa afirmación y afirmaron que no estaba “confirmada” esa posibilidad.
Esta semana, en tanto, el oficialismo volvió a desautorizar al ministro en el Senado durante el debate en comisión del proyecto de ley para incluir en el programa médico obligatorio de obras sociales y prepagas el tratamiento de los pacientes de fibrosis quística. Mientras el ministro cuestionó la iniciativa, el presidente Alberto Fernández ordenó darle curso igual.